La presidenta Claudia Sheinbaum evitó hablar de la reelección de Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). “Es una decisión del Senado la que se tomó ayer. Y hasta ahí”, expresó.
Una respuesta lacónica al ser cuestionada sobre el irregular proceso en que la Cámara de Senadores, con una mayoría calificada de 87 votos, eligió a Piedra Ibarra pese a que este hecho generó la división entre los senadores morenistas y el rechazo no sólo de la oposición, sino de casi todos los grupos defensores de derechos humanos, incluyendo el Comité Eureka que fundó su madre, Rosario Ibarra.
Ha sido un grave error –tropezar dos veces con la misma Piedra en la CNDH– que tendrá consecuencias en el futuro de Morena. Dicen que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones, pero en el caso de Piedra Ibarra es difícil saber cuál fue la intención al imponerla.
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Piedra Ibarra asumió la presidencia de la CNDH en 2019 en medio de protestas, pancartas de repudio y jaloneos entre senadores morenistas y panistas; cinco años después, se repite esta escena pero hoy destaca el tropezón morenista, que no sólo ha evidenciado el conflicto de lealtades, entre lopezobradoristas y seguidores de Sheinbaum, sino que también ha lesionado la credibilidad del discurso de legitimidad popular que presumen los legisladores morenistas.
Es vergonzoso que los morenistas tuvieran que votar bajo instrucción, señaló la panista Verónica Rodríguez. “Se está haciendo costumbre la simulación del oficialismo y lo hacen de una manera cada vez más incongruente. La pregunta aquí es ¿afín a quién? ¿A quién no quieren dejar ser presidenta o a quien quieren seguir mandando desde su rancho?”.
La reelección de Piedra, incluso permitió que el panista Ricardo Anaya se convirtiera en un profeta apocalíptico al sentenciar que este acto fue “un exceso y desmesura” que sólo puede explicarse por una soberbia que “puede parecer grande, pero no es sano. No es sano lo que ustedes están haciendo y la historia los va a juzgar”.
Hace un mes, el 8 de octubre, al conocerse la intención de Rosario Piedra de reelegirse en la presidencia de la CNDH, Sheinbaum evitó dar línea al expresar su preferencia hacia algún aspirante, entre los que se encontraba Nasheli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México y Tania Ramírez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México, que fueron las mejor evaluadas.
De esta manera, la presidenta expresó su respeto a la autonomía de la CNDH, garantizada por la reforma constitucional de 1999, que otorgó al Senado la facultad de designar al titular de la CNDH, previa consulta con las organizaciones de la sociedad civil.
Hay que recordar que la creación de la CNDH tuvo lugar después de muchos años de trabajo en defensa de los derechos humanos por parte de organizaciones no gubernamentales mexicanas, que habían documentado, a través de organismos como Amnistía Internacional, abusos de las autoridades y desapariciones de personas durante los años de la “guerra sucia”, como fue el caso de Jesús Piedra.
La CNDH fue creada el 6 de junio de 1990, como un organismo desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, por un decreto del entonces presidente Carlos Salinas, como parte de los acuerdos para firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1992. Ese mismo año, la protección y defensa de los derechos humanos fue elevada a rango constitucional.
“Que decida el Senado –dijo Sheinbaum–, no voy a orientar hacia una u otra persona (…) que decidan las y los senadores”. Sin embargo, quien dijo la última palabra fue Adán Augusto López, coordinador del grupo morenista, paisano y amigo de López Obrador. Así sucedió que Piedra apareció en la terna para la presidencia de la CNDH, a pesar de ser la peor evaluada de los 15 aspirantes.