VIOLENCIA SEXUAL INFANTIL

Otro pederasta que se va impune

Para Ana Lucía Salazar

Escrito en OPINIÓN el

Uno de los delitos que nos debería provocar mayor indignación es el de la violencia sexual infantil que en la gran mayoría de los casos queda impune por la condición de gran vulnerabilidad de las víctimas y los múltiples obstáculos que enfrentan para expresar lo sucedido, así como la indiferencia de las autoridades y de la misma sociedad que muchas veces protegen a los pederastas, sobre todo cuando cuentan con una posición social, capacidad económica o poder político.

Tal es el caso de los supuestos líderes religiosos o espirituales quienes deberían ser los primeros en predicar con el ejemplo, y sin embargo en muchas ocasiones se aprovechan de su ascendencia “moral” para agredir sexualmente a niñas y niños incluso de muy corta edad que son de los seres más indefensos. Desgraciadamente sobran historias de terror como en la arquidiócesis de Baltimore en la que más de 150 sacerdotes pederastas abusaron de cuando menos 600 niños durante 80 años, o en la de Boston que fue descubierta por una notable investigación periodística del The Boston Globe, en la que alrededor de 70 sacerdotes agredieron por décadas a cientos de infantes con la complicidad del cardenal Bernard Law.

Nuestro país no escapa a esta cruda realidad destacando Nasson Joaquín García, líder de la iglesia de la Luz del Mundo, quien es de los muy pocos que ha recibido castigo pero únicamente por tres casos en los que se declaró culpable en Estados Unidos, y todo indica que decenas de víctimas aún esperan que se les haga justicia, así como Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo quien desde 1940 abusó de cuando menos 60 personas menores de edad y hasta su último día contó con la protección al más alto nivel de la iglesia católica. Aunque parezca increíble, el mayor castigo que se le impuso fue la renuncia a su actividad sacerdotal y a llevar una vida de oración y penitencia. A la fecha se han documentado 175 víctimas de violencia sexual infantil cometida por 33 miembros de esa congregación.

El lunes se dio a conocer el fallecimiento de uno de ellos, el sacerdote Fernando Martínez, quien fue denunciado en varias ocasiones por haber abusado sexualmente de niñas, niños y adolescentes desde 1990, primero en el colegio Cumbres de la Ciudad de México y luego en el de Cancún al que lo trasladaron para encubrir sus delitos. A pesar de que, a partir de que una de sus víctimas presentó una denuncia pública en 2019 y los Legionarios tuvieron que reconocer que desde 1969 fue señalado por sus conductas agresoras y se acreditaron al menos 8 casos, este depredador sexual permaneció en libertad hasta sus últimos días y, al igual que Maciel, la única consecuencia consistió en la pérdida de su estado clerical pero ni siquiera se le expulsó de la congregación a pesar de las gravísimas afectaciones que causó a sus víctimas, y le permitieron vivir tranquilamente en una casa de retiro en Italia.

Las palabras de Ana Lucía Salazar, conductora y cantante quien fue agredida sexualmente por Fernando Martínez cuando tenía tan sólo ocho años y que decidió alzar la voz tras décadas de sufrimiento son lapidarias y debemos tenerlas muy presentes como un recordatorio de lo que ha pasado y sigue pasando, así como el calvario al que condenan de por vida a sus víctimas: “Murió impune, encubierto hasta el último día de su vida”. “Jamás hubo justicia y verdad para más de 50 años de violaciones, violaba en colegios y el Estado mexicano lo protegió”. “La misma iglesia que habla de justicia, amor y verdad encubre y empodera a estos criminales y utiliza todo su poder para acallar y romper en pedazos la vida de sus víctimas infantiles”. “Hoy sólo se murió Fernando Martínez, pero sus crímenes siguen girando en la tierra,  frente a la indolencia de la sociedad,  frente al triunfo de los legionarios de cristo y de la iglesia católica, frente a la inoperancia del Estado mexicano ¿A quién le importan las niñas violadas? “Ahora, a tu muerte, soy tu víctima, la que tiene que escuchar que por fin se hizo justicia, como si la muerte fuera un castigo y no un descanso a tus 80 y tantos años, y que seguro ya está quemándose en el infierno, cuando el infierno lo dejaste aquí en la tierra”. “La deuda histórica de la iglesia y el gobierno con las infancias son inconmensurables. Tú estás muerto pero mi voz y mi testimonio NO, no dejaré de exigir justicia”.