Quiero patear el bote en la bella ciudad de Montevideo, Uruguay, pero no encuentro ninguno en las calles, entonces camino deteniéndome a admirar cada rincón. Se siente una especie de magia al recorrerla, parece que me tropiezo con letras de poesía, con relatos que estremecen, que comprometen. Se sienten por todas partes las presencias ausentes de Mario Benedetti, Eduardo Galeano y de incontables poetas y novelistas uruguayos.
Llego a un encuentro lleno de contrastes convocado por la Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y de la Asociación Uruguaya de Derecho del Trabajo que reúne a 600 juristas, todos ellos especialistas en materia laboral de 21 países. Pareciera por la formalidad de la vestimenta de sus asistentes, que me encontraría con un rosario de leyes frías, con intercambio de insensatas jurisprudencias, y no, fue todo lo contrario.
Las personas fueron el sustantivo del encuentro de abogados, ante un mundo atrapado por la robotización, la inteligencia artificial, las plataformas digitales, la embestida generalizada contra los sindicatos y la contratación colectiva para abaratar la fuerza de trabajo.
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Los jóvenes en el mundo laboral fueron motivo de análisis especial. La visión que tienen de priorizar lo inmediato. De no reconocerse como subordinados, aunque lo sean. Rehúsan ser llamados trabajadores, corrigen a quien pretenda llamarlos así. No les importa no cotizar en la seguridad social, no porque no requieran esa protección, sino porque consideran que nunca la van a necesitar. La muerte para ellos es lejana, la enfermedad y la vejez también.
Para los jóvenes, los sindicatos no son atractivos, los identifican con corrupción y gangsterismo. Ven a los dirigentes gremiales como en una nube, con un idioma inaccesible, alejados de su realidad. No hay espacio para ellos, sino para el reclamo en su contra. Los sindicatos les son indiferentes porque son gregarios y no encumbran la individualidad, el “yo” que ellos necesitan para destacar.
Entender el mundo laboral desde la mirada de los jóvenes, no sólo implica reconocer su distancia con las estructuras tradicionales, sino aceptar que, para ellos el trabajo ya no es su identidad, sino circunstancia.
En el Congreso se resaltó la importancia del comercio internacional, de las empresas transnacionales, de los grandes corporativos que son capaces de imponer sus propias reglas laborales, aún por encima de las que supuestamente rigen en cada país. Son estas empresas mundiales las que imponen, o tratan de reducir a como dé lugar la fuerza sindical. Si existieran los sindicatos de trabajadores, hacerlos trizas, y de ser posible reducirlos a polvo, para que su fuerza se disuelva por completo.
Convertirlos en sindicatos pequeños en caso de existir, con contratación colectiva por centro de trabajo y no por rama industrial. Que los gremios sean siempre minoría ante la masa de no sindicalizados. Alejar a los trabajadores de toda forma de reconocimiento de sus derechos laborales, que sigan siendo esos libertarios sin prestaciones ni seguridad social.
En el evento estuvo el reconocido jurista Lance Compa, de origen estadounidense, catedrático universitario y abogado de sindicatos. Él destacó la importancia del uso de mecanismos internacionales para fortalecer las organizaciones de trabajadores, porque el derecho del trabajo, la organización obrera, el salario, la estabilidad en el empleo, la seguridad social y la contratación colectiva tienen un origen universal. Debe ser la acción combinada de la fuerza sindical, capacitación constante, el uso de herramientas legales nacionales, pero con énfasis internacional, y sobre todo el de la unión sindical a nivel global.
Me impactó la sensibilidad de los abogados reunidos en Montevideo y coincidir en su preocupación de cómo las plataformas digitales rehuyen en todo momento la formalización de sus trabajadores. Pudimos comentar la legislación mexicana que va en la tendencia impuesta por los dueños de esas aplicaciones para que sus “colaboradores” sigan siendo fantasmas y no trabajadores. Lamentar la destrucción del derecho laboral y de la seguridad social que se hace en México con leyes que se escribieron con la pluma del patrón.
Pude conocer los juzgados laborales de la región, que a pesar de ser modestos en su estructura parecen ser más eficientes que los que sufrimos en México abandonados por el Estado, cada vez con más rezago y carencia de recursos económicos.
Destacó la presencia del mexicano Alfredo Sánchez Castañeda quien señaló su preocupación de cómo el derecho laboral se va haciendo pequeño ante la realidad. Habló del “elefante en la sala”, de la inocultable y creciente informalidad que va destruyendo lo colectivo y priorizando lo individual. Destacó que es importante para los trabajadores conocer sus derechos y de esa manera defenderlos, son los que el patrón esconde en la profundidad de los pantanos para que sean ignorados. Él enfatiza hacer del conocimiento de sus derechos, su fuerza.
Estuvo el magistral César Carballo, jurista venezolano, animando a la organización sindical y haciendo una crítica a los abogados que de pronto se convierten en hechiceros, para hacer y desaparecer derechos. El trabajador de plataformas digitales a pesar de que está a la vista de todos, subordinado en una relación laboral, en el enjambre legal se les concibe como “independientes”, para anular sus derechos laborales.
No cabe duda que los abogados y los obreros, también pueden soñar y luchar por un mundo mejor.
De otros avatares
A quienes vi imparables fue a mis amigos los mexicanos Federico Anaya Ojeda y Gabriela Moreno cargando en sus mochilas, repletas de libros, presumiendo a decenas de autores internacionales y afiliando hasta por arriba de las mesas a abogados al Instituto Latinoamericano de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social (ILTRAS), organización cada vez con más fortaleza internacional.
También saludar a mi amigo Hugo Barreto, académico y Subsecretario de Trabajo del gobierno uruguayo trabajando en fortalecer la libertad y negociación colectiva en todas las instancias internacionales para alcanzar la dignidad del trabajo.
