Ya faltan unos cuantos días para que se lleven a cabo las elecciones del 4 de junio en Coahuila y el Estado de México. Ese día se decidirá el futuro político, de gobierno, administrativo…, de estas dos entidades muy distintas y distantes entre sí, pero unidas por un solo criterio: la ambición por el poder absoluto.
Por un lado, la ambición por hacerse del país y garantizar que se cuenta con todo para que la 4T se mantenga en el gobierno federal.
Y para que esto sea así, se utiliza toda la fuerza del Estado, mucho de su estructura y recursos, instituciones dispuestas y personajes políticos proclives a luchar hasta la ignominia por conseguir que el triunfo electoral en estas entidades fortalezca al grupo político en el gobierno de México hoy. Triquiñuelas no faltarán y mucho menos traiciones y golpes bajos.
El gobierno federal no escatima recursos. No escatima tiempo. No escatima el envío de fuerzas políticas a cada una de estas entidades con tal de favorecer el ánimo electoral en favor de Morena y sus aliados. Aunque algunos aliados son oposición en Coahuila. De todo se vale.
Por otro lado está una oposición política que parece desafiante en este caso –sobre todo en Coahuila–, pero que no pasa de ser esa débil entelequia ahora casi inexistente y que en otros casos uno debiera suponer como una alternativa a Morena-4T en el gobierno federal, y cuya fortaleza, como oposición, debiera ser factor de equilibrio indispensable en toda democracia.
Pero ahí está ese atisbo de oposición, peleando por conseguir sus propios triunfos, aunque estos tengan que ver más con lo que se ha hecho antes como gobierno y no con lo que se hace ahora en ese desbarajuste en el que se han convertido como partidos políticos.
La joya más apetecible para Morena-4T es el Estado de México. Una entidad con una extensión territorial: 22,351.8 km2 y con una población estimada de 18 millones en 2023 y que aporta al país no menos del 10.5% u 11% de Producto Interno Bruto (PIB) total del mismo.
Sobre todo el Estado de México es una joya preciada porque cuenta con un número grande de electores que en mayoría han votado –históricamente– por el PRI y, arrebatar este bastión priista, significa para Morena-4T un triunfo emblemático y el retrato de lo que podría ser 2024.
El PRI sigue en la pelea, ahora junto con su antiguo acérrimo enemigo el Partido Acción Nacional (PAN); les sigue el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Los tres llevan como candidata a Alejandra del Moral quien por sí misma ha dado una dura batalla por conseguir el triunfo. Ha fortalecido su presencia y muchos la ven como posible ganadora, aunque…
Será muy difícil enfrentar a la fuerza del Estado representada por Delfina Gómez, extremadamente apoyada por Palacio Nacional y por Morena (a pesar de su enorme debilidad política y de gobierno) y por todos los gobernadores morenistas e instituciones a modo.
No es una candidata elocuente ni viable, pero es la candidata impuesta por los apoyos que ha brindado a la causa 4T desde que fue munícipe de Texcoco.
Por su parte en Coahuila (151,571 km2 y una población estimada en 3.2 millones de habitantes) las cosas no parecen estar bien para Morena al imponer a un candidato que no levanta, no gusta, no tiene propuestas significativas de gobierno y nada que diga que es él por quien debieran votar los coahuilenses. Lo han ido a apoyar dos corcholatas, pero ni así…
Y al momento, el triunfo parece enfilarse hacia Manolo Jiménez Salinas, un empresario y político estatal, miembro del PRI. Fue presidente municipal de Saltillo, secretario de inclusión y desarrollo social y diputado local. Compite con una Alianza Ciudadana por la Seguridad (PRI-PAN-PRD) y si, como se ha dicho, la fuerza del Estado no opera en contra, y si las instituciones de lo electoral no le desconocen, podría ser el gobernador de la entidad. Jiménez ha tenido problemas políticos y del tipo empresarial en el pasado. Pero aun así ya veremos cómo opera la democracia en tiempos de la 4T.
Y esto porque –lo dicho– el candidato de Morena, Armando Guadiana, no las tiene todas consigo; no parece contar con la mayoría de la voluntad ciudadana –incluso de Morena– y su discurso no es propositivo, no pasa de ser elemental y muy superficial.
Fue impuesto ahí por consultas de aceptación que, para muchos, fueron manipuladas por Morena y, por tanto, no es el candidato que los coahuilenses quieren en el gobierno. Veremos.
Y lo peor para Guadiana es que Ricardo Mejía Berdeja, un candidato que fue muy cercano al presidente de México como subsecretario de Gobernación pero quien, al no ser seleccionado para ser candidato de Morena se ha ido por su propia cuenta a través del Partido del Trabajo (PT).
Le han enviado serios mensajes desde Palacio Nacional y desde la cúpula de Morena para que desista de su candidatura, pero ha decidido que no, que no desistirá de sus aspiraciones de gobierno: y eso lo aplauden los coahuilenses, aunque probablemente no gane pero sí le restará votos a Guadiana y por tanto favorecerá a Jiménez Salinas.
Pero lo dicho: en política todo es impredecible. Muchos ciudadanos dudan al emitir su voto dado el manipuleo que se hace de las candidaturas y sus apoyos. Pero sobre todo porque más que lo electoral estaremos a la vista de la intervención del presidente de México y sus obedientes operadores, para buscar su predominio con rumbo a 2024.
Todo está por verse y todo por escribirse.