MINERÍA

Puertas con cerrojo en la mina de Larrea

El tribunal laboral carga aún con más de medio millón de casos sin resolver. | Manuel Fuentes

Créditos: #OpiniónLSR
Escrito en OPINIÓN el

En la vieja Junta Federal de Conciliación y Arbitraje hay una gran puerta de metal que se cierra con cerrojo reforzado cuando se trata de asuntos de justicia laboral. Basta con asomarse a cualquier hora del día para observar cómo el derecho de admisión opera a cuentagotas y únicamente para ciertos peticionarios.

Los mandamases de los grandes capitales se sienten a gusto por esa justicia lenta y anquilosada que se practica en aquel vetusto tribunal laboral, que carga aún con más de medio millón de casos sin resolver.

Lo lamentable es que ese cerrojo ha sido copiado por las Secretaría de Economía y del Trabajo, de quienes se esperaba que asumieran un cambio de rumbo para atender la huelga de la mina San Martín, ubicada en Sombrerete, Zacatecas, que estalló hace más de 16 años.

La falta de medidas de higiene, seguridad y salud, el aire contaminado cotidianamente, el riesgo de explosiones y la ausencia de equipos de protección, pululaban no sólo al momento de estallar la huelga, sino también la acción vandálica del patrón para desparecerla a toda costa durante estos largos 16 años, con la complicidad de la autoridad laboral.

Los mineros en México comparten la constante incertidumbre de perder la vida y su salud en cualquier momento; no cuentan con nada, ni con la autoridad que, en lugar de protegerlos, parece ser su enemiga. Ellos ahora sólo pueden contar con la esperanza de la justicia internacional porque la propia no solamente los olvida, sino que los enfrenta con la impunidad.

Vemos el inadmisible olvido del Estado Mexicano, que tan sólo es un gran simulacro; se esconde detrás del telón con profunda indiferencia. Hace de la verificación y de la sanción una desmedida simulación para que se violenten los derechos de los mineros todavía en huelga.

Ese rumbo de impunidad lo determinan algunos empresarios con la amnesia del Estado, en cuyo caminar la vida, la salud y los derechos de los trabajadores son pisoteados cada día.

Los funcionarios de Estado desconocen que la huelga se construye día a día, con la vida y la muerte de los trabajadores, en compañía de sus familiares. Arguyen que no se puede aplicar la retroactividad, para ellos, la huelga no existe, es del pasado y no del presente; consideran que los derechos colectivos fenecieron en 2007. No entienden que la suspensión de labores se da por la violación constante de sus derechos laborales.

La huelga no es un mero conflicto jurisdiccional, de jueces, demandas y controversias judiciales, es la suspensión de labores, es un derecho humano cuya existencia reivindica los derechos esenciales de los trabajadores.

Parece que los abogados que contrataron en esas dependencias son de la vieja escuela romana, donde no saben nada del derecho de huelga ni de la justicia social.  Para ellos es cosa del pasado y es un expediente frío, porque las causas de denegación ocurrieron en 2007, antes de la entrada en vigor del T-MEC en 2020 y por supuesto del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida.

La Secretaría de Economía y la del Trabajo se arrinconan manifestando que atender la queja de los mineros es violentar el principio de retroactividad, y hasta la soberanía nacional, pero no toman en cuenta la violación en tiempo presente de los derechos colectivos de los trabajadores.

Se comportan como la propia Junta Federal, que dio por terminada la huelga, avalando un acuerdo ilegal celebrado entre una coalición de trabajadores, que carecía de la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo, y Grupo México, propiedad de Germán Larrea, en el año de 2022.

Esto significa simplemente “olvidar”, aceptar la violación constante de los derechos de los trabajadores, continuar con el empecinamiento de las autoridades mexicanas de evitar a toda costa la justicia social.

Al escribir estas líneas, recuerdo aquella frase del ausente y siempre presente Mario Benedetti:

“El olvido no es victoria sobre el mal ni sobre nada y sí es la forma velada de burlarse de la historia, para eso está la memoria que se abre de par en par en busca de algún lugar que devuelva lo perdido, no olvida el que finge olvido sino el que puede olvidar”.