La ganadería, uno de los pilares de la economía mexicana, enfrenta una encrucijada que pone en juego su supervivencia. Aunque esta actividad genera empleo y contribuye al desarrollo de las comunidades rurales del país, se ve limitada por desafíos significativos que amenazan su crecimiento y competitividad a nivel global.
La baja productividad, la falta de tecnología y la feroz competencia de otros países productores de carne y lácteos se alzan como los principales obstáculos que el sector ganadero mexicano debe superar.
De acuerdo con datos gubernamentales, México se ubica como el noveno mayor productor de carne de res a nivel mundial y el cuarto mayor productor de carne de pollo. En el año 2020, el país alcanzó cifras récord con una producción de 2.2 millones de toneladas de carne de res y 3.9 millones de toneladas de carne de pollo. Sin embargo, a pesar de estos logros, los retos que enfrenta la ganadería mexicana son significativos y afectan su desarrollo sostenible.
Uno de los desafíos más apremiantes radica en la baja productividad del sector, atribuida en gran medida a la falta de adopción de tecnologías avanzadas y a la insuficiente inversión en investigación y desarrollo. Mientras que en países como Estados Unidos y Brasil la productividad ganadera alcanza alrededor de 2.5 toneladas por hectárea, en México apenas llega a 1.2 toneladas por hectárea. Esta brecha evidencia la necesidad urgente de impulsar la modernización y el aprovechamiento de innovaciones tecnológicas para incrementar la eficiencia y competitividad del sector.
A su vez, la competencia proveniente de potencias ganaderas como Estados Unidos, Brasil y Argentina representa un obstáculo considerable para la ganadería mexicana. Estos países destacan por su adopción de tecnología avanzada y su alta eficiencia en la producción, lo que les permite ofrecer precios más competitivos en el mercado internacional.
Para enfrentar este desafío, México debe buscar estrategias que promuevan la calidad y el valor agregado en sus productos ganaderos, diferenciándose de sus competidores y aprovechando su riqueza y diversidad.
Sin embargo, en medio de estos desafíos, también se vislumbran oportunidades prometedoras para la ganadería en México. Una de ellas radica en el mercado interno, amplio y diverso.
Según cifras oficiales, el consumo per cápita de carne de res en México alcanza aproximadamente los 16 kilogramos al año, mientras que el consumo per cápita de carne de pollo ronda los 30 kilogramos. Estos datos revelan un mercado nacional robusto con un potencial de crecimiento considerable, lo que abre la puerta a la expansión y fortalecimiento del sector ganadero en el ámbito local.
Para aprovechar estas oportunidades y enfrentar los desafíos, es imprescindible que el sector ganadero mexicano adopte medidas estratégicas. La inversión en tecnología e innovación se vuelve imperativa para mejorar la productividad y competitividad del sector.
Frente a este panorama es urgente fomentar la colaboración entre los diferentes actores de la cadena ganadera, incluyendo productores, investigadores, instituciones académicas y gobierno, con el fin de promover el intercambio de conocimientos.