No, que nadie se equivoque.
La crisis diplomática detonada entre México y Ecuador no es resultado de los disparates de un presidente mexicano lenguaraz e ignorante de sus responsabilidades y obligaciones frente a sus vecinos y al mundo.
Incluso, sería una soberana estupidez –por decirlo suave--, suponer que detrás del rompimiento diplomático entre México y Ecuador sólo existe una cadena de errores y horrores de los incompetentes de Palacio.
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Lo cierto es que asistimos a un objetivo político mayor, perfectamente diseñada por el presidente mexicano -y por sus “genios”-, para llegar a un punto de quiebre que desemboque en el descarrilamiento de la elección del 2 de junio y, si es necesario, para avanzar en dirección al golpe de Estado.
Y es que --por exagerado que parezca y por ridículo que resulte--, la verdad es que el presidente mexicano está actuando bajo las reglas estrictas del “manual del dictador”, frente a las señales crecientes de que la candidata opositora sigue incontenible, ante al estancamiento de la aspirante oficial.
Y frente a lo anterior, seguramente muchos se formulan la pregunta obligada: ¿Y qué tiene que ver la elección presidencial mexicana --en curso--, y el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Ecuador?
La respuesta es elemental.
Resulta que el “manual del dictador” establece que, frente al riesgo de perder el poder bajo las reglas democráticas, toda tiranía está obligada a buscar un enemigo externo –entre más poderoso mejor--, capaz de exaltar el nacionalismo “bananero”, de polarizar a la sociedad para que se defina a favor de los defensores de la patria y, en el caso extremo, a favor del escenario perfecto para asaltar el poder de manera ilegal.
Por lo pronto, a horas del debate presidencial entre las aspirantes punteras, Xóchitl y Claudia, el presidente López Obrador ya tiene de su lado a miles de ingenuos que se tragaron el cuento de que es momento de salir en defensa de la patria y de la soberanía nacional.
Y si aún lo dudan, vamos por partes.
1.- En efecto, el asalto a la embajada de México en Quito, la capital de Ecuador, es una grave violación al derecho internacional que ningún país y ningún gobierno deben tolerar.
2.- Sin embargo, también es cierto que, de manera calculada, el presidente mexicano y su gobierno incurrieron en violaciones graves al mismo derecho internacional, al otorgar asilo a un criminal perseguido por el gobierno ecuatoriano; una violación manejada de manera perversa para “estirar la liga” al límite extremo, como ocurrió.
En el fondo se trató de una provocación bien calculada y diseñada por el presidente mexicano para obtener un objetivo que ya consiguió.
¿Y cuál es ese objetivo?
3.- Una primera victoria, inmediata, fue desfondar el debate presidencial que en un clima desangelado y polarizado confrontó no a las candidatas Xóchitl y Claudia, sino a los supuestos defensores del nacionalismo y a los detractores del fallido gobierno de López Obrador.
4.- Pero acaso lo más importante –y que forma parte central del manual del dictador--, es la creación de un repudiable enemigo externo, capaz de exaltar hasta niveles de fanatismo el nacionalismo trasnochado que anida en buena parte de los seguidores del partido oficial.
5.- Incluso, muchos de ellos --en el extremo ridículo--, se dijeron listos para tomar las armas y dar la vida en defensa de la patria y del gobierno.
6.- Y es que, en el fondo, la prioridad del mandatario mexicano era esa, la polarización social. Es decir, llevar el escenario del peligroso enemigo externo y la defensa de la patria, al extremo de que justifique cualquier decisión autoritaria.
¿Y qué significa una decisión extrema de autoridad?
7.- Primero que, a partir de la exaltación del nacionalismo trasnochado, el presidente llamará de manera pública a la defensa de la soberanía, de la patria y de la continuidad de su gobierno; un llamado que se traducirá en votos a favor de su preferida.
8.- Segundo, que desde Palacio y en todos los espacios de propaganda oficial, serán señalados como traidores a la patria quienes no se traguen el cuento de la guerra contra Ecuador.
9.- Y, tercero, que esa masa exaltada de fanáticos y locuaces radicalizados justificarán cualquier locura ordenada desde Palacio, como la cancelación de las elecciones y el asalto a las instituciones democráticas.
10.- Y es que, el objetivo mayor que busca López Obrador, es mantener el poder por los medios que sean; incluso mediante un golpe de Estado.
Sí, golpe de Estado que está en marcha, a pesar de que muchos idiotas se niegan a verlo.
Al tiempo.