ELECCIONES 2024

Los primeros ganones del 24

Prepárese para las campañas más largas de las que tenga memoria. | Carlos Gastélum

Escrito en OPINIÓN el

A partir de hoy faltan 339 días para la elección presidencial. En principio, las precampañas para que los partidos o coaliciones decidieran quién sería su candidato debieron ocurrir hacia finales de año, con una duración de sesenta días. Luego, vendrían las campañas electorales: noventa días de contrastes entre los candidatos de los partidos o coaliciones entre marzo y mayo del 2024.

Pero como en esta elección se puso de moda burlar la legislación electoral, y que al árbitro no se le vea por ningún lado, los tiempos cambiaron. En lugar de iniciar las precampañas en diciembre, Morena arrancó a inicios de junio para llegar con una candidatura el 6 de septiembre. No solo se adelantaron a los tiempos, sino que además se echarán un total de 87 días de precampaña disfrazada (45% más del tiempo del límite legal).

El grupo opositor PAN-PRI-PRD no se quedó atrás, y anunció su banderazo interno al 4 de julio, para tener resolutivo el 3 de septiembre. Es decir: 61 días de promoción adelantada de sus aspirantes presidenciales (un día más de lo asignado a las precampañas por ley).

Aunque ambos bandos utilicen el eufemismo de “Coordinador” para continuar con el proyecto de la 4T o hacerle frente desde la oposición, sería ingenuo pensar que, una vez ganado el proceso interno, la o el ganador se vaya a guardar a su casa hasta marzo del próximo año.

En realidad, definidas las coordinaciones de ambos bandos, arrancará el proceso informal de campañas electorales presidenciales. Así, en lugar de tener los noventa días que señala la ley, tendremos 267 días de promoción entre coordinadores: ¡tres veces el tiempo original!

El tema está en que toda precampaña y campaña, formal o informal, se mueve con dinero. Mucho dinero. Buscar posicionamiento, realizar encuestas o aparecer como el más simpático o la más entrona en radio y televisión, no es de a gratis.

Queriéndolo, o no, tanto el oficialismo como la oposición adelantaron los tiempos de las actividades que mueven la economía de campaña para posicionar a sus aspirantes. Resumámoslas en tres: las mediáticas, las promocionales y las operativas.

En las mediáticas están todas aquellas apariciones que, a través de medios masivos de información, buscan colarse hasta la cocina de las casas. Invitaciones o segmentos especiales en el programa de la mañana, la revelación de una intimidad en el programa de espectáculos, el beso coqueto en la portada de la revista del corazón, o un infomercial para destacar la vida y lucha del próximo prócer de la patria. Los ganones: los dueños de las televisoras, radios y revistas.

En las promocionales se encuentran bardas, espectaculares, publicidad en autobuses, entre muchos otros. Son esos visitantes incómodos de la vía pública que, algunos de ellos, pasarán años para decirles adiós -salvo que un fuego amigo, o no tan amigo, venga a taparte la barda-.  Los ganones: las empresas de publicidad de todos tipos, tamaños y brújulas morales.

Finalmente están los operativos, que implican toda la maquinaria de movilización para ir promoviendo el voto. Brigadistas, líderes territoriales, proveedores de templetes, pantallas sillas, equipo de sonido, cafecitos, y todo aquello que sirva para amenizar las sesiones informativas. Los ganones: los proveedores amigos de los partidos. 

Y detrás de todas estas actividades, estarán expertos comunicólogos, gurús de las redes, encuestadores, y un sinfín de ‘creativos’ que llegarán con la idea más audaz para ganarle al de enfrente.

Estos son los primeros ganones de la elección: no solo porque los tiempos se adelantaron y alargaron, sino también porque muchos de esos recursos no serán fiscalizados por la autoridad electoral. Prepárese para las campañas más largas de las que tenga memoria.