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Urnas sin sorpresas: ¿Qué sigue?

Los resultados para el relevo de gubernaturas en el Estado de México y Coahuila no hicieron sino confirmar las previsiones de triunfos para Delfina Gómez y Manuel Jiménez, ello aportará nuevos elementos para el guion del proceso 2024. | Roberto Rock L.

Escrito en OPINIÓN el

Los reportes con resultados electorales para el relevo de gubernaturas en el Estado de México y Coahuila no hicieron sino confirmar las previsiones de triunfos sobradamente holgados para Delfina Gómez y Manuel Jiménez, respectivamente. Ello aportará nuevos elementos para el guión del proceso 2024, que se anticipa también sin sorpresas, al menos por lo que toca a la sucesión presidencial.

Contra quienes consideraron que las semanas recientes estarían dominadas por una espera pasiva, bloques partidistas y otros actores comenzaron tempranamente a planear definiciones que, en los hechos, alejarán la posibilidad de una postulación competitiva frente al candidato o candidata del oficialismo, representado por Morena, para el relevo de Andrés Manuel López Obrador.  

Desde la alianza que mantienen hasta ahora PAN, PRI y PRD se filtraron en días pasados versiones de acercamientos para analizar una eventual postulación de Marcelo Ebrard como candidato de ruptura ante la autodenominada cuarta transformación, al que se sumaría Movimiento Ciudadano (MC), que encabeza Dante Delgado. Sin embargo, las pláticas no habrían avanzado mucho. Antes al contrario, se acordó implementar un antídoto contra esa posibilidad y cualquier otra que provenga desde el oficialismo. 

De acuerdo con lo compartido a este espacio por fuentes cercanas a sus dirigencias, el bloque opositor anunciará en las próximas semanas un acuerdo en el sentido de que no postulará a ninguna de las llamadas corcholatas en caso de que alguna de ellas deserte de la ruta marcada por Palacio y pretenda brincar del huacal diseñado al efecto. 

Al confirmarse, esta toma de postura de la oposición representará una paradoja impensable hasta hace pocos meses, pues en los hechos validará la estrategia de López Obrador para mantener cohesionado a su movimiento. Y en contraste, abrirá el camino a figuras que desde la oposición llevarán a cabo campañas simplemente testimoniales. Con ello cobrará mayor resonancia una pregunta que recorre ya mesas de café, foros de análisis y espacios periodísticos: ¿Para quién está trabajando la oposición? 

La respuesta podría no demorar mucho: en semanas pasadas encuestadores de la alianza PRI-PAN-PRD recorrieron el país consultando a ciudadanos sobre una lista con los nombres de una decena de personajes mencionados por meses como posibles abanderados contra Morena. Los aludidos en forma espontánea como merecedores del voto confirman un escenario desolador. Sólo Beatriz Paredes (PRI) y Santiago Creel (PAN) alcanzaron 6% de las menciones. Se ubicó cerca Lilly Téllez, la senadora que gusta de esbozar propuestas a la medida de un spot de televisión.

El resto de los nombres considerados promedió 2% de las menciones entre los consultados. Ahí estaba, con 1%, Enrique de la Madrid (PRI), que lleva meses recorriendo el país en cuanto foro se le ofrece. Por una estrategia fallida o a causa de una cruel realidad política, la galería de los presidenciales de la oposición ameritarían participar en algo estilo “La hora del aficionado”. 

En consecuencia, la verdadera apuesta de la oposición a Morena y sus partidos satélites en 2024 parece orientada a conquistar, con probabilidades de triunfo, algunas de las nueve gubernaturas que estarán en disputa, de alguna manera encabezadas por la capital del país. Y quizá antes de eso, tratará de construir una mayoría en ambas cámaras del Congreso federal.

Es menos de un año lo que nos distancia hoy de la fecha en la que serán electos miles de posiciones, incluido el presidente de la República, los mencionados gobernadores y órganos legislativos federales, a los que sumarán Congresos locales, un enorme número de alcaldes y regidores. 

Se tratará de un proceso comicial de dimensiones gigantescas. Debe asumirse la posibilidad de que se produzca un nuevo tsunami electoral que tenga su epicentro en la capital del país, en favor o en contra de los que hoy despachan en Palacio Nacional. Una historia que está ya a la vista. No vivirá mucho quien no la vea.