Escucho a Maduro vociferar en contra de Deutsche Welle en Español -la televisión pública de la nación alemana- y es inevitable experimentar una inmediata sensación de vergüenza. Avergüenza que, desde el más alto eslabón del poder, el titular de ese poder sea capaz de decir, con la boca inflada de aire, que DW en Español es un “canal nazi”.
Avergüenza la envergadura del anacronismo. El talante bárbaro con que se grita. Avergüenza su falsedad ramplona. Avergüenza la falta de escrúpulos con que Maduro exhibe su crasa ignorancia. El hombre que controla todo el régimen que Chávez le entregó, diez años después de continuo, ilegal e ilegítimo usufructo del mismo, rodeado de toda clase de recursos, todavía no es capaz de articular un discurso que apele a hechos históricos, que no esté plagado de falsedades e imprecisiones.
Han transcurrido 25 años desde que fue diputado a la Asamblea Constituyente de 1999, ha detentado una seguidilla de cargos públicos, pero Maduro sigue siendo, en lo esencial, el mismo manganzón que llegaba a la sede del parlamento con una revista hípica doblada en el bolsillo trasero del pantalón, su lectura predilecta en las horas en que se discutía el contenido de la Constitución que se aprobaría en diciembre de ese año.
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Un insulto es una medida de quien lo emite. Una suerte de radiografía de las capacidades de la mente. Es famoso el intercambio de tarjetas entre George Bernard Shaw y Winston Churchill. Dos inteligencias que se odiaban. Un día el dramaturgo envió una tarjeta de invitación al político y le escribió: Te envío dos invitaciones, para que traigas a un amigo (si es que tienes). De vuelta recibió esta respuesta: No podré asistir la noche de tu estreno, pero iré a la segunda función (si es que hay).
Pero estas son sutilezas que ni siquiera debería citar en este artículo, porque en Maduro la dimensión de lo sutil no existe. No lo afirmo yo, lo demuestra él de forma abrupta y tajante, cuando expele su precaria difamación, “canal nazi”, que es, ni más ni menos, el único y estrecho canal por el circula su pensamiento: el de la violencia. El mismo ducto subterráneo por donde van y vienen órdenes como detener, secuestrar, torturar, cerrar medios de comunicación, amenazar. El precario ducto mental de un dictador con una revista hípica en el pantalón.
Cuando el poderoso dice en 2024 que Deutsche Welle en Español es ‘nazi’, ¿qué está ocurriendo en la cabeza del tiranuelo que se ha desgañitado en semejante afirmación? ¿Quiere mostrarse ingenioso, presumir de una astucia argumental ante los otros miembros de la élite del régimen, los Cabello, los Padrino López, los Hernández Dala y demás hombres cultos de la dictadura? ¿Quiere estigmatizar a un medio de comunicación, que es modelo en Europa por sus prácticas profesionales como institución de Estado? ¿Quiere colgarle una apurada etiqueta para justificar, otra vez el bloqueo de la señal, como ya ocurrió en 2019? ¿O acaso Maduro está aterrorizado, asustado por el tsunami que está a punto de levantarse en su contra, una vez que no le ha quedado más remedio que convocar a las elecciones? Si me permiten la imagen, ¿es que estamos ante el berrinche de un dictadorzuelo, embadurnado del ocre y hediondo amarillo de su miedo?
Hay que recordar que la Deutsch Welle fue fundada en mayo de 1953: justo 8 años después de la capitulación del alto mando militar alemán y del suicidio de Hitler. En su acta fundacional quedó establecido el que ha sido su sello ininterrumpido de estas siete décadas: su plena autonomía ante la sucesión de gobiernos. Pocos conglomerados de medios del Estado pueden exhibir una trayectoria semejante, dentro o fuera de Europa. A su lado, la RTVE de hoy, no es más que un pasquín al servicio del sanchismo.
Pero vayamos al programa que desató la iracundia madurista. Se llama ‘Cómo te afecta’, y es conducido por un joven periodista venezolano, Ernesto Andrés Fuenmayor. Se trata de 26 minutos construidos con rítmica agilidad, despliegue de fuentes y testimonios, cuyos temas se refieren a problemáticas de América Latina. Esto que acabo de escribir muy probablemente apenas sugiera el innovador poderío del programa. Y es que lo que hace tan peculiar esos 26 minutos, es que Fuenmayor, en cada entrega, se propone responder a la pregunta de cómo afectan de modo directo, cotidiano y real, las extendidas problemáticas de América Latina: la desigualdad, la pobreza, la debacle de la calidad de la educación, el aumento de los alquileres y otros. En su programa los que hablan son las víctimas de esas realidades, por una parte, y especialistas independientes, por la otra. Luego, cada edición de “Cómo te afecta” tiene un colofón, en el que su conductor esboza soluciones.
La entrega que revolvió a Maduro, Cabello, Padrino López, demás socios y a los recaderos de Conatel se tituló “Cómo los corruptos te roban lo tuyo”. Denuncia lo que los ciudadanos conocen y padecen: que el venezolano es un gobierno mafioso, pero también los de México, Nicaragua, Brasil y otros. Invito al lector a repasar los 26 minutos y desmentir una, solo una de las afirmaciones que allí se hacen.
Sin embargo, ya que Maduro ha puesto sobre la mesa la cuestión de un “canal nazi”, cabría preguntarse, ¿qué hay en Venezuela más parecido al sistema de medios del Tercer Reich -que incluía diarios, revistas, libros, carteles, conferencias, mítines, emisoras de radio y hasta la producción cinematográfica, todos al unísono dedicados al propagar el pensamiento único de Hitler y su incesante discurso de odio? ¿Qué hay en Venezuela más parecido a una actividad mediática de difamación, degradación, ruindad y desinformación? ¿En qué lugar del espacio público venezolano hay una versión barata y procaz de Goebbels, titubeante de pocas palabras, proclamador semanal del odio a todos, cuya visión de la sociedad no es más que un mundo constituido solo por cómplices y enemigos? ¿Acaso el “canal nazi” del que habla Maduro puede ser otro que Venezolana de Televisión y su indiscutido tutor, Diosdado Cabello?