El Paquete Económico (PE) 2025 enfrenta retos que trascienden la coyuntura económica. La acelerada transición demográfica, inequidades sociales y un espacio fiscal cada vez más reducido plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo. Desde la perspectiva generacional, las decisiones fiscales actuales impactan no solo a las generaciones presentes, sino también a las futuras.
El PE 2025 propone una reducción real del 1.6% en el gasto público y un aumento del 5.4% en los ingresos, lo cual podría marcar el inicio de una consolidación fiscal. Es decir, si estas políticas se mantienen en los próximos años, es probable que se alcance un escenario con indicadores de la deuda pública estables o decrecientes, tanto como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) como en términos per cápita.
Sin embargo, este resultado viene acompañado de recortes en sectores clave como salud (-12.0%), educación (-1.2%) e inversión (-11.7%). Reducciones que comprometen la redistribución del ingreso, el crecimiento económico y el bienestar social, afectando especialmente a los hogares con menores recursos.
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Por ello, uno de los indicadores relevantes a considerar es la distribución de la carga fiscal entre generaciones. Antes del PE 2025, debido al histórico endeudamiento, las generaciones futuras, sostenían gran parte del gasto público. Ahora, los indicadores parecen mostrar una tendencia más estable, reduciendo (aunque no eliminando) la inequidad intergeneracional.
No obstante, el gasto público sigue enfrentando un espacio fiscal reducido y compromisos considerables, como el costo de la deuda, las pensiones, Pemex y las transferencias a los estados y municipios, entre otros. Esto dificulta la creación de políticas públicas nuevas y sostenibles que equilibren las cargas entre generaciones, evitando que las futuras generaciones carguen con los déficits actuales.
Además, es importante considerar las diferencias de género en el ciclo de vida fiscal: el 86% de las aportaciones fiscales proviene de los hombres, mientras que las mujeres, con menor participación en el mercado laboral formal y salarios más bajos, aportan solo el 14%. Esto debería motivar la creación de políticas que fomenten la equidad de género y la participación de las mujeres en el mercado laboral, lo cual podría tener un impacto considerable en la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
El mensaje es claro: urge rediseñar la política fiscal para que sean sostenible y equitativa desde la perspectiva generacional. Esto implica priorizar rubros esenciales como salud, educación e inversión pública, así como elevar la actualmente baja productividad laboral. El llamado es a comprender la política fiscal desde sus componentes más fundamentales: la población y su ciclo de vida fiscal. Así podremos construir políticas públicas que no solo respondan a los retos actuales, sino que también aseguren un futuro sostenible y equitativo para todas las generaciones.
Ricardo Cantú Calderón*
Es doctor en Política Pública y maestro en Economía y Política Pública por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Es un programador apasionado y auto-didacta, creyente de que se pueden democratizar las finanzas públicas. Es por esto que desarrolló el Simulador Fiscal CIEP: herramienta en línea que permite a sus usuarios, de manera gratuita, hacer propuestas de política pública y entender sus consecuencias en la redistribución del ingreso y sostenibilidad fiscal. Ha laborado con instituciones como el Global Development Network, East-West Center, Universidad de Harvard y el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. Es co-fundador del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A.C. (CIEP).Quiere que todos los niños y niñas nazcan libres de deuda.