En días recientes, el Presidente de la República, hizo una declaración que ha generado controversia y debate: plantear que jueces, magistrados y ministros no necesiten experiencia previa para ocupar dichos cargos. Según sus palabras, los recién egresados “están llenos de frescura, ideales y entusiasmo por hacer valer la ley”. Esta propuesta, lejos de fortalecer el sistema judicial, puede debilitar la calidad de la justicia en México.
Actualmente, para ser juez, magistrado o ministro en nuestro país, se requiere un mínimo de cinco años de experiencia profesional, y en el caso de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, diez años de haberse titulado como licenciados en derecho. Esta exigencia no es un mero formalismo burocrático; responde a la necesidad de asegurar que quienes ocupan estas posiciones clave tengan una comprensión profunda y práctica del derecho, adquirida a lo largo de años de trabajo y estudio. La experiencia proporciona a los juzgadores conocimientos teóricos y la capacidad de aplicar la ley de manera justa y equitativa en situaciones complejas y diversas.
Imaginemos por un momento un sistema judicial donde los jueces, magistrados y ministros carecen de experiencia. Las decisiones judiciales, que impactan de manera directa en la vida de las personas, podrían verse afectadas por la falta de criterio e información que solo se adquiere con los años. Un error judicial no solo puede significar la falta de acceso a la justicia para una persona, sino que puede tener repercusiones devastadoras en la confianza de la sociedad en sus instituciones.
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La frescura y el entusiasmo de los recién egresados son cualidades valiosas. Sin embargo, estas deben complementarse con la práctica y el conocimiento. El derecho es un campo complejo y en constante evolución, donde cada caso puede presentar desafíos únicos que requieren un juicio maduro y fundamentado. Sin la experiencia necesaria, los juzgadores podrían ser susceptibles a errores de interpretación, omisiones y decisiones precipitadas.
Además, es importante considerar que la experiencia profesional no solo se traduce en conocimiento técnico, sino también en habilidades interpersonales y de gestión que son esenciales para el desempeño eficaz en el Poder Judicial. La capacidad de manejar la presión, de resolver conflictos y de tomar decisiones equilibradas en situaciones difíciles son competencias que se desarrollan a lo largo de una carrera profesional.
En un contexto donde la justicia es un pilar fundamental de la democracia y el Estado de derecho, la propuesta de eliminar el requisito de experiencia para jueces, magistrados y ministros podría tener consecuencias negativas. La calidad de la justicia debe ser una prioridad, y para garantizarla, es indispensable contar con profesionales que tengan además de entusiasmo, la sabiduría y el conocimiento que solo los años de práctica pueden ofrecer.
La justicia es un valor fundamental que debe ser protegido y fortalecido. En este sentido, es crucial que sigamos valorando y exigiendo la experiencia como un requisito indispensable para quienes tienen la enorme responsabilidad de impartir justicia en nuestro país. Solo así podremos asegurar que nuestras instituciones judiciales sean fuertes, justas y confiables, garantizando los derechos de todas y todos los mexicanos.