Después de varios años de observar la vida política en México, uno puede aventurar que existen tres tipos de mujeres que participan en posiciones de alto nivel: las que son excelentes secretarias ejecutivas, las que son autónomas y las que gustan de estar en el candelero político.
En nuestro país llamamos políticos a las y los que aspiran al poder sobre otros. Lo hacen buscando puestos de elección, ya sea encabezando los poderes ejecutivos o integrando los legislativos.
Hasta ahora, las candidaturas para la presidencia de la República surgían de los integrantes del gabinete saliente o de los gobernadores. Eran personas con experiencia en la administración pública.
En el legislativo, durante varias décadas la experiencia se adquiría pasando de una cámara a otra o a los congresos locales. Con la reforma constitucional de 2014 de los artículos 59, 115 y 116 se incluyó la reelección de senadores, diputados, presidentes municipales, regidores y síndicos.
Las y los políticos en México se mueven en tribus o en mafias: el jefe o jefa tiene la obligación de colocar a las personas que integran su tribu. Así, son las tribus en las cúpulas de los partidos políticos las que deciden a quiénes postularán para las siguientes legislaturas. Poco tiene que ver su experiencia o su desempeño previo en la promoción y defensa de los derechos ciudadanos.
Al observar a las mujeres que participan actualmente en puestos políticos de alto nivel, uno puede aventurar que son de tres tipos:
Las que funcionan como directoras o secretarias ejecutivas. Tienen elevadas capacidades de concreción de proyectos, recursos para resolver requerimientos o problemas, una gran lealtad y obediencia hacia sus jefes. Estos, que son generalmente hombres, funcionan como generales dando órdenes, teniendo ocurrencias o haciendo promesas, siendo ellas las que logran ponerlas en práctica. Su destino político está en manos de sus jefes, que las explotan y en ocasiones, las promueven como una forma de prolongar su poder y asegurar a su tribu. Por ello, gozan de poco margen para formar sus equipos de trabajo.
Las mujeres autónomas. Son fuertes, inteligentes, creativas, con opiniones y posiciones propias; saben decir no, tienen mayor libertad para moverse, cuentan con recursos para resolver problemas y son más directas para hacerlo. Generalmente no cargan con tribus. Forman sus equipos considerando las capacidades y conocimientos de las personas.
Las mujeres que se prestan a llenar cuotas. Les gusta figurar y estar en los candeleros políticos, tener posiciones e ingresos. Buscan constantemente el reconocimiento y la alabanza. Dependen mucho de sus equipos de trabajo. Saltan de un partido a otro. Se prestan a apoyar y promover todo lo que les instruya quién las subió al poder.
En los gobiernos y congresos actuales es posible identificar nombres de mujeres representativas de cada una de estas categorías. Por el bien de la creciente participación de las mujeres en política, ojalá y el balance futuro no se incline hacia el tercer grupo.