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¿Ha vuelto la dictadura perfecta?

Si creemos hoy en lo dicho por Mario Vargas Llosa en 2011, “el tiempo de la dictadura perfecta quedó atrás, afortunadamente”. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

La lamentable muerte de Mario Vargas Llosa puso de nuevo en el debate público la frase con la que definió a nuestro sistema político, a principios de la década de los noventa: “México es la dictadura perfecta”. 

Aunque su impactante afirmación la “corrigió” 20 años después, el revuelo que causó con su análisis no sólo molestó al gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Se convirtió en bandera retórica de algunos partidos de oposición.

Pocas frases han tenido un impacto comunicacional tan grande en nuestra historia. Muy pocas, también, han generado una polarización tan interesante. Sin importar que un escritor y político extranjero la dijera en nuestro territorio, la simpatía que generó se convirtió en un momento simbólico de la comunicación política.

Si recordamos la buena situación económica que vivía el país en ese momento, y el alto nivel de popularidad que tenía el expresidente Salinas, el diagnóstico resultaba una inquietante provocación al Estado mexicano. Pero Vargas Llosa lo resistió sin mayores problemas.

Por si no lo leíste: Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura 2010, muere en Perú a los 89 años.

El argumento de Vargas Llosa partía de una combinación de premisas verdaderas y falsas. Los límites entre la realidad y la ficción facilitaban el debate. Por esta razón, el diagnóstico que el escritor presentaba era inaceptable para el grupo en el poder y un arma potente para quienes veían al primer mandatario como una figura extremadamente poderosa.

“La dictadura perfecta —dijo— no es el comunismo, no es la URSS, no es Fidel Castro. Es México, porque es una dictadura —de tal modo camuflada— que llega a parecer que no lo es, pero que de hecho tiene, si uno escarba, todas las características de una dictadura.

Y fue más allá: La dictadura perfecta no significa en México la permanencia de un solo hombre en el poder, “pero sí de un partido, un partido que es inamovible”: el PRI. “Un partido que concede suficiente espacio para la crítica […], pero suprime por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia.

Consulta: Elisa Chuliá. "Opinión pública, democracia y dictadura", en Anales de la Cátedra Francisco Suárez 34, (2000), pp. 45-60. 

En ese entonces, durante los tiempos de la supremacía de los programas sociales encabezados por Solidaridad, el PRI parecía invencible. ¿A qué venía, entonces, la crítica de Vargas Llosa si las encuestas mostraban la fortaleza del Poder Ejecutivo y el músculo de una estructura social que un año después arrasaría en las urnas y desdibujaría a la oposición?

La respuesta de Octavio Paz a la provocación sería de inmediato y en el mismo foro. Dijo el otro premio Nobel, de acuerdo con la cita de Enrique Krauze: “El PRI es un partido hegemónico (no dictatorial) surgido de una revolución (es decir, dotado de una raigambre popular de origen) y cuyo acierto (a diferencia de casos homólogos de Francia o Rusia) fue evitar los males de la guerra civil y el cesarismo revolucionario”.

En el marco de este choque de ideas, nadie imaginaba que México estaba a muy pocos años de entrar a una de sus peores crisis del siglo XX: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el de José Francisco Ruiz Massieu, la declaración de guerra del EZLN contra el Estado mexicano y los “errores de diciembre”, entre otros grandes problemas, catalizaron la primera gran derrota del PRI en las elecciones del 2 mil.

Te recomendamos: Enrique Krauze. "La dictadura perfecta", 11/11/2022.

A final de cuentas, Vargas Llosa se equivocó cuando dijo que el PRI era “inamovible”. La dictadura de 70 años se derrumbó y abrió paso a la alternancia y a un nuevo modelo de democracia, con instituciones independientes que actuaban como contrapesos. Ninguna dictadura es eterna.

En cambio, Octavio Paz fue visionario al identificar el principal dilema del PRI en ese momento crucial en la vida nacional: el PRI “se transforma y se democratiza, o bien desaparece”. ¿Alguien sabe hoy dónde está el PRI? ¿Cuál es su futuro? ¿Y qué sucede hoy con la oposición?

Guardadas las enormes proporciones, porque 35 años sí es mucho, conviene reflexionar lo dicho por Octavio Paz cuando refutó a Vargas Llosa, sólo cambiando el nombre del partido y sustituyendo los conceptos clave de su mensaje: Morena es un movimiento hegemónico (no dictatorial) surgido de una elección legítima (es decir, dotado de una raigambre popular de origen) y cuyo acierto (a diferencia de casos homólogos de Francia o Rusia) es evitar los males de la guerra civil y el cesarismo revolucionario”.

Si la situación todavía es así, ¿por cuánto tiempo se podría mantener? El hecho de que algunos hagan el intento por volver a un modelo de "dictadura perfecta” (ya sea por interés o ignorancia), no significa que tengan las posibilidades de lograrlo. Morena no es el PRI ni México tiene las mismas condiciones económicas, políticas y sociales de hace 35 años.

Recomendación editorial: Mario Vargas Llosa. La civilización del espectáculo. Madrid, España: Editorial Alfaguara, 2012.

 

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata