MARTA ACEVEDO

“A 100 años del 10 de mayo” de Marta Acevedo

Gracias a la sensibilidad de la escritora Socorro Venegas y a su convicción de la importancia de recuperar y transmitir memoria se publicó “A cien años del 10 de mayo” de Marta Acevedo. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

En 1982 Marta Acevedopionera del feminismo mexicano– publicó (Martín Casillas Editores) su libro “El diez de mayo”, una investigación de cómo y por qué surgió el Día de las Madres en México. Gracias a la sensibilidad de la escritora Socorro Venegas y a su convicción de la importancia de recuperar y transmitir memoria, la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial publicó una edición corregida y aumentada de esta obra clásica para nuestra historia del feminismo. Publicaciones UNAM nos presenta así “A cien años del 10 de mayo” y a su autora: “A lo largo de medio siglo Marta Acevedo ha desplegado su inteligencia y su energía al insistir en que la estrategia política del feminismo debería centrarse en el trabajo doméstico y de cuidado. Al publicar “A cien años del 10 de mayo” la UNAM ofrece a una nueva generación de lectoras una mirada sobre el proceso histórico que hemos vivido, y que ha transcurrido del escándalo que surgió ante los anticonceptivos al reconocimiento del derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre su sexualidad y la maternidad”.

La investigación y la escritura de Marta Acevedo nos revelan los nada ingenuos trasfondos de la celebración de las “madrecitas mexicanas”. El 10 de mayo como celebración del día de las madres ya existía en Estados Unidos cuando Rafael Alducin director del periódico Excélsior comenzó su campaña –secundada por el Episcopado– para instituirlo en México. Entre todos los enfoques posibles, la propuesta del día de las madres insistía en la celebración de un ideal de sacrificio y abnegación que decretaba la maternidad como el sentido máximo (y casi único) en la vida de una mujer. Desde un medio tan poderoso como Excélsior y secundada por la iglesia católica y por los comerciantes que percibieron al segundo la relevancia económica del festejo, la campaña no podía ser sino un éxito. Las loas a las madres llegaron aparejadas con el detalle indispensable: ¿acaso podría haber celebración sin regalo? 

En la hemeroteca de la UNAM, Marta revisó varios años de publicaciones del periódico Excélsior para enriquecer la nueva edición de su obra: imágenes de madres extrasiadas ante una licuadora, madres alcanzando el climax de la felicidad junto a un radio. Madres entregadas al cumplimiento de lo que se nos presentaba y se nos sigue presentando como el resultado ineludible de la “naturaleza” femenina. Y hartos festivales y premios: a la madre que tuvo más hijos, a la que perdió más hijos. Entre menos tiempo para respirar en libertad tuviera una mujer, más admirable. Entre más sufriera, más sublime. Entre más alienada se vivieran las mujeres en un un ideal del amor materno como incondicional y absoluto, más control sobre sus vidas y sus cuerpas.

Marta nos deja muy claro a lo largo de su libro, cómo el Congreso Feminista de 1916 en el Yucatán del gobernador socialista Salvador Alvarado detonó el comienzo de los estallidos de amor filial. La dimensión de la respuesta instigada por Alducin fue directamente proporcional al pánico moral que provocó la circulación del manual de planificación familiar de Margaret Sanger traducido al castellano y al maya. Las propuestas que llegaban del sureste mexicano era muy inquietantes para las mayorías conservadoras: libertad sexual, “uniones libres”, escuelas racionalistas, derechos para los pueblos originarios. En 1922 el día de la madre quedó instaurado con bombo y platillo. Para la derecha no se trataba de cuestionar y aportar soluciones –en la realidad– a la precarización de las madres, sino de romantizarla a conveniencia.

El mito de la maternidad y sus consecuencias: la certeza en el imaginario colectivo de que el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados no son trabajo, sino “actos de amor” ha sido uno de los temas principales en las investigaciones, las escrituras y los activismos de Marta Acevedo. El primer acto público del feminismo mexicano –organizado por Mujeres en Acción Solidaria en 1971– del cual Marta fue una de las convocantes, sucedió en el Monumento a la Madre: “Soy madre, ¿y qué más?” Como ha dicho y escrito Marta Lamas en varias ocasiones: las feministas en esos momentos no fueron receptivas a la propuesta de Marta: colocar el trabajo del hogar y el trabajo de cuidados en el centro de la agenda, y Lamas agrega: “Marta Acevedo se adelantó cincuenta años a lo que hoy es uno de los puntos principales del debate: ¿quién se encarga de los cuidados?” Acevedito fue la precursora de ese sistema nacional de cuidados que hoy se reconoce y se propone como urgente.

La primera presentación de “A cien años del 10 de mayo” con Marta Lamas y Hortensia Moreno en la V Feria del Libro de las Universitarias y los Universitarios fue, sin duda alguna, ese tan deseable encuentro entre la autora y las estudiantes, el diálogo con las “nuevas lectoras” al que hacía referencia Publicaciones UNAM. La memoria importa. Nos construye. Nos permite sumar. Los libros en venta se agotaron y Marta estuvo rodeada de cariño. La segunda presentación tuvo lugar en la librería Elena Garro en Coyoacán con la participación de la autora y de una parte de su banda de fans: Marisa Belausteguigoitia, Stephanie Brewster, Marta Lamas, Hortensia Moreno, y yo. La sala se llenó de nuevo y el aplauso para Marta Acevedo fue entrañable. Después celebramos con pizzas y vino tinto. Por la inteligencia de Marta, por sus intuiciones y análisis que han sido una brújula para tantas de nosotras, por sus compromisos de vida, por el placer de tantos años compartidos. Una fiesta de legado y de memoria.