SAN LUIS POTOSÍ

El góber charro

De la obra de Ricardo Gallardo, la arena charra, no se ofrece un solo dato transparente. | Adriana Ochoa

Escrito en OPINIÓN el

Enlistó en sus compromisos de campaña la construcción de cinco hospitales de especialidad en las cuatro zonas del estado. Ha corrido la tercera parte del periodo constitucional de Ricardo Gallardo Cardona como gobernador, no hay uno solo de los hospitales prometidos y sus apremios en obra pública se concentran en una arena para 10 mil asistentes que deberá estar lista para el Campeonato Nacional Charro, en noviembre próximo.

En la reciente sesión solemne que la Cámara de Diputados dedicó al llamado “deporte nacional”, el gobernador potosino acudió vestido de charro con los directivos de la Federación Mexicana de Charrería. Al micrófono, Gallardo Cardona solicitó a los diputados que el próximo año incluyan en el presupuesto un mayor apoyo a la charrería, algo así como un 10% del presupuesto de la cicatera y flatulenta Conade de doña Ana Guevara.

Ni qué decir las fiestas patrias. De gala charra anduvo en la verbena del Grito y de faena charra, montado a caballo, encabezó el desfile del 16. De gustos charros, lo es el hombre. Criticada como una cara excentricidad presupuestal, ha defendido su “Arena Potosí” hasta el insulto, que se le da fácil. A los primeros cuestionamientos, humor social en medio de una emergencia hídrica que revela a gritos déficit en infraestructura para abastecer de agua a la capital y zona conurbada, tildó de “retrógrados”, poquiteros, mirascortas y enemigos del desarrollo a quienes expresaran su desacuerdo.

Los cuestionamientos fueron a más cuando el anuncio de un gasto de 290 millones de pesos en ese proyecto, la cifra se disparó a más de 500 millones de pesos. La Federación apoyó a la capital potosina con 44 millones de pesos para la perforación emergente de pozos, gestionados por la alcaldía ya con el desabasto de agua encima. El gobierno gallardista se limitó a criticar, golpetear y desautorizar los planes municipales capitalinos para atender la crisis.

Como nadie le vio relación a la idea gallardista de progreso con el arte de colear reses y echar piales, argumentó que el eventazo inaugural de su obra charra va a colocar a San Luis en un envidiable mapa de destinos deslumbrantes. Que aquello nos dará renombre, derramas económicas, sex appeal y hasta “flow” internacional.

Un desafortunado accidente con una grúa puso su obra charra otra vez bajo el reflector. Un obrero foráneo que elaboraba un armado de acero murió y otro resultó herido. Gallardo Cardona perdió los estribos y acusó a “algunos portales” de usar como caja china la muerte accidental del albañil, un tipo “que ni de San Luis era”, antes que destacar sus ataques a la Alcaldía capitalina y al organismo operador de agua potable.

Ya fuera de sí, alcanzó proyección nacional de inmediato con su extraña dedicatoria: “Mejor que sigan chingando, si no con qué nos divertimos, necesitamos diversión, lo que no les gusta es que a mí me gusta la sangre, me gusta ver arder el mundo".

La construcción de su arena continúa, una estructura de acero y hormigón que bien podrá tener uno de los hospitales de especialidades que prometió en campaña, de tercer nivel por lo menos, con prestaciones médicas y quirúrgicas. En junio anunció no un hospital nuevo, sino la reconstrucción de y equipamiento de uno que ya existe en Rioverde, con una inversión de 320 millones de pesos, menos que su lienzo de suertes charras. Un hospital de tercer nivel la sola construcción requiere tres veces esa cantidad, lo menos.

La obra de la arena toda vía está en fase estructural y por ello ha entrado la duda de si acabará a tiempo para el Congreso y el Campeonato Nacional Charro, del 8 de noviembre al 3 de diciembre, casi cuatro semanas de jolgorios a caballo, con el “deporte nacional” por decreto del presidente Manuel Ávila Camacho. Echado para adelante, Gallardo asegura que la arena estará a tiempo, que va porque va. Por si poco fuera, parece que ya pidió también la sede para el evento del año próximo.

Sello de este sexenio, de su obra no se ofrece un solo dato transparente. Las dependencias ejecutoras, Seduvop con más frecuencia, pretextan de todo para no soltar un solo dato de cómo se concursan las obras en general, a quién se le asignan y por qué.

Común de las construcciones públicas de este gobierno: cuando mucho se sabe algún nombre de empresa y luego, visitando los trabajos, puede uno asomarse a “la técnica de la Matrioshka”, esa muñeca rusa que lleva otra igual dentro y ésta a su vez otra más, y así hasta el tope mínimo. La obra se asigna y la constructora subcontrata, subcontrata y subcontrata para cuantos tramos y especialidades haya por hacer.

Como tampoco se hace público con documentos el costo, no es difícil concluir de qué va la práctica. Y los constructores locales, desplazados por los nuevos favorecidos, prefieren tener trabajo, aunque sea de subcontrato, que quejarse. Los 500 millones invertidos en el lienzo charro gallardista bien pueden quedar cortos, no lo sabremos nunca.

Tanta enjundia le ha puesto el gobernador potosino a su gusto por la charrería, por encima de presupuestos, planeación, necesidades reales y carencias, que no será difícil convertir este gusto en su marca, puede que no siempre para bien.

El “deporte nacional” por decreto, porque en realidad muy pocos mexicanos lo practican, ya acuñó un término especial para los líderes sindicales que se perpetúan en el poder para enriquecerse, devenida la mala fama de Alfonso Ochoa Partida, el infame dirigente sindical ferrocarrilero, impuesto y sostenido por el Estado, aficionado a la charrería, que fue la antítesis de los líderes Demetrio Vallejo y Valentín Campa.

De aquella gestión en los años cincuenta, y la represión que desató, salió el término “líder charro” para referirse a los dirigentes sindicales vitalicios, corruptos y entreguistas que no permitían la democracia en sus organizaciones. Y se le llama “charrazo” a sus hazañas, tramposas y a veces violentas, para conseguir o mantener el poder.

Si a deportes mexicanos vamos, el pádel tiene más adeptos en el mundo y menos connotaciones negativas.