Con el anuncio del fin de la pandemia de covid-19 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 5 de mayo, llegó la terminación del llamado Título 42, una política implementada en los tiempos del presidente Donald Trump con el objetivo de detener la propagación del coronavirus y que básicamente consistía en que las autoridades estadounidenses de migración podían expulsar inmediatamente a los migrantes que pretendían ingresar a Estados Unidos y rechazar las solicitudes de asilo a través de las fronteras terrestres por considerarlos un riesgo potencial para la salud pública de ese país.
Aunque muchos interpretaron el fin de la era pandémica como el fin del bloqueo a los migrantes en su intento de alcanzar el sueño americano, Alejandro Mayorkas, Secretario de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos, dejó claro que la culminación de los procedimientos del polémico Título 42 no significa que las fronteras estadounidenses estarán abiertas para la inmigración pues, en principio, el gobierno de Joe Biden planea ampliar los protocolos de deportación acelerada bajo el Título 8 pero que concede más tiempo a los migrantes para presentar solicitudes de asilo que el que les otorgaba el Título 42. Por supuesto las medidas vinculadas a las deportaciones aceleradas en los próximos meses estarán bajo escrutinio público pues aún no se sabe a ciencia cierta cómo se estarán implementando.
Lo que sí es cierto es que la terminación de las expulsiones aceleradas al amparo del Título 42 ha traído consigo un aumento de migrantes en la frontera con México que poco a poco ha convertido el caos que ya reinaba en la frontera con nuestro país en una crisis migratoria que vale decir, ya se veía venir, de ahí que poco tiene de extraña la decisión del presidente Joe Biden de enviar 1500 soldados a la frontera que se unirán a los 2500 miembros de la Guardia Nacional que ya están desplegados allí. Esta medida, lejos de aclarar dudas sobre cómo se gestionará el incremento de la afluencia migratoria ha aumentado la certeza de que el gobierno estadounidense actual no está preparado para afrontar la situación y que la “militarización de la frontera” otra vez estigmatiza a los migrantes como una amenaza.
Si bien es pronto para vislumbrar qué tanto podrían empeorar las cosas en la frontera México-Estados Unidos, el DHS ha pronosticado que a partir del 11 de mayo, fecha en la que expiró el Título 42, podrían registrarse hasta 10 mil cruces de indocumentados por día, cuando el promedio diario más alto registrado por Aduanas y Protección Fronteriza alcanzó los 8 mil cruces en mayo del año pasado.
Como era de esperarse, la crisis migratoria que esperan los estadounidenses se está politizando pues desde que la OMS declaró finalizada la pandemia los republicanos en la Cámara de Representantes están empujando el proyecto de ley de línea dura HR 2 (118) que podría codificar las políticas de inmigración de la era de Trump, entre ellas la de “Permanecer en México” mientras que los demócratas en el Senado impulsan la legislación S.1473 (118) con la que se extendería el Título 42 por dos años.
En este escenario de crisis migratoria en la frontera y de futuras pugnas en cuanto a legislaciones se refiere en Estados Unidos, México será un aliado clave; por lo pronto nuestro país acordó aceptar 30 mil deportados por mes, claro, siempre y cuando el vecino del norte continúe aceptando el mismo número de migrantes de libertad condicional, de no ser así, los planes post Título 42 del gobierno de Biden podrían venirse abajo y la crisis migratoria inmanejable en ambos lados de la frontera.