#RECOVECOS

La UNAM, la sucesión de Graue y candidatos presidenciales

El adormecimiento de la discusión en los auditorios de la máxima casa de estudios es notorio. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

Algo le pasó a la UNAM. Hace poco más de 20 años era un hervidero. Había foros, simposios, debates con académicos, funcionarios públicos de todos los niveles, en donde se discutían los problemas nacionales. Los candidatos presidenciales acudían al campus a hacer campaña o incluso presidentes de la república iban a congraciarse y salían con tremenda pedrada en la cabeza.

Actualmente se llevan a cabo foros, pero tienen muy poco alcance. Y para que se vea a secretarios de Estado en el campus participando en congresos o simposios es literalmente imposible. Este fenómeno que ha sacado la discusión del campus universitario, en particular de Ciudad Universitaria, aunque también ocurría en las FES, comenzó hace unas dos décadas, en particular después de la huelga más larga en la historia de la UNAM: el paro que cerró la Universidad durante 9 meses en 2000, justo en las elecciones en las que se dio la primera transición política en el país, al asumir la presidencia el candidato del PAN Vicente Fox Quesada.

El adormecimiento de la discusión en los auditorios de la máxima casa de estudios es notorio. Hace unos días llamó la atención que morenistas como Bertha Alcalde participarían en un foro, lo que se leyó casi como el abordaje de Morena en la UNAM, justo en los prolegómenos de la sucesión de Enrique Graue como rector, y de la definición de quién será la corcholata que abandere a Morena en la elección presidencial del 2024.

Fernando Belaunzarán recuerda para esta columna, historia que ya ha contado antes, pero sirve para contexto, que en el 2000 “López Obrador fue a fuerzas a la Ciudad Universitaria, él no quería ir. Se resistió hasta el final, incluso un día antes o el mismo día anunció que no iría, pero cuando vio el éxito de la convocatoria, finalmente fue con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, pero no quiso hablar”.

En aquel momento, Belaunzarán le tocó organizar el acto proselitista y López Obrador “me envió a Raquel Sosa, a Rafael Barajas El Fisgón, que fue acompañado de el monero Hernández, para tratar de convencerme de que no hiciéramos el evento. Quien tuvo la determinación de hacerlo fue el ingeniero Cárdenas. La verdad es que no veo hoy ningún problema de que los aspirantes a la presidencia de México vayan al campus de la UNAM. El tema es que sea un evento de ideas, no hay ningún problema, la Universidad no es un islote del país. Que vayan. Lo ideal es que sean eventos donde puedan ser cuestionados por la comunidad universitaria”.

El propio Belaunzarán recuerda que en 1994 fue Ernesto Zedillo como candidato del PRI a la Presidencia de México y que él fue de los principales estudiantes que protestaron, pues hasta se le aventó al paso de su convoy. “En ese madruguete a mi me tocó interpelar a Zedillo y creo que es importante haya eso, y si hubo conflicto después fue porque había mucha gente afuera y Zedillo no quería comparecer con toda la gente que había afuera y sólo se quedó con el auditorio de la Facultad de Contaduría”.

Un evidente crítico de López Obrador, Belaunzarán dice que “López Obrador fue a huevo a la UNAM en el 2000 y no ha querido ir ni en 2006, ni en 2012, ni en 2018, aunque sí fue a otras universidades, curiosamente, pero no a la UNAM”.

López Obrador ha atacado a la UNAM. La tacha de neoliberal y de conservadora, pero es evidente que, aún siendo egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, ni la quiere ni la conoce ni la entiende.

Hace unos días, Graue le declaró a Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula que lo mejor sería que los candidatos y candidatas presidenciales no vayan a la UNAM. Discrepo.

En el 2000, el entonces director de la Facultad de Economía de la UNAM, me invitó un café en su oficina. “Voy a provocarlos”, dijo. “Voy a invitar a Manuel Camacho aquí a la Facultad, es egresado de aquí. Para ver si así se animan los demás”, agregó. Y efectivamente, abrió la compuerta, después irían otros aspirantes presidenciales.

En las elecciones de 1997, por ejemplo, el panista Carlos Castillo Peraza, le fue como en feria en Ciencias Políticas con protestas de estudiantes, quienes lanzaron condones inflados y se armó tremenda escandalera. Pero todo salió bien. Curtido como estaba, Castillo Peraza no se inmutó ni salió odiando a los universitarios pumas.

Ojalá vayan.

En este contexto se desarrolla la sucesión en la UNAM. Enrique Graue concluye su segundo periodo. Algunos hablan de intromisión de Morena en el proceso, pero es evidente que ninguna de las corcholatas posee los cuadros suficientes para generar una movilización que mueva el piso universitario. Por otro lado, generar algún conflicto se mira muy complicado porque no hay banderas legítima que lo arropen, como ocurrió en el 2000 con la iniciativa del rector Francisco Barnés de Castro de aumentar las cuotas, justo en diciembre de 1998. El estallido de la huelga se dio hasta el 20 de abril. Hoy eso se ve imposible.

Por otro lado, la Junta de Gobierno es quizá la más autónoma que se haya tenido en la UNAM. Difícil, muy difícil se antoja que Morena pueda, aunque quiera, meterse a la sucesión en la UNAM.

Punto y aparte. Tres mujeres competirán. Y tres hombres competirán.

Punto final. Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. En estos #Recovecos les conté en noviembre de 2018 que había tres ministros a los que odiaba López Obrador: Eduardo Medina Mora, Luis María Aguilar y Jorge Pardo Rebolledo. Al primero lo obligaron a renunciar a la toga, porque él mismo no estaba dispuesto a ser defenestrado en la Cámara de Diputados en un desafuero, que ya le estaban preparando. Y a Luis María Aguilar le armaron expedientes, pero ninguno prosperó. Por eso el ataque hoy a Luis María Aguilar sorprende a muchos, pero ya lo tenía en la mira. Andrés Manuel López Obrador pudo con Medina Mora, no se atrevió con Pardo Rebolledo y no podrá con Luis María Aguilar.