La mata de mango no da chayotes, decía mi mamá. Y precisamente al recordar esta frase me vinieron a la mente las acciones que ha emprendido la alianza PRI-PAN-PRD para elegir a la persona que tendrá la candidatura presidencial de la autonombrada “coalición opositora”.
No podía esperarse otra cosa de quienes han puesto siempre por delante el interés de su grupo o de sus afines. Desafortunadamente para la política mexicana, además toman exactamente el mismo camino de la simulación que emprendieron el gobierno y Morena.
Se lanzan a una precampaña anticipada, fuera de los tiempos legales, con el único pretexto de que sus precandidatos no aspiran a una candidatura presidencial sino a otro cargo, con nombre pomposo pero que para el efecto es lo mismo que hace el oficialismo: trampa.
Por eso la bancada naranja de Movimiento Ciudadano presentará denuncias contra el proselitismo anticipado de quienes aspiran por esa coalición, lo mismo que hizo en contra de las autollamadas “corcholatas”, que da igual si se quieren llamar taparroscas, corchos o tetra bricks.
En realidad son aspirantes presidenciales.
¿En qué mente cabe hacer trampa para competir contra tramposa y tramposos?
No estamos hablando de una película ni de una obra de teatro, tampoco de una novela. Es la vida real, es nuestro México de todos los días.
Si la aspiración es acabar con las trampas, con las ilegalidades de quienes llegaron al poder gracias a las reglas democráticas logradas por generaciones de mexicanas y mexicanos y de repente quieren desaparecer esas mismas reglas para perpetuar su régimen autoritario, ¿por qué seguir el mismo camino?
Misma receta conduce a mismos resultados.
Quienes de verdad creemos en el imperio de las leyes y en las reglas democráticas que marcan nuestra Constitución y la ley, debemos empezar por respetar esas reglas. ¿Que los demás no las respetan? Pues hagamos que las respeten.
Pretender que haciendo trampa y tomando las mismas recetas se le ganará al tramposo principal que despacha en Palacio Nacional es entrarle al juego de las bofetadas payaseras para dar espectáculo y buscar el aplauso, pero no para cambiar el rumbo del país o establecer el imperio de la ley.
El imperio de la ley
En un país en que jueces y juezas son perseguidos y encarcelados por hacer cumplir las leyes, en que gobernantes envalentonados por sus cargos se pasan las leyes por el arco del triunfo, no es posible ni deseable que una acción tan importante como la selección de candidaturas presidenciales se realice con base en trampas e ignorando la legislación.
Vámonos entendiendo: si de verdad queremos ofrecer a la gente una verdadera opción de gobierno, responsable y legítima, hay que empezar por respetar las reglas y darnos a respetar. Nadie quiere competir en un juego que empieza con todos los jugadores desconociendo las reglas, y al árbitro.
Estoy convencida de que la única opción válida es cumplir con las reglas, respetar las leyes y ejercer nuestros derechos sin pisotear los de los demás. El que hace lo contrario, no es una opción. Es lo mismo que ahora se critica.
Y eso es precisamente lo que muchas personas no queremos para México.