El pasado mes de agosto, se llevo acabo la decimoquinta cumbre de los países de los BRICS (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica), el evento tuvo lugar en la ciudad de Johanesburgo capital de Sudáfrica. En ediciones, pasadas la reunión había pasado casi desapercibida, pero este año, las condiciones cambiaron.
La asamblea de este año, se dio en un contexto global completamente diferente a ediciones anteriores, aunque las formas de la narrativa, parecen ser las mismas: generar condiciones justas de comercio global, mejores condiciones de desarrollo para los países con economías emergentes y acceso al financiamiento en condiciones justas.
La guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto de China por Taiwán, la reunificación del mundo árabe, el reposicionamiento de los gobiernos progresistas en América Latina, la insurrección de los países africanos contra el neocolonialismo europeo, la crisis energética, la crisis climática y la previsión del aumento en la demanda de minerales como base de la transición energética, impulsaron la anexión de Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Etiopia y Argentina al bloque de los BRICS lo que dio una dimensión distinta a la cumbre.
Es posible que existan voces contrarias a la conformación de un mundo multipolar, pues quizás estén a favor del mundo unipolar que ha prevalecido en los últimos cincuenta años, lo que les genera una sensación de “seguridad” como la “única” fórmula para preservar la “paz mundial”.
El asunto es que la multipolaridad es un principio democrático global en que deben de caber todas las voces en la medida de lo posible, pues en los últimos 100 años, hemos visto cómo el desarrollo de las potencias económicas y tecnológicas, han inhibido y mermado el desarrollo de otros países bajo la bandera de “la libertad comercial” y la autocracia financiera que marcó el modelo del mundo en que vivimos.
Lo cierto es que el bloque de los BRICS ha comenzado a socavar esa política de unipolaridad, su cruzada contra el dólar para que deje de ser la principal moneda de intercambio comercial, es uno de los principales objetivos de este grupo y la sanciones contra Rusia, han sido el mejor marco para lograrlo.
No sólo eso, el grupo original de los BRICS representa el 42% de la población mundial y con los países que se han integrado, esa proporción crecerá cuando menos al 46%. De la misma manera el grupo inicial, representaba el 31% del PIB mundial y con las adhesiones podría llegar a significar al menos el 37%. Sólo como bloque comercial, este grupo ahora de 11 países, se conformarán en un gran mercado de intercambio comercial y de sumarse más naciones, la influencia será mayor no sólo en lo comercial, sino también en el plano geopolítico.
Los 11 países de los BRICS que comenzará a operar formalmente a partir de 2024, son poseedores de grandes recursos naturales estratégicos para la consecución de los objetivos de los países occidentales para lograr su transición energética y dejar, dicen, de depender del petróleo, energético que tres de los nuevos miembros junto con Rusia, poseen las más grandes reservas y producción de crudo y gas a nivel mundial. Este último energético, fundamental para el cambio de la matriz energética que buscan los países occidentales.
No sólo eso, estos países poseen grandes yacimientos de los minerales considerados críticos, además del litio, para la transición a la electromovilidad. Son grandes productores de granos y cereales para la producción pecuaria, poseen tecnologías para la digitalización de sus economías y China, Rusia, India y Brasil, además, cuentan con una industria aeroespacial y automotriz para hacer frente a los competidores occidentales.
La influencia de estos países en la zona del Sahala en África, región rica en minerales que se encuentra en franca rebelión contra el neocolonialismo de Europa, son y serán fundamentales para consolidar el proyecto de multipolaridad iniciado por los BRICS.
Del lado de occidente, además de su poder financiero, tecnológico y militar, está el de los medios de comunicación que, con sus narrativas, desestimarán, denigrarán y señalarán a los líderes y gobiernos del bloque de los BRICS como Estados parias, terroristas o narcoestados para justificar la continuidad de su “guerra” contra las naciones que consideren alinearse al bloque contrario.
El contexto global está cambiando y cada vez es más complejo y polémico, pero no podemos obviarlo ni ignorarlo, pues están en juego la paz mundial y el desarrollo económico de más de la mitad de los países del orbe, equilibrar las fuerzas de ese desarrollo es un acto democrático, de paz y de justicia global con lo que se evitarían actos como el de 11 de septiembre en Chile.