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Dejé de ver a mis hijos por miedo a que me deporten: Oscar Viña, veracruzano y residente estadounidense 

De acuerdo con el veracruzano, ni los residentes legales con "green card" se salvarían de las deportaciones de Trump. Viven temerosos de las redadas de ICE

Pese a estatus legal, redadas pueden llegar a cualquier migrante
Óscar, veracruzano en Estados Unidos.Pese a estatus legal, redadas pueden llegar a cualquier migrante
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.-  En un país como Estados Unidos que se sostiene por inmigrantes, su fuerza laboral tiene miedo de ir al trabajo, de hacer despensa y hasta de salir a ver a sus hijos. Los inmigrantes como Oscar Viña, quien además es residente estadounidense, ya no conocen la tranquilidad. 

Desde que Donald Trump inició su segundo y último periodo como presidente de los Estados Unidos, el 20 de enero de 2025, las políticas anti migratorias que pregona su gobierno se hicieron realidad. Ese lunes, a las 11 de la mañana, la aplicación CPB One canceló decenas de citas dadas a inmigrantes de toda Latinoamérica para pedir asilo. 

Del otro lado, en Estados Unidos, Oscar y parte de los 29 mil 599 veracruzanos que llegaron a Estados Unidos entre el 2015 y el 2020, vieron crecer la discriminación y el asecho hacia ellos. Las redadas para detener a inmigrantes con antecedentes delictivos –y a todos aquellos que las autoridades migratorias descubrieran como ajenos a ese país–, se volvieron cotidianas debido al objetivo de deportar a 200 mil migrantes diarios. 

Temerosos por ser deportados y perder todo, algunos abandonaron sus empleos y otros regresaron a México, donde familiares los esperaban luego de años de ausencia.  

Oscar, por otro lado, motivado por el amor a sus hijos que nacieron en Estados Unidos, decidió quedarse en el país que, desde hace más de un mes, lo hace sentir observado y perseguido. Las salidas al parque, a restaurantes, y las visitas a sus hijos que no viven con él, quedaron pausadas por tiempo indefinido. 

La preocupación por ser deportado que le invaden cada mañana antes de ir a trabajar son las razones por las que no ha visto a sus hijos con la misma regularidad. Y esas razones, a su vez, son las mismas por las que revisa cada luz y cada llanta de su auto antes de partir. El miedo a no regresar, o peor aún –como él lo dice– a ser encarcelado, es algo con lo que vive diario. 

En busca de una vida mejor en Estados Unidos 

Oscar, quien no ve particularidad en su historia como migrante, llegó a Estados Unidos por la misma razón que miles de veracruzanos: la búsqueda de un mejor empleo y de una mejor calidad de vida. Este deseo lo hizo abandonar otros, como el del ser piloto aviador del Ejército Mexicano o ser locutor de radio, profesión a la que aspiraba por ser “alguien con voz” y comunicar hechos. 

Pero esos sueños, a diferencia de la posibilidad de salir de Estados Unidos, no se dieron. El irse le surgió casi por accidente, luego de que unos chicos que se iban le contaran que “allá estaba mejor” y que le dijeran que el viaje costaba solo 60 mil pesos, los cuales pagaría con intereses y a lo largo de los meses una vez que comenzara a trabajar. 

Sin perder nada, lo intentó y llegó al estado de Minnesota con lo único que traía puesto: una camisa, un par de pantalones y una cabeza llena de sueños por cumplir. Era el 2012 y se encontraba en un lugar donde predomina “la gente blanca”, quienes cada que acudía al Target, lo miraban fijamente y discriminaban cada vez que intentaba hablar en inglés. 

Entonces, la discriminación no era como ahora, recuerda. Desde que volvió Donald Trump a la presidencia, Oscar explica que la misión del presidente es recuperar América a base de expulsar a cada inmigrante –con especial atención en los latinoamericanos–. 

“El primer Trump, de los 4 años, yo siento que fue alguien calmado, alguien que se enfocó realmente en los problemas de Estados Unidos en base a la economía. Alguien que vino y puso orden”, dice Oscar. 

En su primer gobierno, de enero del 2017 a enero de 2021, Donald Trump mejoró carreteras, puentes e implementó programas en beneficio de los estadounidenses, según da testimonio Oscar. Pero este “nuevo Trump”, como lo llama Oscar, es impredecible.

“El Trump que viene hoy, yo me atrevo a decir que es un Trump radical, totalmente diferente y realmente impredecible porque no sabes qué va a hacer mañana”, explica. 

Con estas nuevas medidas y la llegada de más discriminación, ha hecho, en primer lugar, que algunos migrantes no acudan a trabajar por varios días por miedo de ser deportados. Oscar, quien es chef en jefe, no puede faltar a su trabajo a pesar de tener miedo. 

No es sólo porque la cocina que dirige depende completamente de él, o porque sin él no salgan las órdenes, no se surta la comida o no se hagan las cuentas, sino porque, al faltar y renunciar a la carrera que le costó 11 años construir, perdería el trabajo que le ha dado estabilidad, donde encontró una pasión, confianza en sí mismo y que le permitió ganarse la confianza de los dueños del restaurante. 

El peor momento para migrar 

Tras las deportaciones masivas, la comunidad migrante en Estados Unidos se ha unido en una manifestación colectiva llamada “un día sin migrantes”, la cual consiste en visibilizar, a través de no trabajar o comprar nada, su importancia en el país. 

“Nosotros venimos a hacer lo que ellos no quieren hacer. Nosotros venimos a sustentar una economía que ellos no quieren y que si lo hacen, quieren todo como ellos quieren, ¿no? Con su paga normal, con sus beneficios, con todo lo que ellos pueden reclamar pero que uno no”, explica Oscar. 

Oscar, que es residente en Estados Unidos, goza con privilegios que los migrantes indocumentados no tienen, como lo es el acceso al seguro médico y social, residir y trabajar libremente en el país indefinidamente, y otros. Sin embargo, estos le pueden ser retirados en caso de cometer alguna falta en el país. Por políticas del nuevo gobierno, por ejemplo, Oscar podría perder su green card incluso por un foco fundido, por no llevar un buen limpiador de parabrisas o por pasarse un semáforo en rojo

Por esto, Oscar le dice a los veracruzanos y demás mexicanos que piensen en residir en Estados Unidos en este momento, que no lo hagan; porque en este país, en el que ha hecho su vida, su carrera y en donde tiene a su familia, ya no es seguro ni para residentes como él. 

“Quisiera decirle a toda la comunidad y a todos mis paisanos que si están pensando en venirse ahorita, creo yo que no es el mejor momento, que no es lo más conveniente, porque la frontera está más vigilada que nunca. Está peligroso, ¿a qué se exponen? A que vengan, a que los agarren y los detengan y quién sabe cuánto tiempo los vayan a tener o qué vaya a pasar. Simplemente no vengan a exponerse, no vengan, digamos, a entregarse y a perder su dinero y su tiempo”. 

El plan B en el que obligaron a pensar 

Hacía años que Oscar no sentía el miedo a ser deportado. Desde que vive en una ciudad santuario como Illinois y desde que se hizo residente con ayuda de su exesposa hace casi 3 años, Oscar vivía casi despreocupado. Salía con su familia, jugaba futbol y visitaba restaurantes por las noches. 

Regresaba, descansaba e iniciaba su rutina para un nuevo día de trabajo en la ciudad en la que vive, en la que tiene un auto, una licencia para conducir y su propio departamento. Sin embargo, desde que las redadas llenaron sus redes sociales y desde que conocidos preguntan por algún migrante para ocupar un puesto de trabajo, Oscar ha tenido que repensar las cosas. 

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Antes de llegar a Estados Unidos, Oscar vivía en el municipio de Santa María Tatetla, comunidad ubicada a casi dos horas de la capital donde las actividades agrícolas son el único sustento. Ahí, con 18 años y la preparatoria hasta el cuarto semestre, Oscar se dedicaba a cosechar maíz, a cuidar el ganado, a recoger leña y pasto para alimentar a los animales de sus abuelos.   

Con trabajo constante, Oscar logró hacerse de una casa en su localidad, de mandarle dinero a sus familiares y de vivir cómodamente en un país donde ya maneja el idioma en un 70 u 80 por ciento, según sus cuentas propias. La casa en Santa María Tatetla la construyó porque pensaba regresar a Veracruz con su familia en algún momento, pero desde que se enamoró, casó e hizo padre, esos planes no volvieron a su mente.  

En esta, ahora estaba el cuidar a sus hijos, continuar con su carrera de chef, legalizarse en el país donde construyo una vida y, por qué no, tener su propio restaurante. Planes que aún espera cumplir, pero que ha tenido aplazar por la situación política en que Estados Unidos se encuentra. 

Su plan de respaldo en caso de ser deportado, que aún no tiene tanta claridad, consiste en darle dinero a su mamá para que ella pueda enviárselo en caso de regresar a México. Una vez ahí, regresaría a su municipio y, dependiendo de cómo esté la situación económica allá, decidiría si abrir un negocio de comida en alguna ciudad como Veracruz, Xalapa o México. 

Sin embargo, mientras espera a que esto nunca ocurra y mientras que observa que los migrantes dejan de llegar a Estados Unidos para conseguir “el sueño americano”, Oscar Viña continúa con su trabajo de 7:00 a 21:00 horas, luego de que el último cliente del restaurante de haya ido.

mb