El plan de reparación impuesto a la llantera transnacional Goodyear SLP con motivo de la implementación del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida ha sido la comidilla en todos los sectores del ámbito de trabajo mexicano, incluso en el extranjero por su trascendencia.
El precedente se sienta como una lección de alto grado para el sector patronal al exigirle a la llantera, con reloj en mano, cumplir con los derechos colectivos de sus trabajadores.
En esta línea de obligaciones la propia Secretaría del Trabajo y el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral se obligó a cumplir con supervisiones y capacitaciones en el centro de trabajo que normalmente solo las lleva a cabo cuando la solicitan desde el extranjero.
Ya quisiéramos que ese trato de atingencia gubernamental se diera al resto de los trabajadores, ya que más de un 90% está fuera de la protección del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida, el cual se debe conformar con un “Mecanismo Laboral de Respuesta Lenta” esencia de nuestro sistema de justicia.
El sistema judicial mexicano, a pesar de tener un poco más de tres años de aplicación, huele a viejo y está lleno de trampas. Para tener un nuevo contrato colectivo de trabajo parece qué hay que pasar por una especie de pantanos laborales en donde el riesgo de sucumbir es alto. No solo es obtener al menos el 30% de simpatizantes, sino que deben ser validados como asegurados ante el IMSS o INFONAVIT.
Durante ese trámite el patrón se percata de quiénes desean organizarse y lejos de respetar ese derecho realiza despidos para intentar evitarlo. En México, tener un nuevo contrato colectivo se está convirtiendo en letra muerta y para los patrones en una alegría el que no se materialice. Por eso es escandaloso el caso Goodyear SLP en ese sector.
El plan de reparación acordado el pasado 18 de julio entre el gobierno de Estados Unidos y México impuesto a la llantera deja en claro que los derechos colectivos de los trabajadores han de cumplirse en todo tiempo. Que los sindicatos en contienda deben tener facilidades, “…con presencia en la planta” para que los representantes y asesores sindicales puedan “…llevar a cabo la actividad sindical durante la jornada laboral…”
En este plan de reparación, la llantera se comprometió a publicar y distribuir a cada trabajador una carta de neutralidad antes de cualquier votación, y a no llevar a cabo actos de injerencia o represalias por actividades o en las próximas votaciones sindicales.
Llama la atención que estos compromisos se suman a capacitar a los trabajadores “…durante las horas normales de trabajo y publicarán y distribuirán material informativo en las instalaciones…” sobre los lineamientos de no injerencia patronal y su compromiso de neutralidad, además en el conocimiento de los derechos de negociación colectiva, libertad de asociación y Contrato ley.
Se suma la obligación de pagar las diferencias de prestaciones que ha dejado de cubrir al incumplir el contrato Ley de la industria llantera en todo lo que beneficie a los trabajadores.
No cabe duda de que, esta reparación, es de gran trascendencia porque obliga a las autoridades laborales a realizar actividades que en la normalidad no realiza en el resto de los centros de trabajo, como es el hacer respetar los derechos laborales tanto individuales como colectivos de los trabajadores, incluyendo su capacitación.
Lo ocurrido en la empresa Goodyear SLP es más que una ponchadura de llantas cualquiera, significa un parteaguas que debe encauzarse en todas las relaciones de trabajo estén o no incorporadas al T-MEC. De otra manera habrá, como sucede ahora, la existencia de trabajadores de primera y de segunda. A los que se les respeta sus derechos laborales y a otros que se les ignora.