GUERRA EN UCRANIA

Paz en Ucrania

Estados Unidos abre el diálogo con Rusia dejando una estela de furia en Europa. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

Hay mucho que criticarle a Trump, pero no en este artículo. Hace en cambio algo sumamente positivo; está dispuesto a acabar la guerra en Ucrania. Nos aleja del riesgo gravísimo de un conflicto nuclear entre grandes potencias que nos tenía más cerca de la catástrofe que la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

Hasta ahora se consideraba una traición hablar con el enemigo. Biden, desde su pretendida pureza ideológica, se negó durante años a dialogar con Putin, el presidente ruso. En cuanto a Zelensky, el presidente de Ucrania, y la mayoría de los líderes europeos se alinearon y se negaron al diálogo.

Fue esta traba la que rompió Donald Trump. Desde antes de llegar a la presidencia norteamericana declaró que el acabaría con la guerra en un día. Una bravuconada que se sabía imposible y que contribuyó a descalificar la seriedad de sus intenciones. Saber que no era posible hacerlo en un día llevó a no creerle. Cierto que exageró, pero no mintió. El hecho es que, para asombro del mundo, y enojo de los que desean la continuidad de la guerra, ha iniciado un proceso hacia la paz.

 Y el truco, que no lo es, consistió en simplemente abrir la comunicación con Rusia. No fue difícil dado que Putin siempre se declaró dispuesto a la negociación.

El 12 de febrero Trump sostuvo “una larga y productiva” conversación con Putin en la que acordaron designar a sus equipos respectivos que iniciarían negociaciones en Arabia Saudita. La conversación ocurrió sin aviso previo y de hecho mediante una estratagema que logró evadir el sabotaje de los líderes internos y externos comprometidos con la guerra.

El 27 de noviembre de 2024 Trump nombró a Keith Kellog, un general de tres estrellas retirado, como su enviado especial para Ucrania y Rusia. Uso a Kellog, que es un exponente de la política de “Paz mediante la fuerza”. Durante meses Kellog viajó de manera llamativa dialogando con líderes europeos para acordar sus condiciones para la paz: como la entrada postergada de Ucrania a la OTAN; la recuperación de los territorios que ocupa Rusia; el cese al fuego incondicional; las fuerzas militares europeas dentro de Ucrania; y garantías militares a la seguridad de Ucrania. Todas ellas propuestas inaceptables para Rusia. Pero Kellog era, sin saberlo, una mera distracción.

Por otro lado, con un bajo perfil, otro enviado de Trump, el mil millonario Steve Witkoff, visitó Moscú el 11 de febrero con la aparente sencilla misión de acordar un intercambio de prisioneros. Witkoff le llevó a Putin el verdadero mensaje de Trump que abrió la puerta a la conversación telefónica entre ambos.

La reacción de los líderes europeos y de la Comisión Europea fue fúrica. Era inaceptable tener tratos con un dictador invasor al que había que seguir tratando de destituir.

Ante ello el 14 de febrero el vicepresidente Vance les dio a los europeos un duro “estate quieto” en su discurso en la Conferencia sobre Seguridad en Munich. Ante una mayoría de muy condecorados señaló que la verdadera amenaza para Europa no provenía de Rusia o de China, sino que era interna y se originaba en que Europa se había alejado de valores fundamentales como democracia, libertad de expresión y respeto a la voluntad popular en las elecciones. Así eliminó el argumento de que se luchaba contra Rusia en defensa de la democracia.

Trump fue muy criticado por “conceder”, en palabras de su secretario de defensa, que Ucrania no entrará a la OTAN ni ahora ni nunca y señalar que no es realista esperar que Ucrania recupere los territorios ocupados por Rusia. Pero estas no son concesiones reales sino hechos indiscutibles de la realidad. No se podía entrar a negociar con Rusia si se iba a insistir en lo imposible.

En el encuentro de los dos equipos, Rusia y Estados Unidos, en Arabia Saudita se acordó reestablecer el funcionamiento normal de las embajadas de ambos países. Recordemos que la embajada rusa en Washington tenía congeladas sus cuentas bancarias y no podía operar. También se delinearon temas de diálogo globales que van más allá de Ucrania; acuerdos generales de paz y control de armamento; control de la inteligencia artificial, e incluso posibles inversiones norteamericanas en Rusia. Es decir, que no sólo se avanza hacia la paz sino mucho más allá a un acercamiento de ambas economías.

Lo que gana Trump es que con el acercamiento a Rusia intenta reequilibrar la cercanía entre Rusia y China; al alejarse de una guerra costosa y desentenderse de sus compromisos militares con Europa, puede reorientarse a otras prioridades dentro de Estados Unidos; libera sus capacidades bélicas y económicas para reorientarlas a fortalecer su posición en el Pacifico, es decir en la contención de China y, si más adelante elimina las sanciones a las exportaciones de energía rusa, podrán bajar los precios globales de la energía y de la gasolina en Estados Unidos.

Lo que ha hecho Trump deja una estela de furia en Europa, en particular entre los actuales líderes del Reino Unido, Francia, Alemania y Ucrania. Pero cabe prever que son, con otros más, almas en pena que serán removidos por sus pueblos conforme les vayan tocando elecciones.

 

Jorge Faljo

@JorgeFaljo