El Centro de la Imagen a cargo de Johan Trujillo Argüelles, inauguró la semana pasada la Bienal de Fotografía en su XX edición, con 25 trabajos de artistas visuales seleccionados para esta nueva edición de aniversario. Y el pasado miércoles tuve la oportunidad de visitar la muestra acompañado por la directora del Centro.
Durante el recorrido pudimos ver la obra de Arlette Ramos Alatorre, Gin Ro, Brenda Moreno, Alejandra Rajal, Carolina Fuentes, Carolina Magis Weinberg, Carol Espíndola, Eduardo Jiménez Román, Elizabeth Vinck, Eugenia Ramírez, Rodrigo Hernández, Bibian Trinidad, Eunice Adorno, Alejandro Cossío, Nancy Chávez, Fernando Montiel Klint, Manolo Márquez, Marco López Valenzuela, Patrick López, Rigoberto Díaz, Pamela Zeferino y Rogelio Séptimo, este último con un trabajo interesante presentado ya con Inteligencia Artificial; entre algunos otros participantes y curada por Carmen Cebreros Urzaiz.
Hacía mucho que no veía una puesta en muro tan elegante y contundente como la que vi ahora en el Centro de la Imagen, en general las imágenes son muy buenas y el concepto con el que se presentan al público son muy profesionales.
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Recorrer las distintas salas y ver la propuesta de montaje en la que el 100% de los 25 obras presentadas están constituidas a partir de lenguaje fotográfico no sólo es interesante, sino que me devuelve la esperanza en la propuesta fotográfica y en la organización de esta Bienal.
Eso sí, en cuanto al contenido figurativo de casi las 25 propuestas, sorprende enormemente la ausencia de la figura humana en la mayoría de los trabajos. Hoy dominan los animales, la vegetación, la arquitectura y las calles, pero el ser humano queda relegado a una mínima representación.
Hay un tema muy presente también y que conmueve profundamente, y es el tema de las mujeres y los feminicidios, la odiosa y machista violencia ejercida hacía ellas se plantea en varios trabajos y su mensaje es escalofriante.
La verdad, resultó un privilegio y un feliz aprendizaje recorrer la Bienal acompañado de la directora del Centro, hacía mucho que no veía esa pasión profesional y entrega a un proyecto de esta envergadura por parte de las y los últimos directores del Centro de la Imagen.
Ustedes saben que siempre he sido crítico con las Bienales, pero en particular con la de 2016 que fue un desastre, y que hoy ya se le conoce como la Bienal de la ruptura, que adicionalmente dio pie a la esencia de la última convocatoria. Nunca más unos pelos de vaca colgados en esas paredes.
Un dato curioso es que es precisamente esa Bienal la que más trabajos recibió entonces, pero a partir de ahí se vino abajo el porcentaje de participación, registrando un ligero repunte a partir de la pandemia.
Respecto a los premiados, nada que agregar, bien ahí el jurado de esta edición, que evidentemente, ahora sí trabajó con enorme profesionalismo.
Johan Trujillo Argüelles cuenta en El Heraldo de México: “A lo largo de las 20 ediciones de la Bienal se han planteado diversos cambios a sus formatos y mecanismos a fin de adaptarla a las necesidades de su tiempo y de ampliar su alcance como termómetro de la producción fotográfica. En las primeras ocho ediciones se solicitaban conjuntos de entre cuatro y 12 fotografías —eso cambió en cada convocatoria— que debían tener unidad y coherencia temática, y entregarse montadas en una base de 40X50 cm o 50x60 cm. A partir de la novena edición, en 1999, se dejó de pedir un número de obras con dimensiones específicas y se empezaron a considerar obras multimedia, así como la entrega de un texto explicativo del concepto y el significado de la obra apareció en el registro”.
Y agrega: “El 4 de mayo de 1994, el recién creado Centro de la Imagen se inauguró con la muestra de la VI Bienal de Fotografía. A partir de entonces, cada dos años organiza este certamen que, mediante una muestra, un catálogo y dos Premios de Adquisición, se ha convertido en un proyecto eje para reconocer, impulsar y divulgar la producción fotográfica actual. A 43 años de su creación, la comunidad fotográfica valora la Bienal como un espacio de visibilidad que da reconocimiento a su obra y la sitúa en la escena contemporánea poniéndola en relación con sus pares. Reconstruir la historia de la Bienal de Fotografía, analizarla a la luz del contexto que la ha acompañado y comprender las necesidades actuales de una comunidad heterogénea, permitirá reflexionar sobre la pertinencia de su modelo a nuestro presente, cuyas dinámicas, sin duda, son distintas a las que la vieron nacer hace casi medio siglo”.
Dos novedades acompañan esta edición, los datos expuestos en el primer piso con la numeralia de dos décadas de Bienales, que literalmente ameritan otra columna y en ese sentido, al final de la galería, se exhiben los trabajos ganadores de las 19 ediciones anteriores, Ahí están los trabajos de Valtierra, Fabrizio León, Gerardo Montiel Klint, Federico Gama, Pedro Meyer, Gilberto Chen y el querido Javier Hinojosa entre otros. Una delicia esas salas y un paseo visual por la transformación de la imagen en 20 años.
Aquí algunos de los datos referidos en esta bienal y que acompañan la muestra: “A partir de datos recabados sobre poco más de 800 personas seleccionadas en las 20 ediciones de la Bienal de Fotografía, podemos decir que ésta ha sido principalmente del interés del público joven (entre 25 y 39 años de edad). A partir de 2010 el rango comienza a los 30 años, y en sus últimas ediciones el certamen ha interesado a más personas mayores de 40.”
Aquí otro dato interesante: “En cuanto a la presencia de mujeres y de personas de los estados de la República mexicana, ésta ha ido en aumento de forma sostenida, especialmente desde el siglo XXI. Se ha documentado la participación de 28 estados, excepto Colima, Durango y Quintana Roo. Después de la Ciudad de México (con 420 personas), la mayor participación (entre 18 y 11 personas) está en Jalisco, Veracruz, Nuevo León, Oaxaca y Michoacán.”
La dirección del Centro de la Imagen, se pregunta: “A partir del 2000, ¿qué cambió? ¿Qué acciones han llevado a cabo la sociedad civil y el Estado en relación a la fotografía? Quizá el cambio de formato en la difusión de la convocatoria de la Bienal, de impreso a digital, favoreció un mayor alcance fuera de la Ciudad de México. Surge también, entre 2002 y 2014, un importante número de iniciativas formativas y expositivas especializadas en fotografía, independientes y públicas, en distintos estados del país. En la última década la conciencia de género ha cobrado relevancia y se ha procurado reconocer cómo las mujeres han contribuido significativamente en la vida cultural, como creadoras y gestoras”. Uff, mucho que reflexionar.
Quiero decirles que antes de contarles sobre los premios de adquisición, debo aceptar que esta Bienal está muy bien conceptualizada y que adicionalmente, sin duda alguna, desde la querida Patricia Mendoza, –primer directora del Centro– no había visto a ninguna y ninguno de los funcionarios que dirigieron este Centro, hacer las cosas con esta pasión y precisión documental con datos y puesta en muro, como lo que ahora vi. Ni hablar.
Aquí los detalles y autores de los dos ganadores de esta XX edición de la Bienal de Fotografía en el Centro de la Imagen.
El anfibio dorado de Fernando Montiel Klint quién contextualiza así su proyecto: “Me perturba mi distanciamiento con la naturaleza. Exploro, descubro y me adentro en la experiencia de lo desconocido, en mi transitar como una especie más y no como un humano que se asume como el centro del universo. Mi curiosidad se aleja de la razón. Contradictoriamente, necesito que la ciencia y las cosmogonías ancestrales me guíen. Percepciones alteradas y visiones contemplativas. Quiero subrayar que la naturaleza puede ser un espacio mental. Persigo trascender la observación como mera visión, para lograr adentrarme en la consciencia, así como cuando conocí a la Taita Manecita, mujer sabia que me abrió una puerta hacia lo desconocido: mi relación animal con la naturaleza. Necesito estar aislado pero en la naturaleza. ¿Quién soy yo? ¿Cómo me relaciono con la tierra? ¿Qué es el ser? Desde estas preguntas me reconecto como individuo y ser social.”
Fernando Montiel Klint estudió fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y completó su formación en programas del Centro de la Imagen. Su obra se ha expuesto alrededor del mundo y forma parte de colecciones en China, EU, Suiza, Polonia, Chile, México y Francia. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Exhumar la memor.IA de Rogelio Séptimo quién ha participado en exposiciones en Francia, Inglaterra, Chile, EU y México. Obtuvo el apoyo del Fondo de Apoyo a las Artes de la Fundación BBVA Bancomer (2014) y Jóvenes Creadores del FONCA (2011). Ha sido beneficiario del programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA en cuatro ocasiones. Fue seleccionado en la XIX y XII Bienal de Fotografía. Actualmente es artista seleccionado en la BIENALSUR de Argentina. Es cofundador de Catako Espacio de creación.
Y así describe su trabajo: “Hace un tiempo tuve un sueño en el que platicaba con mi bisabuela, figura materna que nunca conocí. En mi infancia las historias familiares hicieron que me formara una imagen de ella y, en cierta manera, un recuerdo que perdura hasta hoy. Este proyecto proviene de la memoria colectiva y reúne retratos, generados con inteligencia artificial, de algunos habitantes de la isla de Janitzio (lugar de origen de mi familia), de quienes no existe registro fotográfico. Estas representaciones han sido creadas utilizando un proceso combinado de fotografía analógica y software generativo, a partir de testimonios, descripciones e imágenes de sus archivos recopilados en “mesas de trueque”. Este tipo de intercambio forma parte de una dinámica ancestral de comercio y socialización entre las comunidades purépechas del lago de Pátzcuaro. Posteriormente, he intervenido cada pieza con una marca monocromática sobre el vidrio, realizada con fragmentos extraídos a nivel pixel de las fotos de archivo recopiladas, que simula la marca de agua que implementa la inteligencia artificial al producir las imágenes. A través de esta acción, cada retrato es un atisbo hacia ese pasado posible y el presente”.
No se queden fuera de esta experiencia visual, vayan a la Ciudadela y comprueben lo que aquí les cuento, mientras tanto, asómense al sitio, para ver los trabajos para que se den una idea de lo que podrán ver por allá.