Uno de los principales retos que tiene la democracia es lograr que la ciudadanía participe de manera más activa. El debate chilango entre los aspirantes a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México dejó en claro que esa medida le sigue quedando muy grande a personas e instituciones. No levantan el deseo de nadie de participar activamente, o siquiera de interesarse por algún tema en particular, y obviamente el resultado fue decepcionante. No se logró conocer el perfil de los candidatos, su trayectoria, experiencia, capacidad o desarrollo de propuestas. Lo mejor fue lo peor de la política: el chisme.
De inicio, el Instituto Electoral de la Ciudad de México fracasó como institución electoral que promueve un debate público como instrumento democrático para incorporar la opinión de la gente, representación de sus intereses, y expectativas. Después de lo observado no es siquiera posible traducir como quiere ser gobernada la ciudadanía de la capital, que preferencias y exigencias tiene y por lo tanto, los criterios que van a utilizar para ir perfilando el desarrollo de las campañas electorales. El ciudadano quedó más confundido que nunca, y los que apoyan a A lo seguirán haciendo, y los que apoyan a B, también. Sólo se enteraron de las acusaciones y chismes cotidianos –ninguna de ellas con pruebas e instituciones que lo hayan resuelto en definitiva– y por lo visto, tomará el lugar preponderante en esta contienda.
El debate fue organizado de una manera en la que los bloques de preguntas fueron genéricos, ambiguos y vagos, que solicitaba definir en 2 minutos la propuesta de cada candidato en materia de bienestar, sistema de cuidados, desarrollo económico o seguridad, entre otros, y posteriormente seis minutos con treinta segundos para pretender entrar al detalle de ellos "debatiendo".
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Lo que logró con tan deficiente y corto tiempo en un inicio es un planteamiento superficial, sin posibilidad de diagnosticar y proponer, y ante tal limitación los candidatos se dedicaron a decir que ellos eran los buenos –utilizando alguna referencia a sus experiencias de gobierno– y preparando la acusación al contrario. Posteriormente, en el uso de los seis minutos con cortes terminando ideas, en lugar de desdoblar sustancia, eligieron atacarse personalmente, o defenderse.
La poca visión de los representantes de los candidatos, por miedo o inseguridad, además, impidieron corregir el rumbo y ahondaron en un formato aburrido, lento, y sobre todo en la inercia de la vaguedad. Los ciudadanos que lo observaron no tenían oportunidad de comprender actualidad, circunstancias, hechos y propuestas, y los candidatos no hicieron mayor esfuerzo que someterse y adaptarse al formato. Incluso, fue evidente el miedo de todos a perder, más que a presentar propuestas completas.
La democracia ha probado ser el sistema de gobierno menos malo, y que la percepción tan baja actual ha obligado a ir modificando las reglas del juego para que la sociedad intervenga cada vez más. Ratificación de mandato, consulta popular, y candidaturas independientes son solo algunos de los mecanismos que de manera ineficaz, pero presente y activa profundizan la llamada democracia participativa.
A ello se suman los debates, que en total serán 3 y que el primero de ellos ya fue absoluta y totalmente desperdiciado.
Es impensable perfeccionar nuestra democracia sin mayor civismo, formación y educación, pero el debate dejó en claro que parece que nadie tiene interés de avanzar en esos conceptos, e incluso entre menos tenga capacidad de informarse a la ciudadanía, mejor. Pésima noticia para quienes si creemos en la meritocracia, la razón, el uso de la lógica, el talento y el uso del lenguaje, y excelente noticia para los grupos que designan candidatos marionetas. No hay rendición de cuentas, no hay diálogo, no hay exigencia y nos quedamos con las palomitas...
En lo general, la conclusión es que nadie sabe ni supo cuál es el diagnóstico de la ciudad (fortalezas y debilidades clásicas) ni lo que se debería hacer (propuestas), y para variar, en medio de la crisis más profunda mundial sobre cambio climático, ninguno se atrevió siquiera a mencionarlo. Así, no es la ciudad que lo tiene todo.