Quizá uno de los elementos más representativos de la crisis que vive el sistema de justicia laboral mexicano, es el creciente número de demandas presentadas en los juzgados laborales, tanto locales como federales. Imagínense, es como ver a miles de chapulines saltando en suelo caliente, al rojo vivo, intentando buscar una salida, donde solo unos cuantos lentamente lo pueden hacer.
Apenas este primero de mayo en que se cumplieron 6 años de la reforma laboral y en que transcurrieron en promedio 3 años con 7 meses de la instalación de los tribunales laborales, esos donde aparecen algunos jueces con birrete y la toga caída, se habían acumulado 498 mil 584 expedientes, casi medio millón.
Para este sábado 21 de junio en que hacíamos un recuento de las demandas presentadas, la cifra había ascendido a 551 mil 265 expedientes. En los 50 días transcurridos, la cantidad había crecido en mil expedientes por día, con la suma de los tribunales locales y federales.
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El que se aumenten mil demandas más por cada día, en promedio, es preocupante porque su crecimiento no ha correspondido con el número de juzgadores que hay en el país, 130 en el ámbito federal y 250 a nivel local.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) reporta que a la fecha se han presentado 206 mil 156 (37.39%) demandas presentadas en el ámbito federal, y 345 mil 109 (62.61%) a nivel local en las 32 entidades federativas, sumando el total de 551 mil 265 expedientes.
Algunas entidades federativas enfrentan serios problemas de cúmulos de expedientes sin que haya una respuesta por parte de la Cámara de Diputados ni de los Congresos locales para aportar más recursos económicos.
El siguiente cuadro evidencia a las entidades con el mayor número de casos:
Llama la atención entre los casos del Estado de México y de la Ciudad de México suman 121 mil 023 casos que representan el 21.95% sobre el total de entidades del cuadro anterior, da la suma de 401 mil 407 casos, es decir, es el 72.81% de las 32 entidades del país.
Más allá de las cifras hemos llegado en poco tiempo a un rompimiento del objetivo que se propuso con la reforma laboral sobre que los juicios laborales se pudieran resolver en promedio en 7 meses. En promedio los juicios tardan hasta un año para que puedan elaborar un primer acuerdo sobre la admisión de la demanda, sin embargo, he recibido denuncias de tardanzas de más de 16 meses.
A simple vista, pareciera ser que estamos mejor cuando en realidad, es peor. Las Juntas de Conciliación y Arbitraje tenían la virtud de celebrar 10 o hasta 15 audiencias a la vez, hasta 70 en un día.
Ahora los jueces, quienes hasta han perdido el birrete de tanto trabajo, apenas pueden llevar como máximo tres audiencias por día, y el cúmulo de juicios se va acumulando día con día sin que haya miramiento alguno por parte del gobierno.
Ojalá como decía al principio, los expedientes fueran chapulines queriendo salir en un comal al rojo vivo, pero se trata de personas violentadas en sus derechos, de quienes sufrieron un riesgo de trabajo, o de quienes fallecieron y a través de sus familias demandan justicia y los juicios se prolongan por el tiempo hasta el infinito, sin que haya respuesta alguna.
Es lamentable que haya ausencia del Estado, y que no se entienda ni exista la mínima preocupación de cómo hacer funcionar los aparatos de justicia de manera eficiente. También es obligación de todo gobierno que se presuma de congruente, aunque en la realidad existe una inestable y deficiente impartición de justicia laboral, que trastoca y violenta las fibras más sensibles de los trabajadores: sus derechos humanos y laborales.
De otros Avatares
Merecen un reconocimiento los servidores públicos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en la Ciudad de México que mantuvieron un campamento de protesta durante 18 días para que fuera respetada su dignidad como trabajadores.
Dieron un ejemplo de que no importa que el patrón sea el propio gobierno. Que éste debe entender que su obligación es respetar la ley y a sus trabajadores, una lección que ojalá sea aprendida. Nuestras felicitaciones a tan dignos luchadores.