RICHARD GADD

Codependencia y una cierta perversión

Comencé a ver “Bebé reno”, la serie “autobiográfica” escrita y actuada por el comediante escocés Richard Gadd… no pude despegarme hasta que terminó. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Comencé a ver “Bebé reno”, la serieautobiográficaescrita y actuada por el comediante escocés Richard Gadd. No pude despegarme hasta que terminó. Esos días me urgía regresar a mi casa para arrojarme sobre el siguiente capítulo. Una vez que se acabó, tuve pesadillas por varias noches. El rostro distorsionado de Donny Dunn en plena crisis de angustia se convirtió en una imagen persecutoria. ¿Cuál es ese imán que te mantiene atada a la pantalla? La obsesión de la y el protagonista que se te pega a la piel. Quién esté libre de obsesiones que arroje la primera piedra. 

El elemento de perversión y de locura. La imposibilidad de Donny de no engancharse y deslizarse hacia una relación de codependencia con su acosadora. Le teme, a veces la odia, le tiene miedo y la necesita. Donny atiende un pub. Martha llega un día y se sienta a la barra. Digamos que se sientan su desamparo, su mitomanía, sus delirios y ella. Es inteligente, rápida, divertida. Dice ser una abogada exitosísima, pero no tiene dinero para pagar su consumo. Donny siente empatía y le invita un té. El té más dramático de su vida. A partir de ese momento Martha comienza a irrumpir en el pub todos los días. Aparece por todas las esquinas como una sombra ominosa. 

El acoso dura cuatro años en los que Donny deambula por cantidad de emociones muy complejas. Incluida una identificación no tan consciente con su acosadora. En la serie y en la vida real, en ese tiempo Gadd recibió más de 40,000 mails de Martha. El acoso se extendió a sus padres y a su exnovia. Pero no es la primera vez que Donny –según lo analiza él mismo– se encuentra en una circunstancia que lo paraliza y ante la cual no puede defenderse. Como si reconocer los límites y hacerlos valer le fuera imposible. Algo lo atrae desde los abismos. 

Su inimaginable tolerancia ante el acoso de Martha se explica en la película como la respuesta a los abusos emocionales y sexuales de los que fue objeto –siendo un hombre joven– por parte de un famoso guionista que lo ayudó a mejorar su espectáculo, le prometió sostenerlo en ese mundo “deslumbrante” al que Donny quería pertenecer. Convertirse en un comediante capaz de hacer reír, en un guionista de televisión celebrado. Pertenecer, esa es su búsqueda. Lograr crearse una identidad en algún lado. Sentirse protegido, admirado. Con derecho a acceder.

Lo que no queda tan claro es qué vivió Donny antes, mucho antes que lo llevó a esos extremos de lo que él entiende como su tendencia a la autodestrucción. Donny está extraviado. Se siente invisible. La mirada del guionista le ofrece la fantasía de existir, de ser “elegido”. Cae en esa trampa de eventos sociales, promesas incumplidas, drogas y abusos. En el segundo tiempo, cuando analiza su incapacidad de denunciar a Martha, de intentar detener la manera en la que ella le va arruinando su vida, se da cuenta que su acosadora, de una manera muy distinta le ofrece algo parecido a Darrien: la sensación de ser mirado. “Elegido” como nunca antes. Darrien fue un depredador infame. 

Donny se siente existir cuando mira por la ventana de su casa y constata que Martha está allí, sentada en la estación de autobuses. Esperándolo. Con lluvia, con frío. Locamente incondicional. Tiembla y anhela. A pesar de que Martha insulta y golpea a la mujer de la que él está enamorado, no la acompaña a hacer una denuncia. Se esconde. Se encierra. Martha lo encuentra. Cada vez. No escucha sus negativas. Su maravillosa historia de amor y traición continúa imperturbable: “no creas que te vas a librar de mí”. Donny sabe que es una acosadora serial y que estuvo en la cárcel. Y, sin embargo… Hay un “algo” que Martha intuye: se está haciendo indispensable. 

Ese hombre trae una inexistencia parecida a la suya. Un desamparo de semejantes dimensiones. En una entrevista con The Independent Gadd dice: “No quiero hablar por todas las personas que han sido abusadas sexualmente, pero una de las ramificaciones más comunes es la autoinculpación (..) ¿Por qué fui allí? ¿Por qué hice esto? He vivido en una prisión de autodesprecio y autocastigo. Pero escribirlo de forma cronológica y procesarlo... supongo que aprendí a ser un poco más empático conmigo mismo”. 

Cuando una transita por la serie entiende que lo importante es la profundidad de la trama, las emociones que contiene. La obsesión tan bien tratada. Pero no faltó quien, dado que es “autobiográfica”, intentara saber quién es Martha en la vida real. Sí, se tomaron el tiempo de investigarlo. La mujer de la realidad –dicen– no se parece físicamente a la de la serie. Su nombre comenzó a circular en prensa y redes sociales y ella –furiosa– afirma que el acosador fue él, que ella es más atractiva que la actriz que la representa y que va a demandar a Netflix. La prueba del acoso por parte de Gadd nos dice: la serie misma. 

El final de la serie es interesante: termina casi donde comienza, como en un círculo que se cierra. Donny abandonado por todas/os entra a un pub. Sí, el abandono se lo ganó, es cierto. Ya perdió cuanto podía perder en la vida. Se sienta ante la barra en el desamparo más absoluto, ¿qué ha hecho de sí mismo? El barman lo mira empático ante su desesperación. Lo compadece. Lo escucha. Le invita una cerveza. La cámara se cierra en Donny y su expresión de terror. 

María Teresa Priego

@Marteresapriego