La utilización de mecanismos electrónicos de votación a través de urnas electrónicas para recibir la votación de las y los ciudadanos que se encuentran acreditados para sufragar, ha transitado por un largo y difícil camino en el que ha predominado la desconfianza en su uso a pesar de que la ciudadanía y hasta los actores políticos involucrados que la han utilizado han manifestado el uso fácil, práctico, la rapidez en los resultados y su determinación para para que se sigan usando en mayor medida en otros procesos electorales.
En México los primeros registros de su uso datan de 2005 y 2009 en donde algunos institutos electorales locales como Coahuila y Jalisco fueron pioneros en la implementación de estos mecanismos. Desde entonces más de 20 entidades federativas han llevado a cabo diversos ejercicios con urnas electrónicas que van desde pruebas piloto, demostraciones en ejercicios cívicos, su uso en ejercicios para elegir instancias académicas, para elecciones internas de partidos políticos, así como para la realización de diversos ejercicios de participación ciudadana, y lo más importante, en varios casos, su uso de forma vinculante.
Ahora bien, con la reforma constitucional en materia electoral de 2014 en la que el Legislativo dio vida al Instituto Nacional Electoral (INE), por la que se le otorgaron más de 70 nuevas facultades en comparación al otrora Instituto Federal Electoral, el INE no solamente se hace cargo de la organización y desarrollo de los procesos electorales federales, también, en coordinación con los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) de las entidades federativas, de las elecciones locales.
Bajo este contexto, el INE ha caminado con los OPLE para la implementación, de manera vinculante, de urnas electrónicas. De este modo, en el proceso electoral 2019-2020 fueron utilizadas 94 urnas electrónicas para las elecciones locales de Coahuila para la renovación de su Congreso local y en Hidalgo para la renovación de ayuntamientos. Para el proceso electoral 2000-2021 se usaron 100 urnas; 50 en Coahuila en la renovación de diputaciones federales y ayuntamientos y 50 en Jalisco para diputaciones federales, locales y ayuntamientos. Para el proceso electoral 2021-2022 se utilizaron 100 urnas para Aguascalientes y Tamaulipas en la renovación de las respectivas gubernaturas.
Para este 2023, se tenían programadas la utilización de 238 urnas electrónicas para las elecciones de Coahuila y el Estado de México. En Coahuila se proyectó utilizar 74 urnas en igual número de casillas electorales bajo los parámetros de diseño y características determinadas por el OPLE de dicho Estado; en el Estado de México se consideró la instalación de 164 urnas electrónicas, 100 del modelo 7.0 del INE y 64 de Jalisco.
No obstante, el 26 de mayo en una sesión de los Consejos Distritales en la que se llevaron a cabo las actividades previstas en el Plan de Verificación de las urnas electrónicas, fue detectada una inconsistencia relacionada con los códigos de votación para las y los representantes de partido políticos en el que permitía votar a dichos representantes más de una ocasión, pero quedando solamente un único voto registrado en el sistema de votación. El primer planteamiento del OPLE de Coahuila fue que era técnicamente viable la modificación de los códigos de las 74 urnas electrónicas para corregir la falla, sin embargo, el INE a través de su Comisión Temporal de Seguimiento a los Procesos Electorales Locales determinó, que dado el poco tiempo para probar esta modificación y la cercanía de la jornada electoral, no se podía realizar la prueba piloto con urnas electrónicas en el Estado de Coahuila.
Gracias a la detección del error conforme a los parámetros establecidos en los Lineamientos de urnas electrónicas, modelo de operación y plan de verificación, permitió al INE establecer que en estas 74 casillas se instrumente la votación tradicional, es decir, con boletas de papel, urnas, mamparas y demás material electoral, garantizando con ello los derechos de todas y todas los coahuilenses para emitir su sufragio de forma segura, individual y en secrecía.
Esta situación ocurrida en Coahuila no implica riesgo alguno con la prueba piloto que se instrumentará en Estado de México. Además, constituye una gran ventana de oportunidad para continuar con más fuerza, dedicación y profesionalismo con la modernización de las elecciones. Para ello, me parece que la ruta que el INE debe encabezar está justamente en conformar un modelo de urna electrónica única que sea utilizada en todo el país, con la colaboración de los OPLE, de partidos políticos, con instancias de transparencia y con todas las pruebas, auditorías y ejercicios necesarios que demuestren su confiabilidad en su uso en elecciones e incluso en mecanismos de participación ciudadana.
El uso de la urna electrónica ha podido avanzar, en gran medida gracias a los acuerdos emanados del INE y a las determinaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Tribual Electoral del Poder Judicial de la Federación que, en su oportunidad, determinaron que la emisión del sufragio a través de otros medios, como el voto electrónico, es viable porque que se cumplen con las características del que el voto sea libre y secreto.
En este sentido, existe una ruta que propongo con seriedad para ser discutida, analizada y debatida con la única finalidad de buscar procesos más confiables, que optimicen tiempos y procesos y, eventualmente ir abaratando los costos en los procesos electorales y que es acorde con la política del INE de buscar la racionalización y optimización de los recursos públicos.