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¿Tod@s vs. AMLO?

Luchar contra el presidente se perfila como la única opción de campaña de la oposición en las Elecciones 2024. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

Mientras la alianza Va por México sigue retrasando el nombramiento de su candidata o candidato presidencial a las elecciones de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador consolida la definición de los términos de la contienda. Hasta ahora, se mantiene firme en ocupar un rol central en todo el proceso electoral.

El control sobre las y los aspirantes de su movimiento es absoluto. El poder que mantiene desde hace más de dos años a partir de sus niveles de popularidad le da un margen de maniobra excepcional en el manejo de la agenda. La subordinación de la mayoría del Poder Legislativo y el debilitamiento de los otros poderes, incluidos los organismos autónomos, afianza el escenario de polarización que él mismo propició.

Si no hay ningún punto de ruptura o inflexión en el corto plazo, la mayoría de elecciones que habrá el próximo año serán principalmente contra él y su proyecto de nación. En consecuencia las candidatas y candidatos del frente opositor, junto con sus proyectos, pasarían a segundo plano en un gran número de sindicaturas, regidurías, alcaldías, municipios, distritos electorales y estados de la República. 

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En un escenario como el que muy probablemente se diseña y se perfila desde el Poder Ejecutivo, todo parecería indicar que se repetiría la fórmula exitosa de 2018. Sin embargo, lo que ha sucedido durante los casi cinco años de su gobierno no permiten vislumbrar un resultado tan contundente, ni la seguridad de que otra aplanadora vuelva a pasar sobre la oposición.

El nivel de incertidumbre de lo que sucederá en las elecciones 2024 es muy alto. Son muchas las variables que lo explican. Por un lado están las relacionadas con la gestión y los resultados de gobierno, que no van alineadas necesariamente con la aprobación que tiene el presidente. Por el otro están los factores emocionales que ha desencadenado el clima de polarización y los altos niveles de inseguridad y violencia que se han presentado a lo largo y ancho del país. 

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Si bien es cierto que las encuestas muestran algunas tendencias en el humor social y en las intenciones de voto, también lo es que en diversas regiones del país podrían darse resultados sorpresivos, como los obtenidos en las elecciones intermedias de 2021, por ejemplo, en 9 de las 16 alcaldías de la CDMX donde la balanza se movió en favor de la oposición.

La complejidad que tendrán las campañas será tan alta en 2024, que lo único que se puede asegurar hoy es que el factor AMLO no será garantía de éxito absoluto en todo el país. Las investigaciones de proyección estadística, sobre todo las que han puesto el enfoque en el humor social, así lo vislumbran. 

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Comencemos por explicar lo básico. El reconocimiento, la confianza y la credibilidad que mantiene el presidente López Obrador no están directamente vinculadas con la opinión sobre los gobiernos morenistas en sus tres niveles, ni sobre las personas que ya se perfilan para contender. Si a esto agregamos el análisis sobre las emociones y sentimientos que tiene la gente en torno a las variables económicas y de seguridad, el panorama también cambia.

Aún más. Sin tomar como indicador principal el número de asistentes en todo el país a las megamarchas del INE no se toca y contra el llamado Plan B del presidente, el porcentaje de la población que se movilizó estuvo muy por encima de la simpatías o afinidades que puede despertar cualquiera de las y los aspirantes opositores la presidencia.

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En el mismo sentido, no se deben descartar las divisiones que seguramente habrá al interior de Morena, una vez definido su candidato o candidata. La situación de conflicto se presentará no obstante los esfuerzos que el presidente hace a diario para que esto no suceda, de los desacuerdos que surjan con los resultados de las encuestas y del pragmatismo que terminará imponiéndose en quienes hoy defienden a capa y espada a sus aspirantes.

Tampoco se puede dejar fuera del análisis el debilitamiento de los contrapesos de los otros poderes. Los conflictos que se han presentado desde el inicio del sexenio también tendrán repercusiones en la ciudadanía a la hora de votar. Y cómo no considerar los impactos comunicacionales que provocarán las nuevas controversias constitucionales que serán presentadas durante las semanas siguientes.

Consulta: Lilia Gómez Jiménez y Alfonso León Pérez. "Presidencialismo mexicano: debilitamiento de los contrapesos y controversias con poderes federales". Revista Política y Cultura, UAM Xochimilco, número 57, 30 junio 2022.

En este contexto, se sabe que el frente opositor aún no decide la estrategia que pondrá en marcha porque son varios los dilemas que tiene que resolver, no solo el de quién será su candidata o candidato. El más importante será el tipo de campaña que realizará y si privilegiará o no el proyecto que enarbolará. También si la batalla será contra el presidente o quien resulte elegido por el método de encuesta que realizará Morena. 

El principal error sería dejar que la inercia se impusiera, confiando en que la sociedad se sumará a cualquier personaje o proyecto por el simple hecho de estar en contra del gobierno, como si éste significara lo mismo en la diversidad geográfica del país. Lo que sí parece inevitable es sacar de la ecuación al presidente, porque él ya lo definió y construyó de esta manera. Por lo tanto, al frente opositor no le queda de otra más que diseñar una estrategia de comunicación política en la que él seguirá siendo su adversario principal.

Recomendación editorial: Rafael Bisquerra. Política y emoción. Aplicaciones de las emociones a la política. Madrid, España: Editorial Pirámide, 2017.