Hace algunos años Mario Vargas Llosa me sacudió con El héroe discreto en donde escribió que “no se hablaba de otra cosa en los periódicos, radios y programas televisivos, así como en las redes sociales y los blogs. Los hechos desaparecían bajo un chisporroteo frenético de exageraciones, invenciones, chismografías, calumnias y vilezas, donde parecía salir a flote toda la maldad, la incultura, las perversiones, resentimientos, rencores y complejos de la gente”.
La novela, que no es de las más laureadas del Premio Nobel de Literatura o aplaudida por la crítica (lo que esto signifique, o sea), narra la historia de Felícito Yanaqué, empresario extorsionado, y de Ismael Carrera, hombre de negocios que la emprende contra dos de sus hijos que traían ganas de ver muerto a su propio padre. Los dos enfrentan las injusticias, a su modo, en un Perú de millonarios…con esperanza del futuro, pero también azotado por la corrupción y el crimen.
Es en ese ambiente que aparece el periodismo. Para mal. El momento en que Vargas Llosa publica su novela los empresarios han vivido una etapa dura de secuestros y proliferación del narco y el crimen organizado. Los medios a veces refieren las denuncias, pero en El héroe discreto salen mal parados. No es novedad, en El pez en el agua le da durísimo a un periódico.
Traigo a cuento esta novela de Vargas Llosa porque en los últimos días hay un “chisporroteo frenético de exageraciones, invenciones, chismografías, calumnias y vilezas, donde parecía salir a flote toda la maldad, la incultura, las perversiones, resentimientos, rencores y complejos de la gente”, en particular en las redes sociales, acerca de la película de Luis Estrada: ¡Que viva México!
Por supuesto que este reportero no se asume crítico de cine y mucho menos un experto en las artes cinematográficas. Pero me ha llamado la atención que quienes se asumen de manera abierta o encubierta seguidores de Andrés Manuel López Obrador están que trinan contra la película de Estrada. No se les veía así con La ley de Herodes, El infierno o La dictadura perfecta, en donde le ponen tremenda zarandeada a Ernesto Zedillo, a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto.
Hoy los críticos de ¡Que viva México! ven aburrida la cinta, malísima y con cero creatividades. Por supuesto, hay opiniones de expertos, como la de Jorge Ayala Blanco, crítico de cine, quien en El Universal escribió que Estrada “recae en formas archiconocidas, como la proliferación de criaturas estereotipadas, y una necesidad voraz por provocar una risa facilona y retropopulachera”.
A algunos les causa escozor frasecillas como “nos va a convertir en sucursal de Cuba o Venezuela”, a otros les da franca furia que Francisco Reyes (Alfonso Herrera) al salir de La prosperidad se mira un espectacular donde aparece la imagen de Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial 2024-2030… cuando el presidente ha dicho una y mil veces que no se va a reelegir. ¡Cómo es posible que no le crean! Pura mala fe de Luis Estrada…
A Jorge Volpi lo he admirado por años, me atrapó en Una novela criminal donde narra las atrocidades del calderonismo y su emblema corruptor, Genaro García Luna, con el caso de Florence Cassez. Cuando impulsó en la UNAM un nido de periodismo para que experimentados periodistas guíen a jóvenes estudiantes del oficio más bello del mundo, me hizo admirarle más: desde su posición como intelectual y escritor, pero sobre todo como director de Cultura UNAM, aupaba un mejor periodismo, de calidad, con narrativa, no como el que criticaba Vargas Llosa en El héroe discreto.
Jorge Volpi, quien ha dado vuelcos de respaldo y a veces de crítica con culpa al obradorismo, consideró que la película ¡Que viva México! “dibuja a todo el país como sistema irreparable donde nadie podrá prosperar jamás a causa del egoísmo y la zafiedad de los ricos o de la desidia, la pereza y la ingenuidad de los pobres”, pero sobre todo cuestiona en un artículo para Reforma que “Estrada transforma a todos sus personajes en caricaturas desprovistas de la menor humanidad”.
Y remata que el presidente Andrés Manuel López Obrador “más que incomodarse con este burdo retrato de México debía haberlo celebrado: lejos de ser un producto diseñado para consumo de los fifís y los conservadores, como ha dicho, lo pinta a él como el único ser inteligente en un país donde todos los demás somos o mezquinos o imbéciles”.
Ignoro si el presidente López Obrador ha visto la película ¡Que viva México! Dijo que es de cineastas que “(se dicen) progres, buena ondita, ¿Cuántos hay así? Nada más que cada vez es más difícil, porque antes simulaban que eran independientes (...) estaba yo viendo una película, un churro en contra nuestra, pero para consumo de los conservadores”.
Por supuesto, López Obrador tenía antecedentes (La 4T “me mandó a chingar a mi madre”: Luis Estrada sobre ¡Que viva México! | La Silla Rota) pues “esta administración es la primera en la que el Estado no me apoya para hacer una película, me mandaron a chingar a mi madre”, aseguró Luis Estrada en entrevista para el programa “El Weso” de W Radio, conducido por Enrique Hernández Alcázar en noviembre de 2022.
No es raro. En estos #Recovecos (Cine, ¿otro abandono de la 4T? | La Silla Rota) se relató en agosto de 2022 que, no es que el pasado haya sido mejor, pero al menos había apoyo a los jóvenes cineastas mexicanos. Pero se han convertido con la autodenominada 4T en otro sector, uno más, que es abandonado a su suerte. Es respaldo es escuálido, por lo que 45 años de historia del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) está en riesgo.
Documentos oficiales del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) describen que es necesario continuar con el esquema de apoyo a la producción para las películas de las y los interesados en esta actividad cinematográfica, para mantener su producción con un alto contenido cultural y parámetros profesionales.
El mismo centro responsable de impulsar a creadores técnicos y artísticos admite que “no existen políticas transversales educativas que otorguen esta flexibilidad para producir acompañando a los alumnos y a la vez (ir) permitiendo la libertad autoral y el seguimiento para su difusión cultural y comercial”.
Así que, más allá del “chisporroteo frenético de exageraciones, invenciones, chismografías, calumnias y vilezas, donde parecía salir a flote toda la maldad, la incultura, las perversiones, resentimientos, rencores y complejos de la gente”, vayan a ver ¡Que viva México! Y ¡Que viva México!
Punto y aparte. En lo dicho, las corcholatitas de Morena en la puja por la candidatura para suceder a Claudia Sheinbaum en la jefatura de Gobierno están con todo por llevarse la postulación.
Punto final. Quienes piensen que la ministra presidenta Norma Lucía Piña al primer trueno se asusta, están muy equivocados.