En las últimas semanas, todas y todos hemos atestiguado los efectos de las islas de calor, el aumento de la temperatura ha afectado nuestro día a día provocando agotamiento, dolor de cabeza, insolación, calambres, deshidratación e incluso golpes de calor. En distintas ciudades del país se han registrado muertes de personas y de animales de compañía sobre todo en el norte del territorio por las intensas temperaturas.
El escenario no es exclusivo de México, el mundo entero está enfrentando una situación sin precedentes, junio es el mes más caluroso de toda la historia. Se han roto récords que ya son peligrosos para el ser humano y el planeta se está sobrecalentando como nunca.
Las islas de calor son una de las consecuencias del calentamiento global provocado por décadas de agravios a nuestros ecosistemas, lo cual ha traído como consecuencia esta emergencia climática. Este año la temperatura media mundial ha aumentado 1.5 grados centígrados, una cifra que de acuerdo con expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático es crítica porque pone en riesgo la salud, la seguridad alimentaria y provocará un aumento en la escasez de agua, lo cual tiene efectos catastróficos.
Con las islas de calor México es especialmente vulnerable, por su situación geográfica la temperatura ha aumentado por arriba del promedio mundial, de acuerdo con el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM ha crecido 1.69 grados.
En la Ciudad de México, el aumento de la temperatura es mayor, debido al fenómeno de islas de calor, definidas como la diferencia de temperatura entre el área urbana y sus alrededores o áreas rurales, siendo que en el área urbana la temperatura es superior, sobre todo, por la falta de infraestructura verde y azul en nuestra ciudad, la cual se compone de las Áreas Naturales Protegidas, Áreas de Valor Ambientales, barrancas, parques y jardines; y las soluciones de infraestructura sustentada en la naturaleza en áreas verdes urbanas; así como en zonas naturales, ríos , lagos, canales, humedales, estanques y cuerpos de agua naturales o seminaturales, cuya función es esencial para mitigar y evitar la formación del fenómeno de islas de calor.
Las islas de calor causan una diferencia de temperatura de entre 3 y 5 grados centígrados entre la zona urbana y la zona rural, pero puede llegar hasta los diez grados en la Ciudad de México. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, este aumento de temperaturas puede empeorar, incluso duplicarse, esto como consecuencia de la falta de políticas públicas para hacer frente al fenómeno de islas de calor y a las fallidas medidas para combatir el cambio climático.
En el Congreso de la Ciudad de México, presenté una iniciativa para construir el futuro en esta materia en el mes de abril para modificar la Ley de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático y Desarrollo Sustentable, primero para reconocer la existencia del fenómeno de islas de calor y establecer las bases para desarrollar políticas públicas locales para reducir y mitigar los efectos del fenómeno de islas de calor urbanas, así como las medidas necesarias de monitoreo y evaluación.
Asimismo, en mayo propuse reformar la Ley de Educación de la Ciudad de México para que Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, en coordinación con la Secretaría del Medio Ambiente, desarrollen un Plan Integral de Reestructuración Bioclimática de los planteles educativos de la Ciudad de México que contribuya a garantizar el derecho humano a la educación de calidad de las niñas, niños y adolescentes, a través de la readaptación de los planteles educativos para conservar la temperatura fresca.
Estos son momentos determinantes, la temperatura de nuestra ciudad aumenta cada vez más, consecuencia de la pérdida de nuestra biodiversidad y de espacios e infraestructura verde, así como de la falta de corresponsabilidad ambiental.
La toma de conciencia debe ser por todas y todos, el futuro de la humanidad está comprometido por la emergencia climática que vivimos, estamos en riesgo de comprometer un medio ambiente sano, indispensable para la supervivencia de la humanidad y de todas las especies y ecosistemas vivos en el planeta. No hay nadie exento de su parte cuando se trata de responsabilidad ambiental, esto incluye a todas las personas, a todos los gobiernos, a todas las empresas y a todas las industrias para preservar y cuidar nuestro patrimonio ambiental y para prevenir y mitigar los efectos propiciados por el cambio climático que ocasionaron esta emergencia ambiental.