Seguramente muchos se niegan a reconocerlo, pero el mundo entero sabe que México es el país del “no pasa nada”.
Y es que “no pasa nada” a pesar de que México encabeza la lista mundial en niveles de violencia criminal y control del crimen organizado.
Sí, “no pasa nada” a pesar de que en la gestión de López Obrador han sido asesinados casi 200 mil ciudadanos en hechos violentos y no se castiga a nadie a pesar del fracaso en seguridad.
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Han desaparecido más de 50 mil mexicanos y no sólo “no pasa nada” sino que, desde el poder, se intenta “rasurar” la cifra real de desaparecidos.
“No pasa nada” en México, a pesar de la epidemia de feminicidios –estimaciones periodísticas calculan en 25 mil las mujeres asesinadas en la gestión de AMLO--, a pesar de que México tendrá “la primer presidenta”.
Tampoco “pasa nada”, a pesar de que en el sexenio han sido asesinados 78 periodistas y ningún responsable está en prisión; a pesar de que la titular de Seguridad Ciudadana es la reportera Rosa Icela Rodríguez.
Peor aún, las cifras oficiales sólo reconocen 26 muertes de periodistas, mientras que el autor material del atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva dice que su “delito” fue haber fallado en el crimen, ya que en México son impunes los crímenes de periodistas.
Y “no pasa nada”, cuando una mujer y líder empresarial, como Minerva Pérez Castro --presidenta de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera (Canainpesca)--, es asesinada en Ensenada, Baja California, horas después de haber denunciado la pesca ilegal en la región.
Y, claro, tampoco “pasa nada” ante la cobardía de las cámaras empresariales y de los empresarios a secas, quienes parecen ignorar que su silencio es parte de la complicidad criminal y que, mientras no hagan algo para frenar la violencia, en cualquier momento pueden ser los siguientes.
Y ahora las preguntas.
¿Por qué Rosa Icela Rodríguez sigue en el cargo de titular de Seguridad Pública federal, a pesar del fracaso escandaloso de la seguridad?
¿Por qué ninguna institución del Estado mexicano, como el Congreso de la Unión, ha solicitado su remoción del cargo, a pesar de la probada ineficacia de una periodista por demás mediocre, metida a la seguridad pública?
¿O será que la mediocridad de Rosa Icela y sus fracasos en la seguridad pública se premiaron con un cargo como el de secretaria de Gobernación, en la gestión de la impuesta Claudia Sheinbaum?
Lo cierto es que la futura titular de Gobernación será llevada al segundo cargo más importante del próximo gobierno para desempeñar el mismo empleo para el que por décadas estuvo al lado de AMLO.
Sí, seguirá siendo la “nana” de los hijos, los amigos y los aliados de López Obrador, quien será el verdadero mandarás en el próximo sexenio.
Es decir, que, desde el poderoso encargo de la gobernabilidad de México, Rosa Icela Rodríguez no sólo cuidará los negocios del “Clan” de los hijos de López Obrador, sino que se encargará de las venganzas, las persecuciones y, sobre todo, de anulas las potenciales traiciones.
Y para quienes no saben cual es el mérito que llevó a una mediocre reportera a ser una poderosa secretaria de Estado, aquí un fragmento del libro Diarismo, de Marco Lara Clahr, quien reseña la forma en que el diario La Jornada y sus reporteras se colocaron al servicio de López Obrador.
En las páginas 190, 191 y 192 del libro Diarismo, el autor relata un testimonio de los entretelones de la toma de pozos petroleros en Tabasco, por parte de López Obrador, en 1995, durante el gobierno de Ernesto Zedillo.
En esa ocasión, Lara Clahr acompañó a Tabasco al presidente del Consejo de Administración de la Jornada, Rodolfo F. Peña –ya fallecido–, quien también era compadre de Carmen Lira, la actual dueña del diario.
Así lo narra el también escritor: “Rodolfo Peña se hospedó en el Hotel Calinda Viva, de esa ciudad. Pasado el mediodía –cuando estaba por salir rumbo a la casa de Andrés Manuel–, intercambió unas palabras con una mujer acompañada de dos niños: la reportera Lourdes Galaz y los dos hijos de López Obrador, ella explicó que los llevaría de compras y luego al cine.
“Después de salir del hotel, Peña viajó rumbo a la casa de López Obrador, ubicada en el fraccionamiento Galaxias, en donde Rosa Icela Rodríguez comía apresuradamente en un rincón de la sala de la casa.
“Al ver entrar a Peña, Rosa Icela Rodríguez se puso de pie de un salto y saludó casi con gesto militar. Dijo: “Pues aquí estamos, al pie del cañón; no queremos que se lleven a Andrés Manuel; a ver cómo, pero no podemos permitirlo”.
“Los días siguientes, Rodolfo F. Peña recorrió los plantones ubicados en los accesos a los pozos mientras el reportero José Gil Olmos seguía los
acontecimientos afuera del Centro de Readaptación Social ubicado a las afueras de la capital tabasqueña.
“De las cinco personas que viajaron a Tabasco, trabajadores de La Jornada –Rosa Icela Rodríguez, Lourdes Galaz, Rodolfo F. Peña, José Gil Olmos y el narrador de los hechos–, únicamente uno cumplía un trabajo periodístico. Todos los demás eran militantes del movimiento de López Obrador. Y de eso han pasado más de 25 años”. (Fin de la cita)
Sí, Rosa Icela Rodríguez pasó de “nana” de los hijos de López Obrador, a fracasada secretaria de Seguridad Pública federal y, una vez en Gobernación será la “nana” de “El Clan” de López Obrador.
En pocas palabras, se encargará de cuidar que no vayan a prisión todos los ladrones del gobierno de AMLO; los hijos del presidente, los parientes del presidente y los amigos del presidente.
¿Así, o más claro?
Al tiempo.