Nuestra máxima autoridad administrativa electoral es el Instituto Nacional Electoral (INE) responsable de la organización y desarrollo de los procesos electorales federales y en coordinación con los institutos electorales locales, de las elecciones en las entidades federativas. Además, desde hace ya varios años, ha realizado diversos ejercicios de participación ciudadana e incluso ya hasta realizó la elección de dirigencias de un partido político.
Su más reciente compromiso fue llevar a buen puerto un proceso inédito en nuestro país: la elección de personas juzgadoras del Poder Judicial Federal y, junto con los institutos electorales de las entidades federativas, la elección de los poderes judiciales en 19 estados.
Así, en sus más de 30 años de vida ha acumulado una enorme experiencia que le ha valido obtener la confianza ciudadana.
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En este contexto, hay que reconocerle al INE que en muchas ocasiones ha pugnado por el fortalecimiento de los derechos político-electorales de las ciudadanas y ciudadanos a través del impulso de empoderar a la mujer con su presencia en la representación política; ha fortalecido los criterios de paridad que garantizan progresivamente la visibilidad en condiciones similares a la de los hombres; ha impulsado esquemas que busquen erradicar la violencia política de género; ha pugnado por la presencia de grupos vulnerables a través de la implementación de acciones afirmativas; ha generado programas que han tenido el objetivo de que todos los segmentos de la población participen con su voto en elecciones; ha realizado múltiples estudios que han servido para comprender las motivaciones de participación de las personas electorales; ha impulsado esquemas de educación cívica para las generaciones futuras, entre muchos tareas más.
En esta ocasión, quiero resaltar un aspecto que me parece de lo más relevante: la modernización de diversos procesos clave para el óptimo desarrollo de los procesos electorales.
Ahí está por ejemplo la implementación del voto por internet que las y los mexicanos residentes en el extranjero tienen como opción de votación, además del voto postal o presencial en consulados. Este esquema de votación en nuestra opinión representa el eje estratégico que el INE no solo debe seguir impulsando, también debe desarrollar, basándose en diversas determinaciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al interior de la República garantizando con ello derechos igualitarios para las y los mexicanos que radican en el extranjero y los que vivimos en México.
No obstante, lo óptimo sería que, ahora que está en la agenda pública la temática de la Reforma Electoral, que el Legislativo lo incorporara plenamente a la legislación electoral. De hacerlo estaría abonando justamente a la modernización de los procesos electorales, de dotar al INE de un mayor potencial para la emisión de resultados prácticamente en tiempo real y generando, en un mediano plazo, un ahorro presupuestal.
Asimismo, el INE debe avanzar plenamente, y no como lo ha hecho hasta ahora, en la implementación de la urna electrónica que ha mostrado sus bondades sobre todo a nivel local.
Consideramos un gran acierto que el INE haya iniciado la Estrategia de Transformación Digital que incluye 7 proyectos y 12 iniciativas para modernizar sus servicios registrales y fortalecer con ello la identidad nacional. Esto permitirá explorar los alcances de la emisión de una credencial para votar digital, padrón y listados nominales digitales, entre otros.
El INE, avanza en la modernización de los procedimientos que llevarán a buen puerto las elecciones en nuestro país. Ahora falta que el Legislativo se ponga a la altura de las instituciones democráticas.
