A lo largo de las últimas décadas, México ha sido víctima de una plaga implacable: el narcotráfico.
Este fenómeno ha generado un daño incalculable que se extiende mucho más allá de la violencia física, erosionando las estructuras institucionales, generando inestabilidad económica y poniendo en grave peligro la salud de la población.
En la incesante lucha por la dominación de las rutas y mercados del narcotráfico, los cárteles de droga han propagado una ola de violencia en un grado alarmante, extendiéndose a territorios que alguna vez se consideraron ajenos a este conflicto.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indicó que el año 2022 culminó con un saldo desalentador: más de 34 mil homicidios, de los cuales un número significativo se atribuye a la guerra del narcotráfico. Este escenario ha generado un manto de temor que influye directamente en el día a día de los ciudadanos, poniendo en sombras su vida con la constante amenaza de la violencia.
Simultáneamente, la corrupción se ha arraigado como un socio del narcotráfico. Con México ocupando la posición 135 de 180 en el Índice de Percepción de la Corrupción 2022 de Transparencia Internacional, se evidencia la magnitud del problema.
La presencia de los cárteles de drogas en instituciones gubernamentales y fuerzas de seguridad ha comprometido la integridad de estas entidades, disminuyendo la confianza pública y debilitando la lucha contra el narcotráfico.
El narcotráfico también ha desfigurado la economía de formas complejas y significativas, dando lugar a un mercado subterráneo alimentado por dinero ilegal. Aunque es complicado cuantificar con exactitud, algunos expertos consideran que esta economía oculta podría representar hasta un 20% del PIB del país.
Este escenario distorsiona la competencia justa, promueve la desigualdad económica y entorpece la implementación de políticas económicas eficientes.
El consumo de drogas ilegales se ha incrementado debido a su fácil acceso, generando graves repercusiones en la salud pública. La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 revela que la ingesta de drogas ilegales entre los adultos mexicanos aumentó en un 47% en una década, derivando en adicciones, sobredosis y degradación de la salud en general.
Los impactos sociales del narcotráfico son devastadores. La infiltración del crimen organizado en comunidades y regiones enteras puede desestabilizar estos territorios, generando conflictos internos y tensiones que propician un ciclo vicioso de violencia y pobreza.
Afrontar el narcotráfico en México es un desafío gigantesco que requiere la acción conjunta y coordinada del gobierno, la sociedad civil y la comunidad internacional.
Para trazar un futuro más seguro y próspero, México debe perseverar en la implementación de estrategias eficaces que se dirijan no sólo a los síntomas del narcotráfico, sino también a sus raíces, como la pobreza y la desigualdad.
La solución a largo plazo exigirá afrontar este desafío con coraje y decisión, yendo más allá de políticas simplistas como el famoso lema presidencial de "abrazos, no balazos".