SISTEMA DE CUIDADOS

La Revolución Feminista de los Cuidados

Hace más de sesenta años, las feministas convertimos en asunto público el tema de cuidados y se lo arrancamos a la soledad de la vida doméstica. | Nadine Gasman Zylbermann* y Marta Ferreyra Beltrán**

Escrito en OPINIÓN el

Hace más de sesenta años, las feministas convertimos en asunto público el tema de cuidados y se lo arrancamos a la soledad de la vida doméstica. 

Con los cuidados entraron al espacio de la política otros temas antes considerados también como “problemas de las mujeres”, y lejos de empobrecer el mundo de la política pública, como muchos académicos y expertos predijeron, las reivindicaciones provenientes del impacto de la división sexual del trabajo, del patriarcado, del capitalismo y sus efectos sobre la vida de las mujeres y niñas, pasaron a intensificar la reflexión teórica sobre qué es eso de las políticas públicas, sumando instrumentos y herramientas de análisis, diagnóstico e intervención pero también mejorando la calidad de nuestras democracias al incorporar a las nuevas sujetas de la política. 

Los cuerpos de las mujeres y de las niñas tienen las marcas de las horas que les faltan para tener una vida plena, de las responsabilidades que les sobran. El destino que no debería estar señalado por el cuerpo en el que naces ni por los mandatos de género que se nos atribuyen por esto, atora las opciones de futuro de las niñas, entumece los proyectos de vida de las jóvenes; reproduce ad infinitum la historia de sus ancestras en un bucle sin una grieta a la vista. Sin embargo, la grieta somos nosotras. Somos las feministas: poetas, escritoras, artistas, trabajadoras que hemos entendido en cuerpo y alma que la disputa no es mañana, sino que es hoy, es ayer, es ahora y es urgente.

Cuidar es político. Colapsar el debate con datos estadísticos que visibilicen que las mujeres de México, de la región latinoamericana, pero también de Europa y del resto del mundo, trabajan más del triple de horas que los hombres en tareas de cuidado y del hogar no remuneradas; que eso las aleja desde niñas de la escuela aumentando las posibilidades de que a su vez sean víctimas de abusos y violencias; que la carga de cuidados las dejará en su adultez fuera de los trabajos mejor remunerados y más calificados aunque sus perfiles sean los mejores; que sus recorridos laborales tendrán cortes e interrupciones por embarazos, partos y cuidados de personas con muy diversos tipos de dependencias; que acumularán menos semanas para su pensión futura; que su vejez será peor y sus condiciones de vida más vulnerables, entre otros efectos. 

La división sexual del trabajo, esa pirámide invertida resultado del orden de género que sostiene el mundo desigual en el que vivimos, tiene en su eje la casi inexistente distribución de las labores del hogar y de cuidado, en la división ficticia pero con efectos reales, del mundo público y privado que hoy cuestionamos como válido pero que sigue permitiendo que todo funcione como lo vemos, que parezca que a nadie le cuesta ni a nadie le pesa sostener la vida para que el mercado y la economía sigan girando.

Cuidar es político. Por eso, traer el tema del margen al centro es obligar a los actores de la política a pensar lo público desde una mirada de género, que no es solo mirarla desde la perspectiva de las mujeres, sino que es poner el acento en las desigualdades de poder y los impactos que esto tiene en la vida de las mujeres, niñas y de todos aquellos sectores de la vida social que no tienen un lugar en ese centro hegemónico, y pretendidamente neutro, que solo produce y reproduce más y más desigualad, discriminación y violencias. 

Cuidar es político, y por ello no puede quedarse en el espacio de la narrativa ni de la retórica. Tiene que golpear el espacio de la voluntad política, tiene que cuestionar nuestra planeación y nuestras políticas impositivas y financieras; tiene que impactar la construcción real de la política pública.

Cuidar es político porque hablamos de revolucionar el espacio privado y pocas cosas le gustan menos al patriarcado que vernos abrir la brecha por donde entren los derechos de las mujeres. Porque estamos construyendo mucho más que pequeñas medidas de conciliación, útiles en el día a día, pero insuficientes para transformar la cultura, las costumbres, las enseñanzas reproducidas sin cesar en los hogares, en las escuelas, en el espacio público, en la iglesia, en el mercado. 

Estamos hablando de verdaderos sistemas integrales de cuidados, que estén a la altura de los tres pilares de bienestar (seguridad social, educación y salud) que sostienen nuestras sociedades y economías: ese piso básico de ciudadanía y de democracia que necesita este cuarto pilar de bienestar que es el sistema de cuidados.

Las propuestas alrededor de un sistema de cuidados no deben estar separadas de las propuestas en torno a la autonomía económica de las mujeres y su derecho a una vida libre de violencias. Estos son los tres vértices del triángulo de urgencias que aturde la vida de las mujeres y niñas del país: cuidados, trabajo remunerado y paz. 

Porque cuidar es asunto político debemos insistir en la construcción del Sistema de Cuidados con todo el peso que merece en este modelo de transformación de nuestra vida política, social, económica y cultural que nos regrese al modelo del Estado como garante de los derechos de las personas, en detrimento de estos años de liberalismo, individualismo y mercado precarizador.

Cuidar es político, y nos exige imaginación para poder innovar, empatía y visión para ver todas aquellas mujeres y niñas cuyas condiciones de vida no responden a los modelos que tenemos en mente porque hay más desigualdades que las de género, porque hay más diversidad de la que cabe en nuestros proyectos y nuestra planificación. Nos exige capacidad de persuasión con argumentos de justicia social, pero también con datos económicos, de crecimiento que hablen de los efectos positivos que tiene la igualdad y los costos de oportunidad de la discriminación, de la violencia y por supuesto de todas las formas de desigualdad.

Cuidar es político, y nos obliga a ir más allá y pensar no solo propuestas de diseño de las políticas, sino vernos en el horizonte de esa utopía a la que queremos llegar. La sociedad de los cuidados, como lo ha formulado con acierto la CEPAL (1), “es una propuesta de organización social que ubica la sostenibilidad de la vida como el objetivo prioritario” y que nos mueve, estratégicamente hacia un futuro en un momento de la historia de la humanidad en el cual es necesario volver a crear un sueño colectivo de paz, democracia e igualdad con sostenibilidad.

1.  (Consenso de Buenos Aires )

*Dra. Nadine Gasman Zylbermann, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres

**Mtra Marta Ferreyra Beltrán, Directora General de la Política Nacional de Igualdad y Derechos de las Mujeres.