El reposo, una dieta adecuada, aire fresco y limpieza corporal son suficientes para la recuperación de un estado de salud óptimo, de acuerdo con las anotaciones que hizo hace varios siglos el pensador griego Hipócrates, considerado el primer médico en el mundo occidental debido a que rompió los paradigmas de considerar a las enfermedades producto de supersticiones u otro tipo de situaciones asociadas a la magia, e intentó describirlas y encontrarlas una explicación centrada en el propio cuerpo.
La definición del concepto de salud es tan amplia que va desde ese bienestar físico, mental y social propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta la interpretación hermenéutica del filósofo alemán, Hans Georg Gadamer, quien definió al estado de salud, tanto físico como psíquico, como el equilibrio entre múltiples factores. Los debates en torno a la definición del concepto continúan hasta el día de hoy y dan cuenta de la complejidad del mismo, debido a que es una categoría que atraviesa muchos temas y problemáticas de diversas índoles.
Hace 45 años, después de la Conferencia de Atención Primaria, celebrada en Alma Ata, en el actual Kasajistán, se determinó, por primera vez que la salud era un derecho humano y que “el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo”. Por lo que se hizo un llamado para la participación colectiva e individual y a llevar lo más cerca posible la atención de salud al lugar donde residen y trabajan las personas.
A lo anterior, se le denominó como atención primaria, consistente en la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el país puedan soportar, en todas y cada una de las etapas de su desarrollo con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeterminación.
Sin lugar a dudas, un gran reto, y que desafortunadamente, durante la pandemia por Covid19, se reveló que dicha meta aún no ha sido cumplida, sino, por el contrario, persisten las desigualdades en el acceso a los servicios de salud, claros indicadores de las inequidades sociales contemporáneas.
A propósito del Día Mundial de la Salud, el titular de la Organización Panamericana de la Salud, Jarbas Barbosa, explicó que algunos logros de la atención primaria son el aumento de la esperanza de vida, la erradicación de la transmisión endémica del sarampión, la rubéola y la rubéola congénita, y la reducción de la mortalidad infantil.
Sin embargo, a pesar de estos avances, los bajos niveles de inversión, la fragmentación de los sistemas de salud y la limitada capacidad de respuesta en el primer nivel de atención hacen que persistan las barreras de acceso a la salud, que afectan de forma desproporcionada a los más vulnerables.
Para el experto, el reto para los sistemas de salud es que tengan capacidad para prepararse y responder eficazmente a una emergencia, mantener las funciones básicas cuando se produce una crisis, reorganizarse y transformarse si las condiciones lo requieren, reforzar la rectoría de las autoridades de salud, la gobernanza de los sistemas de salud, mejorar la capacitación social y garantizar unos servicios de salud integrados centrados en la atención primaria.
Asimismo, ante las transformaciones epidemiológicas ocurridas en varias regiones del planeta en las que hay una mayor prevalencia de enfermedades no transmisibles como la diabetes mellitus 1 y 2, la hipertensión, la aterosclerosis, entre otras, se requiere de la atención primaria para fortalecer las labores preventivas.
Bajo el lema “Salud para todos”, la OMS aprovechó la efeméride para hacer un llamado a todos los países a garantizar que todas las personas tengan acceso a los servicios de salud que necesiten sin pasar por ello apuros económicos, además de apelar a la cobertura sanitaria universal, a la promoción de los entornos saludables, a imponer los impuestos a favor de la salud, a reducir los déficits de trabajadores de la salud, a promover el bienestar de las personas, a la inversión en los sistemas de salud, a incrementar la participación social en la materia y a promover el autocuidado.
En el caso de nuestro país, cifras del INEGI revelan que el Instituto Mexicano del Seguro Social, con casi 47 millones de derechohabientes, es el sistema de salud con mayor número de personas afiliadas, seguido por el Instituto de Salud para el Bienestar con alrededor de 33 millones de personas beneficiarias, y le siguen el ISSSTE, algunos servicios estatales, los de PEMEX y las Fuerzas Armadas, y las instancias privadas. Sin embargo, aún hay casi 35 millones de personas que no cuentan con ningún servicio de salud.
Desde la década de los 80, se reconoció en el artículo 4 constitucional el derecho a la protección a la salud, y en 2020, se amplió dicho derecho, al establecerse que se va a “garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social”.
Un gran reto para realidades como que casi cualquier enfermedad es mucho más letal en algunas zonas del país, sobre todo en las que se sientan grupos indígenas o afrodescendientes, que en las ciudades o que aún persisten situaciones de desabasto de medicamentos, aún en los sistemas de salud consolidados, o las coberturas de cada uno de los sistemas son desiguales.