HISTORIA

Claudio fue volador de Papantla por más de 60 años; por su edad, sobrevive siendo danzante

Con 79 años, Claudio camina día con día en Papantla tocando su flauta y tambor para recaudar unas monedas; por más de 60 años fue volador

Claudio fue volador de Papantla por más de 60 años; por su edad, sobrevive siendo danzante
Claudio García.Claudio fue volador de Papantla por más de 60 años; por su edad, sobrevive siendo danzanteCréditos: Juan Olmedo
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PAPANTLA, VER.- Desde los 12 años, Claudio García García inició como volador de Papantla en el norte de Veracruz. A sus 79 años, se niega a dejar de ser volador, sin embargo, por su edad, ya no le es posible surcar los aires, por lo que día con día se mantiene siendo danzante en los comercios de la ciudad.

Claudio García García es originario de la comunidad Vista Hermosa de Madero, perteneciente a Papantla, municipio ubicado al norte de Veracruz. En entrevista con este medio de comunicación, el volador y danzante tradicional compartió un poco de su experiencia siendo volador y danzante, así como las dificultades económicas a la que se ha presentado debido a que no es una actividad bien remunerada en su municipio.

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Don Claudio, como es conocido en su municipio, inició a los 12 años en la tradición de los danzantes y voladores de Papantla, pues entre sus familiares, la mayoría practicaban esta tradición. Contó que por más de 60 años practicó en el ritual como Caporal, rango máximo de esta ceremonia que fue declarada por la UNESCO, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2009. 

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en el transcurso de la ceremonia de los voladores de Papantla, cuatro jóvenes trepan por un mástil de 18 a 40 metros de alto fabricado con el tronco de un árbol recién cortado en el bosque tras haber implorado el perdón del dios de la montaña. Sentado en la plataforma que remata el mástil, un quinto hombre, el caporal, toca con una flauta y un tambor melodías en honor del sol, así como de los cuatro vientos y puntos cardinales.

Después de este acto de invocación, los danzantes se lanzan al vacío desde la plataforma a la que están atados por largas cuerdas, giran imitando el vuelo de los pájaros mientras la cuerda se desenrolla, y van descendiendo paulatinamente hasta el suelo. Cada variante de la danza ritual de los voladores representa un medio de hacer revivir el mito del universo, de modo que esta ceremonia expresa la visión del mundo y los valores de la comunidad, propicia la comunicación con los dioses e impetra la prosperidad. 

En sus años como danzante, Claudio García pudo recorrer los 32 estados de la República Mexicana, sin embargo, lamentó que fuera de su tierra son más valorados que en Papantla. García García criticó que en esas seis décadas, nunca recibió un apoyo gubernamental, no tuvo seguridad social y por ende, se tuvo que ver obligado a tener que combinar la agricultura con su pasión por las tradiciones de su municipio para así poder subsistir.

"Durante algún tiempo yo viví en Cancún, allá nos dieron la oportunidad de trabajar, se ganaba muy bien, hasta 4 mil pesos en un día, nos daban alimentos, dónde dormir, allá sí se nos apoya, se nos quiere y nos cuidan mucho, pero tuve que regresar, ya eran muchos años lejos de mi familia y no hubo vuelta atrás", cuenta mientras degusta de un café.

Con tristeza, Claudio recuerda haber tenido un encuentro muy cercano con la muerte, pues de forma repentina, su organismo empezó a tener dificultades, por lo que le costaba poder ejecutar la danza, incluso, -cuenta- que en una ocasión se mareó estando en la parte más alta del mástil, parado sobre la "manzana", por lo que tuvo que bajar con la ayuda de sus compañeros.

A pesar de las complicaciones que tuvo y dejar a un lado ser volador por un tiempo, Claudio logró sobreponerse y finalmente pudo volver a ponerse el traje, mismo que hasta el día de hoy porta con orgullo, lo que le ha permitido mantener viva la herencia cultural que sus padres le inculcaron desde la niñez. En danzante lucha para que estas tradiciones no se pierdan.

Por su edad, Gonzalo ya no puede volar o trabajar en el campo, sin embargo, día con día sale a las calles de Papantla con su traje, flauta y tambor para poder recaudar unas monedas y subsistir. El danzante, firme con su vocación, seguirá recorriendo las calles del municipio papanteco y seguirá tocando su flauta.

"A veces juntas como 70 o 100 pesos, la gente poco apoya, pero sigo buscando, sigo tocando mi flauta y mi tambor, así seguiré hasta que mis dioses me lo permitan", finalizó.

ch