Las sociedades reflejan su identidad y momento a través de las leyes que producen. En México, por citar un ejemplo, en la carrera por quedar bien con los grupos que abrazaban la demanda legítima de frenar la violencia de género, los políticos, en papel de legisladores, crearon la figura del feminicidio, mismo que tenía como finalidad castigar los homicidios de mujeres motivados particularmente por las desigualdades de género o la discriminación a la mujer. Una realidad necesaria de erradicar. Pero, dado que probar esos elementos subjetivos resulta difícil para las autoridades que de por sí tienen dificultades en distinguir objetivamente un homicidio, las normas empezaron a ajustarse hasta casi equiparar feminicidio a casi todo el homicidio de una mujer, ya sin poder distinguir la motivación, la discriminación o las circunstancias y diferencias de género en el incidente. Ahora hasta un homicidio entre mujeres puede ser feminicidio. Se ve en esta evolución legal en el corto plazo como el objetivo original es superado por uno posterior, pero que goza de amplia aceptación social.
En Estados Unidos pasa algo similar con el tema de las armas. Su proliferación y arraigo cultural derivan de más de dos siglos de existencia de la enmienda constitucional que permite a las personas adquirir armas de fuego.
Historiadores y juristas piensan que la intención original era que la ciudadanía pudiera defenderse de alguna agresión extranjera, o incluso, de un gobierno nacional tiránico. Sin embargo, con el paso de los años este principio legal fue interpretándose como un derecho de toda persona para procurar su propia seguridad y defensa.
A pesar del derecho constitucional a poseer armas, mucha gente ha sido procesada judicialmente por herir o privar de la vida a alguien haciendo uso de ellas. Entonces surgió la pregunta ¿para qué existe el derecho a poseer armas si no existe un derecho a usarlas? Efectivamente parece una contradicción. Probablemente eso motivó a varios políticos, en su papel de legisladores, a crear leyes estatales que permitieran el uso de las armas para defender la integridad de la casa donde uno habita, sin que ello se considere un exceso en el uso de la fuerza. Pero, surgió seguramente la duda, ¿no estaremos más en riesgo en la calle que en nuestra casa? Entonces los legisladores crearon leyes que permiten portar armas y usarlas en la calle o el trabajo cuando se perciba una amenaza. ¿cómo saber si es una amenaza real? No está fácil la respuesta. Comúnmente se habla entonces de que quien dispara tenga la percepción de una amenaza y que ésta pueda ser descrita.
En unos 10 estados de la Unión Americana existen leyes que ordenan no escalar un conflicto, es decir, no pasar de gritos a balazos, pero en otros 38 estados las leyes permiten subir a balazos lo que pudo quedarse en gritos (stand your ground laws).
De todos modos, hay casos en los que personas son sentenciadas por homicidio al haber usado sus armas como defensa ante lo que percibieron como una situación amenazante. Recientemente en Texas, un individuo fue sentenciado por matar en el 2020 a otra persona que participaba en una protesta por los abusos policiales contra la comunidad afroamericana. El activista llevaba luciendo por la calle un rifle de asalto AK-47, como la ley en Texas lo permite, y el otro individuo traía una pistola en su vehículo, como también lo permite la ley en Texas. Cruzaron miradas, luego disparos y uno mató al otro. Aparentemente ambos vieron en el otro una amenaza.
Sobre el caso, el gobernador texano se ha lamentado de que a pesar de la existencia del derecho constitucional a la posesión de armas, de las decisiones de las cortes que confirman el derecho personal a tenerlas, y de las leyes que permiten portarlas y usarlas, de todos modos el fiscal había procesado a Daniel Perry por matar a Garrett Foster, por lo que se estaba estaba considerando otorgarle el perdón al sentenciado.
Parece entonces que las armas son la defensa y la amenaza al mismo tiempo.
Casi de manera simultánea, en los últimos días hemos visto varios casos controversiales. Unas estudiantes baleadas en un estacionamiento por subirse a un carro equivocado, repartidores de tiendas a quienes les disparan cuando entran a los estacionamientos de las casas a dejar paquetes, e incluso, el incidente donde un adolescente de 16 años a quien le dispararon en la cabeza por tocar la puerta equivocada buscando a sus hermanos.
Toda sociedad debe analizar las leyes que tiene y aplaude, para saber si resuelven las necesidades originales de atención o han creado problemas nuevos. En algunos casos la respuesta será afirmativa, pero en otros seguramente no.