Imagine una patrulla en la Ciudad de México que recibe una alerta de un delito en proceso. En lugar de esperar a que se reciba una descripción del sospechoso, tienen acceso a imágenes en tiempo real proporcionadas por cámaras de vigilancia equipadas con tecnología de reconocimiento facial. Mientras tanto, en la carretera a Punta Cana en República Dominicana, drones de la policía patrullan los cielos, proporcionando vigilancia aérea y monitorización de vehículos para disminuir los accidentes de tránsito en el quinto país con la tasa más alta de muertes por accidentes de tránsito. Lo anterior, es, hasta ahora, un panorama para un futuro cercano, pero que la ciudadanía quiere. De acuerdo con una encuesta realizada por un equipo de investigadores de la University of London, 88% de los ciudadanos de 12 países, están a favor de utilizar tecnología avanzada para transformar la seguridad pública.
El uso de tecnologías emergentes en los cuerpos de seguridad está cambiando rápidamente la forma en que las fuerzas policiales en América Latina abordan la seguridad ciudadana. Estas herramientas digitales están proporcionando oportunidades sin precedentes para mejorar la eficiencia, transparencia y responsabilidad.
Estas tecnologías, que van desde drones y reconocimiento facial hasta análisis de datos predictivos y redes sociales, están permitiendo a las fuerzas policiales recopilar, almacenar y analizar grandes cantidades de información. Este proceso de digitalización está permitiendo a las agencias de seguridad responder a los delitos de manera más rápida y eficaz, proporcionando respuestas más precisas a los incidentes y mejorando la comunicación con los ciudadanos.
El potencial de estas herramientas es inmenso, pero su implementación no está exenta de desafíos. Estos incluyen la necesidad de inversión en infraestructura, formación y la necesidad de políticas claras que regulen su uso para proteger los derechos y libertades de los ciudadanos. Las nuevas tecnologías tienen que ir acompañadas de diseño de procesos, capacitación de personal, buena conectividad y planes de sostenibilidad. Asimismo, el uso de estas tecnologías puede generar preocupaciones sobre la privacidad y la vigilancia excesiva. Mientras que también resulta preocupante el no contar con mecanismos de seguridad de la información y que estas herramientas sean vulnerables a ataques informáticos.
Para maximizar el potencial de estas tecnologías y minimizar sus riesgos, es esencial una planificación y gestión cuidadosa. El futuro de la seguridad ciudadana en América Latina puede ser más seguro y eficiente si se logra una implementación equilibrada y respetuosa de las tecnologías emergentes. Asimismo, es vital fomentar la transparencia y la confianza entre los ciudadanos y la policía, lo cual puede ser facilitado por el uso responsable y ético de estas herramientas.