El presidente López Obrador declaró este jueves pasado que le dolió mucho el fraude en Seguridad Alimentaria Mexicana, Segalmex. Esta es una institución creada al inicio de la actual administración para promover la autosuficiencia alimentaria mediante apoyos a la producción y para garantizar el derecho a la alimentación mediante una extensa red de tiendas encargadas del abastecimiento de productos básicos sobre todo en el medio rural y en las periferias urbanas.
El presidente decidió colocar en la primera fila de la información nacional el asunto de la corrupción de Segalmex al tiempo que prometió limpiarla de corrupción. Este asunto había sido denunciado publicamente por instancias institucionales desde por lo menos febrero del año pasado y a lo largo del último año fueron saliendo más y más trapitos sucios al sol mientras que la mano de la justicia parecía tardar en hacerse presente. Abordar ahora el tema en una de sus declaraciones matutinas parece inusitado. Desconocemos el motivo pero que bueno que tras un largo, muy largo periodo de silencio el presidente se decidió a tomar el toro por los cuernos.
Me dolió, dijo el presidente, porque se trata de un sistema que creamos para restablecer los precios de garantía que se crearon durante el gobierno del general Cárdenas y luego se eliminaron. Explicó el problema diciendo que el exdirector de Segalmex, quien ahora está en otro puesto público, se confió y cometió el error de trabajar con personas corruptas.
Roberto Salcedo, el secretario de la función pública, aclaró que el fraude no asciende a los 15 mil millones de pesos que se han manejado en la opinión pública, sino que su monto es de 9 mil 500 millones de los cuales 6 mil millones fueron señalados por la Secretaría de la Función Pública y 3 mil quinientos millones por la Auditoría Superior de la Federación. No debe sorprendernos que una institución encuentre fraudes por 6 mil y otra por 3 mil quinientos porque lo más probable es que cada entidad haya revisado una porción distinta de las cuentas y no tenemos garantía de que hayan revisado el total. Es decir que donde revisaron hallaron corrupción pero no es seguro que hayan revisado todo.
No es claro porqué el presidente promete, a estas alturas, cuando ya salieron los pillos, que va a limpiar a Segalmex de la corrupción. Tal vez, solo tal vez, porque sabe que el problema no está resuelto.
Desde su creación la cúpula dirigente de Segalmex mostró indicios de que no iba por buen rumbo. A un año de entrada la nueva administración de Diconsa y Liconsa eran evidentes fuertes problemas que no eran exactamente corrupción pero si un conjunto de malas decisiones que afectaban gravemente el desempeño institucional. Corrupción y desempeño son dos cosas distintas. A veces hay un mal desempeño, por incapacidad e ineficiencia, sin que necesariamente exista corrupción.
Pero en Segalmex el mal desempeño fue el antecedente de la peor corrupción. Desde 2019 hubo un manejo autoritario que originó graves problemas operativos. El Programa de Abasto funcionaba con alrededor 33 mil tiendas Diconsa que, recordemos, son de propiedad y manejo local, ejidal o comunitario. La nueva administración eliminó alrededor de 5 mil tiendas. Apenas llegaron los nuevos satrapas rompieron el dialogo con la Coordinadora Nacional de Consejos Comunitarios, que representa a las comunidades donde operan las tiendas, y empezaron sus desmanes.
Cambiaron unilateralmente la canasta de productos básicos. En noviembre de 2019 la Coordinadora dirigió una carta abierta a diputados de todos los partidos manifestando que había un desabasto crítico en las tiendas rurales. Señalaron que las nuevas ofertas (carnes en conserva, frutas deshidratadas, concentrados de sabores para aguas frescas y medicamentos, entre otros), no se vendían. Eran adquisiciones que no correspondían a las necesidades y gustos de la población de menos recursos. La Coordinadora pedía, en la misma carta, reincorporar a la canasta básica manteca vegetal, harina de trigo, cereales, café soluble, alimentos para aves y cerdos, machetes, clavos, limas, alambre de púas, entre otros. Pedía además canastas de consumo regionalizadas y una estrategia de adquisiciones locales.
Al eliminar el diseño participativo en la canasta de consumo las decisiones centrales unilaterales ocasionaron un importante inventario invendible que paralizó el capital de trabajo de la institución.
En 2019 Segalmex vendió como chatarra el parque vehicular que manejaban choferes de las comunidades para abastecerse en los centros de distribución. La institución contrató por varios años la distribución de mercancías con una empresa privada a un costo de alrededor de 4 mil 500 millones de pesos. Segalmex gastó otra gran parte de su presupuesto en alquilar o contratar en comodato, centros de acopio de granos en vez de emplear y en su caso mejorar la infraestructura existente, tiendas y centros de distribución como puntos de acopio y almacenamiento. Prefería no tratar con los campesinos. Ademas de los gastos anteriores, ahora se sabe que esa camarilla destinó 800 millones de pesos a inversiones financieras especulativas. Algo que no le está permitido.
Lo más grave, mucho peor que la desaforada corrupción, es que en 2020, al llegar la pandemia Segalmex había agotado sus recursos en gastos ineptos determinados por la corrupción. Mientras la población enfrentaba perdidas de empleo y empobrecimiento masivo, con fuerte deterioro de la calidad nutricional, Segalmex no hizo nada para cumplir con su función esencial de garantizar el derecho humano a la alimentación suficiente y de calidad.
Importa señalar que durante la existencia de Segalmex el país se convirtió en el principal importador de maíz del mundo y que hemos retrocedido en autosuficiencia alimentaria; ahora importamos más del 52 por ciento de los granos básicos que el país consume. Justo cuando el desabasto global provocado por la guerra en Ucrania debió encontrarnos mejor preparados y en un notable esfuerzo de producción interna.
Duele la corrupción, pero eso no es lo peor. Lo peor es que por años se haya dejado a Segalmex en manos de un grupo de fascinerosos que a la vista de todos tomaban decisiones terribles, autoritarias y anticampesinas; que no apoyara a la alimentación de la población más vulnerable durante lo peor de la pandemia; y que fracasara en avanzar hacia la autosuficiencia alimentaria del país. Fue el autoritarismo, la ruptura del dialogo con la representación de productores y consumidores lo que abrió paso a la corrupción.
No basta eliminar la corrupción, señor presidente. Hay que levantar a Segalmex y ponerla en manos de una representación democrática de los consumidores y productores más vulnerables; democracia participativa ofreció, democracia participativa esperamos.
Aunque parece que ya no da tiempo en este sexenio; tal vez en el sexenio siguiente.