A la pregunta de a qué grupo social no le rentaría un cuarto de su vivienda, 34.8 por ciento de las y los mexicanos refirieron que no aceptarían a una persona que vive con VIH; 33 por ciento a una persona trans y casi 30 por ciento a una persona autoidentificada como gay o lesbiana, reveló la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022, presentada en días pasados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y cuya amplitud es a diversos grupos sociales, pero aquí resaltaremos el LGBT por ser el mes del orgullo.
De manera comparativa con la misma encuesta, aplicada en años anteriores, en ninguno de los tres casos, la cifra disminuyó más de tres puntos con respecto al ejercicio anterior llevado a cabo en 2017, y en casi 20 años, cuando se aplicó la primera encuesta, la cifra ha disminuido menos de 10 puntos, pues a la misma pregunta, casi 50 por ciento de la población se refirió negativamente sobre los mismos grupos en 2005.
Por otra parte, alrededor de 44 por ciento de la población mexicana piensa que se respetan poco los derechos de las personas gays o lesbianas y poco más de 46 por ciento considera lo mismo con respecto a los de las personas trans.
En cuanto a medidas de igualdad, 32 por ciento de las y los participantes en la encuesta dijeron estar en desacuerdo con que parejas del mismo sexo puedan contraer matrimonio civil y 42.6 por ciento no está a favor de que las parejas del mismo sexo puedan adoptar niñas o niños. En el caso de los matrimonios entre personas del mismo sexo, el rechazo disminuyó en un ocho por ciento con respecto a la Encuesta anterior.
Con respecto al mismo tema, en el sector de personas de entre 18 y 29 años, más de 80 por ciento afirmó estar a favor del matrimonio igualitario y 73 por ciento a favor de la adopción de menores; la cifra disminuyó en el rango de entre 30 y 59 años, estando a favor del matrimonio, 65 por ciento, y de la adopción, 52 por ciento. Y aún más en el de 60 años y más, en el cual, 52 por ciento dijo estar en contra de las uniones de personas del mismo sexo y 60 por ciento rechazó la posibilidad de adopción por parte de las mismas.
En el rubro de prejuicios, estigmas sociales y estereotipos, 28 por ciento considera que convivir con una persona con sida o con VIH siempre es un riesgo, un porcentaje que disminuyó siete puntos con respecto al ejercicio estadístico anterior.
Por otra parte, en la sección de permisividad ante la discriminación, 43 por ciento considera que en nada se justifica que dos personas del mismo sexo vivan juntas como pareja, cifra que disminuyó sólo tres por ciento con respecto a la encuesta anterior.
Sobre la apertura a la diversidad al interior de las familias, 47.7 por ciento su hija o hijo se casara con una persona que vive con sida o VIH. Mientras que, 32.5 por ciento no estaría de acuerdo en que su hija o hijo se casara con una persona del mismo sexo.
En tanto, que a nivel de aceptación a nivel nacional, 20.9 por ciento de la población de 18 años y más no estaría de acuerdo con que se eligiera para la presidencia de la República a una persona trans y 36 por ciento a una persona gay o lesbiana.
Datos referentes a la inclusión laboral indican que 14.6 por ciento de las personas no estarían de acuerdo en la contratación de una persona que vive con VIH, 10.7 por ciento a personas trans y 9.6 por ciento a una persona gay o lesbiana, siendo estos, los tres sectores más rechazados del sector laboral.
En cuanto al reconocimiento de sus derechos laborales, menos del 50 por ciento cuenta con un contrato laboral por escrito y algún tipo de seguridad social. En ese sentido, sobre la garantía al derecho a la protección de la salud, alrededor de 30 por ciento de quienes cuentan con seguridad social son derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social. En general, casi una cuarta parte es población beneficiaria de los servicios de la Secretaría de Salud y casi la otra mitad recurre al ámbito privado, ya sea a un consultorio o institución particular o al de una farmacia.
Casi el 38 por ciento de la población de 18 años y más de la diversidad sexual y de género declaró haber sido discriminada en los últimos 12 meses. De este, 41.8 por ciento declaró haberlo sido por su forma de vestir o arreglo personal (tatuajes, ropa, forma de peinarse, perforaciones); el 38 por ciento por su peso o estatura; 36 por ciento por su condición de género; 32 por ciento por su orientación sexual y casi 25 por ciento por su manera de hablar.
Sobre el efecto estructural de la discriminación, la Encuesta mostró que de los grupos denominados como vulnerables, el de poblaciones de la diversidad sexual es el que cuenta con menores índices de analfabetismo, ya que, casi el 100 por ciento sabe leer y escribir.
La Encuesta se levantó del 18 de julio al 9 de septiembre de 2022 en 42 302 viviendas y fue elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y la Comisión Nacional de Derechos Humanos con el objetivo de reconocer la magnitud de la discriminación y sus diversas manifestaciones en la vida cotidiana.
Desde el año pasado, es legal el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país; en más de la mitad de los estados se reconoce la identidad de género de las personas trans, las cuales también pueden modificar su pasaporte y su credencial de elector conforme a su identidad; en algunas entidades federativas ya se han otorgado actas de nacimiento a personas no binarie reconociendo otras posibilidades de género; en otras se sancionan con varios años de cárcel a quienes pretendan aplicar terapias de conversión, es decir, aquellas en las que por medio de tratamientos psicológicos no avalados científicamente se pretende modificar la orientación sexual o identidad de género de la persona, y en las menos, se tipifica penalmente la conducta de odio hacia las personas LGBTIQ+.
El marco jurídico está preparado para dar solución a algunos de los principales problemas a los que se enfrentan las personas LGBT, sin embargo, como es posible percibir a través de varios segmentos de la encuesta, aún es distante el cambio cultural con respecto a las temáticas de la diversidad. De manera segmentada, el sector de la población más inclusivo es el de jóvenes de entre 18 y 25 años por lo que se esperaría, que esos aires de igualdad e inclusión, poco a poco se cimentaran en las generaciones venideras. Sin duda, un gran reto para nuestra sociedad, tendiente a anclarse en discursos rebasados sobre el deber ser de las personas y temerosa de admitir las múltiples posibilidades de ejercer la sexualidad y la emocionalidad.