La legislación electoral se ha construido con el tiempo y a través del Legislativo para garantizarle a la ciudadanía, entre otros aspectos, sus derechos políticos y electorales que le han permitido votar en secrecía, en paz y en libertad por la candidata, candidato, partido político o coalición de su preferencia.
No obstante, este ejercicio del voto por parte de las y los ciudadanos debidamente acreditados en los listados nominales se ha desarrollado de manera “tradicional”, es decir, por medio de la entrega de boletas de papel que son depositadas por la ciudadanía una vez emitido su voto, en urnas de plástico (al menos en el ámbito federal).
Este esquema se ha utilizado por décadas, sin embargo, a nivel local, es decir, en algunas entidades federativas se han utilizado mecanismos electrónicos cuyos resultados han demostrado su efectividad. Así, en más de 20 Estados del país, han sido utilizados urnas electrónicas para múltiples aspectos que van desde su utilización para ejercicios de consulta ciudadana para la aplicación de políticas públicas, pasando por la elección de dirigencias de autoridades partidistas en algunas demarcaciones territoriales, hasta su utilización en procesos electorales de forma vinculante.
Bajo este contexto, los institutos electorales locales pioneros que han destacado por la utilización de urnas electrónicas en elecciones constitucionales son Coahuila en 2005, Jalisco y el otrora Distrito Federal en 2009, y en 2012, además, fue quien por primera vez impulso el voto por internet para las y los mexicanos residentes en el extranjero para la elección de la Jefatura de Gobierno.
Por su parte a nivel federal el Instituto Nacional Electoral (INE) utilizó por primera vez, en una pequeña porción, urnas electrónicas para las elecciones del año 2000, así como en las elecciones subsecuentes. Para las elecciones locales de este año, 2023, en Coahuila y el Estado de México serán utilizadas nuevamente urnas electrónicas; en Coahuila 74 y en el Estado de México 164 para un total de 238 urnas, lo cual sigue siendo un margen pequeño.
Es de destacar que el INE pondrá en marcha 100 urnas electrónicas en su versión 7.0 que, además de mostrar la boleta virtual, ser de un modelo pequeño y no pesado en comparación con otras urnas electrónicas, contiene una mascarilla Brille para las personas con discapacidad visual, audífonos para recibir indicaciones, con un software de desarrollo propio, un costo relativamente bajo en comparación con las urnas electrónicas del mercado, con una batería en caso de que falle la electricidad, entre varios aspectos más.
Ahora bien, es importante advertir de los múltiples beneficios que representarán la utilización de estos mecanismos electrónicos de votación, apunto algunos:
Optimización de tiempos en el proceso de votación;
Posibilidad de incorporar la fotografía de las y los candidatos;
Se evitarían errores aritméticos, lo que eficientaría el proceso de cómputo y emisión de resultados;
Se podría pensar en menos funcionarias o funcionarios de casilla;
Se podría contar con esquemas de capacitación distintos y más ágiles;
Obtención de resultados de forma rápida que pudiera, con el tiempo, prescindir de los programas de resultados electorales preliminares;
Larga vida en su utilización y no solo para una elección;
Utilización en ejercicios de participación ciudadana;
Seguramente permitiría una mayor participación de la ciudadanía;
Cómputos más oportunos y certeros, entre otros.
Sin embargo, me parece que una de las bondades que tendrían un importante impacto está relacionado con la generación de ahorros presupuestales en un mediano plazo, ya que con la utilización de las urnas se evitarían gastos de boletas electorales, de diversa documentación electoral, de capacitación, de traslado, entre muchas más.
Ojalá y el INE avance de forma más contundente hacia la innovación tecnológica en los procesos electorales y ejercicios de participación ciudadana.