La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una institución internacional que, entre sus objetivos, se encuentra el análisis, discusión y determinación de estrategias y planes para el adecuado desarrollo de los países miembros entre los que se encuentra México. Para ello, la ONU en 2015 estableció los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), conocidos también como Objetivos Globales, que buscan fundamentalmente poner fin a la pobreza, la discriminación, proteger el planeta y establecer directrices que permitan garantizar para 2030, que las personas disfruten de prosperidad bajo un contexto de paz.
En este contexto, la ONU determino 17 ODS entre los que destaca el Objetivo número 4 denominado “Educación de calidad”, cuyas metas se encuentran, entre otras, “…garantizar que todas las niñas y niños completen una educación primera y secundaria gratuita, equitativa y de calidad que conduzca a resultados de aprendizaje, relevantes y efectivos”; “…garantizar el acceso equitativo de todas las mujeres y hombres a una educación técnica, profesional y terciaria asequible y de calidad, incluida la universidad”; “…garantizar que todos las y los alumnos adquieran los conocimientos y las habilidades necesarios para promover el desarrollo sostenible y estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia…”, etcétera.
En México, de acuerdo con el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA) realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2022, México ocupaba el lugar 102 entre 137 países. Al respecto la organización “Misión Rescate México-Educación” ha planteado que para poder contar con un auténtico nivel educativo es necesario que el proyecto educativo esté libre “…libre de ideologías, posicionamientos caudillistas o totalitarios que quieran modificar la historia, valores y la identidad del mexicano”, entre otras consideraciones.
Ahora bien, de acuerdo de acuerdo con datos del INEGI en 2010 el grado promedio de escolaridad a nivel nacional era de tan solo 8.6 años, lo que equivalía un poco más del segundo año de secundaria. Para 2020, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda, este indicador se ubica en 9.7 años. Es decir, poco más de un punto porcentual más en una década lo que habla que la educación en nuestro país sigue siendo baja.
La educación, además de ser un derecho humano que tenemos consagrado en nuestra Constitución Política, es el principal vehículo para el desarrollo de cualquier nación, así como es la herramienta más importante para abatir la pobreza, mejorar las condiciones de la población, lograr una equidad entre hombres y mujeres con lo que garantizaríamos una igualdad de género y promoveríamos una auténtica cultura de paz y estabilidad.
Por ello, los gobiernos de las grandes potencias del mundo consideran a la educación como una de las políticas más importantes que promueven, impulsan y materializan con leyes y acciones porque saben de su importancia para alcanzar no solamente el bienestar de la población sino constituirse como naciones punteras del desarrollo global.
Bajo estos aspectos, nuestra principal crítica al gobierno de la República es que ha sido muy errático en una política educativa acorde a las necesidades de todas y todos los mexicanos. De entrada, la reforma educativa presentada por la actual administración en 2019 le dio el control de la educación a los sindicatos, eliminándose, además, las funciones del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa con lo que no se tienen parámetros que midan el nivel e impacto de la educación en México.
Asimismo, el programa que “Aprende en Casa” instrumentado con motivo de la pandemia de COVID-19 trajo como resultado que luego de la misma no regresaran a clases poco más de 5 millones de estudiantes. Y, por si fuera poco, hoy nos presentan unos Libros de Texto para la educación básica que, por decir lo menos, su contenido está plasmado de adoctrinamiento ideológico, su contenido no fue evaluado por expertos, los libros no incluyen materias específicas como Historia, Geografía, Matemáticas o Ciencias Sociales, cuentan con un sinnúmero de errores que ponen en peligro la preparación académica de las y los alumnos, entre otros tantos aspectos más.
Debemos apostar por la educación como medida de salvación de nuestra nación. La educación debe ser revalorada y construida con alturas de miras que potencien, no solamente uno de los derechos fundamentales de la población, sino como esquema de desarrollo que nos impulse a mejores condiciones de vida, de salud, de equidad, de igualdad y bienestar. Pensar y hacer lo contrario atenta contra el principal ingrediente de un sistema democrático como el nuestro: su población.