Mientras el régimen morenista intenta mañosamente obtener una mayoría más abultada de lo que la ciudadanía concedió en la elección, al mismo tiempo se pretende negar la representación que corresponde a Movimiento Ciudadano, de acuerdo a lo que el electorado determinó en junio pasado.
Este 23 de agosto el INE sesionará para determinar lo relativo a la distribución de escaños de representación proporcional en el Congreso federal. Y entre mucho ruido que varios interesados pretenden intensificar, aparentemente se pierde de vista un tema fundamental: cada voto debe valer lo mismo.
Parece una verdad simple, un asunto que no está en discusión, pero en realidad en las últimas semanas hay intereses de todo tipo, desde la intención del régimen hasta lo que quieren los viejos partidos, que no ven los votos como la voluntad de la gente.
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Sencillo y reiterado: cada voto debe valer lo mismo. Se trata de la voluntad de las personas, y la voluntad de cada persona expresada en su voto tiene el mismo valor. Cada voto cuenta, o al menos debe contar.
Si estamos de acuerdo en esta verdad sencilla, estaremos también de acuerdo en que ningún acuerdo entre partidos, una componenda de cualquier especie, puede estar por encima de la Constitución, o del voto ciudadano.
Decir lo contrario (o peor, otorgar diferente valor a cada voto de acuerdo con la filiación o el interés particular) es injusto, antidemocrático y trastoca todo principio republicano.
No podríamos confiar en un proceso electoral si después de contar los votos se otorgase distinto valor a cada uno, de acuerdo con el color o carácter de quien los cuenta.
Si así fuera, entonces ¿para qué las elecciones? ¿para qué las campañas? ¿para qué los principios?
No se trata de espacios ni de cargos. Se trata de que todos los votos sean contados bien y que el resultado sea respetado por todas las personas, autoridades o no. En democracia, la voluntad popular no se distingue con colores ni ideologías.
Al reconocer el valor de nuestra democracia también lo hacemos con todos los elementos que la hacen posible: elecciones limpias, libres y votos bien contados. No estamos hablando de un juego sino de la definición del futuro de todas y de todos, por eso es tan importante no solo contar bien sino que esos conteos sean reconocidos.
Nuestra democracia se sostiene en la validez de sus procesos, en la legalidad de las acciones que llevan al voto ciudadano, y en el respeto que le damos a las instituciones y a los resultados. Las y los mexicanos confiamos en nuestras elecciones porque creemos que son auténticas, legales.
Por eso en el conteo no es lógico que un espacio de representación en las cámaras legislativas, de senadores o diputados, tenga distinto valor en votos para un partido que para una coalición, es tanto como reconocer votos de primera y de segunda y por lo tanto, ciudadanía de diferente nivel.
Para no caer en estos extremos falsarios, que los votos se cuenten bien. Y esto no es solo una cuestión numérica, se trata de la representación de las personas que acudimos a votar en las elecciones.
Como dice el lema: Que cada voto cuente.
Concluyo con una pregunta al INE: ¿qué le dirán a las ciudadanas y ciudadanos que participaron en el proceso, desde quienes acudieron a votar hasta quienes fueron funcionarios de casilla, si al final de cuentas ese esfuerzo no se valora al no contar todos los votos?