Uno ve las cinco fotografías de los jóvenes desaparecidos el viernes 11 de agosto en Lagos de Moreno, Jalisco, y no da crédito a la tragedia que los muchachos de esos rostros sanos y sonrientes, dispuestos a la vida, pudieron sufrir.
Son muchachos que están en plena juventud, alegres, optimistas, cargados de la emoción de la mucha vida que aún tenían por delante, y de un futuro que apenas estaban pergeñando. Cinco seres humanos que no merecían un trato de tal grado inhumano y mucho menos ser sujetos de humillación y agravio hasta la posible muerte.
Son Roberto Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván, Jaime Adolfo Martínez Miranda y Dante Hernández. ¿En dónde están? ¿Qué pasó con ellos? ¿Quién les sustrajo de su vida y quien acometió en contra de ellos? ¿Es que una especie de ser humano está a tal grado descompuesto que es capaz de hacer daño mortal a otros de su misma especie, pero no de su calaña?
Y uno ve otra fotografía en la que los cinco muchachos están atados de las manos por detrás, hincados, cubiertos en parte de sus rostros obligados a ver una cámara que lo mismo los amenaza como les genera terror y esa enorme soledad y dolor de la víctima frente al victimario.
De pronto el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, dice que corresponde al gobierno federal la investigación de este hecho. Aunque también afirma que colaborará en lo que se requiera para investigar el paradero de los muchachos y qué es lo que pasó.
El presidente, en su Mañanera, apenas sacudido el país por la tragedia, cuando el clamor nacional es el de justicia y que los muchachos aparezcan; cuando todos tenemos la esperanza en que por fin las autoridades nacionales o estatales o municipales nos entreguen a los jóvenes y se castigue a los depredadores… Nada…
El presidente hace como que no oye la pregunta porque no tiene respuesta, porque no sabe qué decir, porque quiere sacar las manos de un asunto grave y que incrementa la sensación nacional de inseguridad, de temor, de miedo y de agravios, de muertes sin fin. No oye la clara pregunta del tema: Los cinco jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno…
A cambio cuenta un chiste que tiene que ver con su dicho de que no oye esta pregunta ni la voz nacional. Y todos quedamos azorados por la falta de respuesta a tan grave hecho. Por la falta de solidaridad humana, por la falta de sentido humano…
Por la falta de esa voz que desde el Palacio Nacional, que es de todos nosotros, que nos dijera a los mexicanos que sí, que es un tema doloroso, que el gobierno con el país está conmovido e indignado, y que será atendido inmediato por este gobierno que tiene la responsabilidad de preservar nuestra seguridad, nuestra integridad física como patrimonial… Todo. Nada.
En el país hay un hondo sentido de pesar por los muchachos desaparecidos en Lagos de Moreno. Ellos representan a todos los muchachos del país, a todos esos que en México, hoy, están en peligro; que están sometidos al rigor de la maldad humana de otros seres inauditos y enfermos de maldad, pero sobre todo que estamos indefensos porque nadie hace nada por parar esta muy grave situación.
Y ocurrió en Jalisco, como pasa cada día y cada día y cada día en prácticamente todo el territorio nacional. La respuesta es que nada, que todo va a mejor y que lo que ocurre hoy; que si hay estridencias es porque los medios de comunicación son conservadores y “ya se les acabó el chayote”…
Y también argumentan desde el gobierno de la 4T que, después de cinco años de gobierno, la violencia criminal, el agravio a miles de mexicanos, el desahucio de poblaciones enteras por razones de violencia y crimen, son por herencia del pasado.
Y esto de la ‘herencia del pasado’ es una cantaleta que repiten como pingüinos muchísimos de los funcionarios o legisladores o burócratas para justificar su ineficacia de hoy: “Es que todo esto es herencia del pasado”… como si ellos mismos no fueran herencia de ese pasado ominoso.
Pero ‘ya baste de rigores, ya baste’. Todavía hay tiempo. Falta más de un año para que concluya este gobierno y es en ese lapso en el que tiene que enderezar la barca nacional que hoy está a punto de hundirse. Hay tiempo para hacer honor al mandato que se le otorgó en julio de 2018.
Reconocer los errores es el primer paso. Salir de ellos es lo siguiente. Y de ahí en adelante buscar la forma de que se acabe esa supuesta alianza entre malandrines y gobierno; que se den garantías reales de que el gobierno está dispuesto a actuar en contra de quienes atacan, dañan, matan a mexicanos sin ton ni son, sin temor alguno.
Es tiempo de rediseñar la estrategia de seguridad para que tanto las fuerzas de la Guardia Nacional como el Ejército y la Marina –involucrados éstos dos en el tema criminal, aun contra su voluntad inicial– hagan honor a la confianza que por años los mexicanos hemos tenido en ellos: Ejército y Marina eran por muchos años símbolo y garantía de nuestra soberanía y nuestra seguridad nacional. Y eran muy queridos.
Es tiempo aún de salvar vidas y es tiempo aún de saber qué fue lo que pasó con los cinco muchachos de Lagos de Moreno, los muchachos sonrientes, sanos, dispuestos a su propia vida… Hoy no se sabe de ellos. ¿Lo sabremos algún día? ¿Se repite Ayotzinapa? ¿Se repetirá la vieja historia del principio, la del “es herencia del pasado”?