El caso de los dos cantantes colombianos encontrados asesinados en México evidenció que al crimen organizado se le debe atacar coordinadamente y compartiendo esfuerzos entre las naciones, porque ellos, se están imponiendo en estos momentos.
Después de que el presidente de Colombia, Gustavo Petro urgiera a la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum a encontrarlos con vida, dejó en clara evidencia la descomposición de nuestras sociedades, desde la Patagonia, hasta Canadá… Y el creciente empoderamiento del crimen organizado en todo el continente americano.
En un primer mensaje, Petro responsabilizó, aún cuando se desconocía el paradero de los músicos: “las mafias multinacionales crecen en nuestro continente, por el consumo desaforado de drogas en los EU”. Un error diplomático importante, cuando en todo el mundo es sabido que Colombia ha sido uno de los países por excelencia en la producción de drogas y asentamiento de cárteles.
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De hecho, recordemos que el hijo de Gustavo Petro, Nicolás, enfrenta acusaciones formales de lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Incluso se investigó que en la campaña del actual presidente hubo dinero de procedencia ilícita. Es decir, su autoridad moral no está para andar sermoneando cuando entre sus fronteras navegan entre la impunidad.
En respuesta, el Subsecretario de Estado de los Estados Unidos, Christopher Landau, apuntó: “da pena ajena ver a un Jefe de Estado comportándose de esta manera grosera, echándole la culpa a EU por la desaparición de dos de sus ciudadanos en México”.
Petro le echó más sal a la herida. Después de confirmarse en México la muerte de los jóvenes remató, “la mafia internacional fortalecida por la estúpida política militar y prohibicionista, llamada guerra contra las drogas”.
Mientras todo esto pasaba, días antes, llegaba a México, expulsado de Paraguay, el tabasqueño Hernán Bermúdez Requena, quién encabezó el gobierno de Tabasco en materia de seguridad durante exactamente 5 años, de 2019 a 2024 y quien es acusado de asociación delictuosa, extorsión y secuestro agravado, delincuencia organizada, tráfico y acopio de armas, y huachicoleo. Se señaló que tras su huida a Sudamérica intentaba reorganizar su célula criminal desde una residencia de lujo.
En medio de todo esto el gobierno de Donald Trump envió un importante número de buques de guerra al Caribe para combatir, primero, el trasiego de droga proveniente de Venezuela, y en segundo lugar, a Nicolás Maduro, acusado de narcoterrorista por estar detrás del cártel de los Soles.
En Estados Unidos, la venta y consumo de drogas es una industria multimillonaria. En el mundo, el negocio de la droga ilícita alcanza aproximadamente los 400 mil millones de dólares anuales, pero los estadounidenses son los principales consumidores globales, al alcanzar entre el 30 y 40% del total, es decir, en el norte del continente se encuentra el mayor negocio del mundo.
Hay entre 30 y 50 cárteles y organizaciones transnacionales de tráfico de drogas en América, concentrados en México, Colombia, Centroamérica y el Caribe. Esta cifra incluye solo los grupos más grandes y notorios; si se suman facciones menores, pandillas aliadas y redes locales, el número podría superar las 200 en toda la región.
Mientras tanto, y el negocio avanza, cientos de personas mueren diariamente en todo el continente acechados por una violencia extrema a manos de los cárteles de la droga multinacional.