Antes de entrar al análisis del caso de Luis Rubiales, presidente de la real federación española de futbol, escribo esto consciente de que cualquier análisis trata, en el fondo de todo, de experiencias traumáticas de violencia y discriminación que están viviendo y reviviendo las jugadoras de futbol -españolas y de todo el mundo- así como muchos millones de mujeres que en todos los rincones del planeta hemos enfrentado este tipo de violencias en espacios de trabajo. Por eso la enorme trascendencia de este caso que, ojalá, nos permita seguir avanzando hacia un definitivo #SeAcabó.
Jenni Hermoso y sus compañeras, campeonas del mundo de futbol, pasarán a la historia como mujeres extraordinarias; atletas que, a pesar del poco apoyo a la rama femenil de su deporte y las enormes desigualdades con la liga varonil en su país -la más poderosa del mundo del deporte más popular del mundo- persistieron hasta llegar a lo más alto. Le dieron a su país el más grande logro que se puede tener en su profesión. Persistieron a tal punto, que el beso NO consensuado de Luis Rubiales, poderoso dirigente deportivo que de manera consistente ha demeritado el futbol femenil, maltratado y consentido abusos contra las jugadoras, es solo un acto más de una lista que seguramente nadie puede imaginar.
La diferencia esta vez fue su difusión masiva. Ese factor de visibilidad irrefutable, aunado a su determinación de negar y minimizar los hechos de una manera indecente y arrogante, ha despertado un movimiento que ni él, ni sus aplaudidores, ni autoridades, ni jugadores hombres y, posiblemente, tampoco las jugadoras españolas y alrededor del mundo, pudieron imaginar.
Hoy, las voces unidas de las jugadoras y la indignación nacional e internacional que el comportamiento vulgar de Rubiales ha despertado, hará que Jenni Hermoso y las campeonas del mundo también pasen a la historia como mujeres que contribuyeron a poner contra la pared a instituciones deportivas y personas sumamente poderosas económica, política y socialmente, que están impregnadas de machismo y misoginia. Ellas se están levantando frente a culturas profundamente patriarcales que consistentemente violentan a las mujeres y a otras personas que buscan alzar la voz y poner límites a las faltas de respeto, exclusión y humillaciones.
Luis Rubiales, en cambio, pasará a la historia como un rancio personaje que no supo entender el tiempo en que vive ni la función social de su posición. Inmerso en su propio poder, intereses y privilegios, sigue incrédulo, ridículo e indigno frente a la creciente presión, refugiándose en otros y otras que apuestan su futuro en él, sin importar qué tanto se hundan, ni la vergüenza presente y futura. Nadie le recordará como el presidente de la federación cuando las jugadoras quedaron campeonas, sino el que las avergonzó y humilló; un hombre poderoso a pesar del cual ellas lograron sus objetivos.
El caso Luis Rubiales es que es solo una muestra de lo que sucede en prácticamente todos los ámbitos de nuestra sociedad: deporte, empresas privadas, instituciones públicas, organizaciones de sociedad civil, instituciones internacionales… todas están llenas de personajes como Luis Rubiales. Hombres que usan su poder para demeritar, invisibilizar, silenciar, utilizar y hostigar a mujeres y otras personas. Si además esas mujeres se atreven a señalarles, la furia y las represalias disfrazadas o abiertas, son aún peores.
Es por eso que el caso está tomando tanta relevancia y motivando a más mujeres y -afortunadamente- a varios hombres, a alzar la voz.
Es muy claro que si no se hubieran combinado todos los elementos en un país con un fuerte movimiento feminista (al que Rubiales, en un cinismo imposible de creer culpa de su situación) pero también con sectores sumamente conservadores y discriminadores, esto no habría pasado de ser una simple anécdota más, tras la cual las jugadoras habrían tenido que volver a las prácticas y rutinas de siempre. Esa normalización de aguantarlo todo para evitar la reacción machista y violenta de quienes deciden.
Esta es una experiencia que atraviesa a las mujeres en la mayor parte del mundo. Constantemente tenemos que eligir entre aguantar abusos o renunciar a metas y objetivos para que quienes ocupan esas posiciones -mayoritariamente hombres – no reaccionen en nuestra contra.
El futbol ya de por sí es importante, pero no es solo el futbol. Es la exhibición de un sistema patriarcal formado por patrocinadores, dueños de equipos, organismos internacionales, medios nacionales e internacionales de comunicación, en su mayoría dirigidos por hombres y también podemos ver a mujeres volteando la mirada mientras compañeras y colegas viven estas experiencias.
Este caso deja aprendizajes que menciono brevemente a continuación:
La transparencia y la visibilidad importan. Saber qué pasa en las organizaciones, independientemente de su tipo, es importante. Las barreras legales y las prácticas culturales que muchas veces impiden que en las organizaciones se conozca quienes tienen denuncias de abuso y las circunstancias, contribuye a facilitar que estas se reproduzcan y se impida la movilización de grupos al interior, particularmente cuando se dan de forma tan evidente. No es casual que hoy Rubiales, como lo hacen muchos en todo tipo de organizaciones y los liderazgos de estas, recurran a la “ley” y a las instituciones de justicia en su defensa. Históricamente, esos instrumentos les benefician para justificar o encubrir sus actitudes y comportamientos, y evitan el descubrimiento de patrones dañinos y muchas veces criminales. La transparencia es fundamental para contrarrestarlos.
Las culturas organizacionales patriarcales como grandes barreras para la igualdad. Resulta muy ilustrativo el argumento de Luis Rubiales respecto a lo que considera una gestión exitosa. La mayoría de las organizaciones están dispuestas a ignorar comportamientos inadecuados como acoso, hostigamiento y represalias por parte de gente que lleva dinero, conexiones y “éxito” a las organizaciones. Esto es en detrimento de la inclusión, la diversidad y la igualdad de género. Las organizaciones tienen que alinear sus acciones con sus misiones, más aún cuando se trata de instituciones con una función social como la del deporte.
Los medios de comunicación juegan un rol crucial. Como lo hemos visto en los últimos años alrededor del mundo, los medios juegan un rol crucial en estos procesos. En su mayoría los medios tienden a tomar el lado de los perpetradores y reproducir estereotipos, particularmente si estos son poderosos política y/ o económicamente. Es fundamental conocer las relaciones económicas de los medios, como sucede con diarios en España que han revictimizado constantemente a Jenni Hermoso y a las campeonas. El trabajo de perspectiva de género con ellos sigue siendo un gran pendiente para cambiar narrativas y normas sociales patriarcales que afectan a la sociedad en su conjunto.
La solidaridad / sororidad crea movimientos. Sumar voces importa. Si Jenni Hermoso solo hubiera dado esa primera impresión en sus redes compartiendo que no le gustó el beso, pero nadie más hubiera levantado la voz para señalar la conducta y cuestionar el abuso, se habría quedado ahí, tal y como sucedió cuando más de una decena de jugadoras tuvieron que renunciar a la selección y a la posibilidad de ser campeonas del mundo para no seguir en ese contexto. Ser mujer u hombre y voltear la cara por beneficios personales es complicidad. Cuando mujeres u hombres deciden callar porque “sus experiencias individuales son distintas” o porque tienen beneficios personales de su relación con quien ha cometido un abuso, sostienen un sistema.
Los hombres tienen que rendir cuentas de sus actos y asumir un nuevo liderazgo para hacer posible el cambio. Los hombres siguen siendo los principales perpetradores de estas formas de violencia en todas las organizaciones e instituciones, independientemente de su naturaleza, y sigue siendo urgente el trabajo para que cambien sus formas de comportamiento y su rendición de cuentas. Afortunadamente, estamos viendo cada vez a más hombres jugadores e involucrados en el futbol u otras ámbitos levantando la voz. Los primeros que lo hicieron asumieron el liderazgo del cambio y, al hacerlo han reducido lo que en ciencias de comportamiento se llama percepción de riesgo o fricción.
El cambio es lento, pero avanza. Este asunto muestra que el cambio es muy lento y las resistencias muchas. Hay quienes solo están esperando para regresar al lugar de donde venimos. Hay quienes no se atreverán a cambiar hasta que el mundo no los obligue. Pero el hecho de que la FIFA haya suspendido a Rubiales, aunque es solo un inicio es un avance. Ver a patrocinadores retirando su respaldo, es otro. En tiempos en los que el feminismo está bajo ataque de muchos frentes, este movimiento muestra su importancia y vigencia.
Honrar a quienes tuvieron que renunciar. No olvidemos a quienes denunciaron primero y evidenciaron la discriminación y violencia sistemática al punto que sacrificaron sus sueños y desarrollo pleno. Ellas lo sabían y lo vivieron. No fueron débiles, sino congruentes. Ellas también merecen esas medallas y el crédito por esta movilización. Aguantar, #NoEsElCosto.
No nos equivoquemos, el hecho de que Luis Rubiales ocupe las portadas esta semana no es signo de que ellas están siendo relegadas en su campeonato. La historia les tiene reservado un lugar especial. Esta vez, ellas la están escribiendo y son las protagonistas.