DÍA DEL LIBRO

¡Feliz día del libro!

Cada 23 de abril se celebra a los libros y a los autores y fomenta el acceso a la lectura para el mayor número posible de personas. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen u obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte son las definiciones más generales de lo que es un libro, un objeto, en muchas ocasiones menospreciado, pero de cuya existencia dependen muchos factores relevantes a nivel individual o social. 

Hoy en día podemos pensarlo como un objeto muy común, pero, en realidad, su historia es milenaria, como lo demuestra Irene Vallejo en uno de sus más recientes ensayos “El infinito en un junco”, donde rinde homenaje al libro al elaborar una historia cultural del mismo desde sus orígenes hasta la instauración del imperio romano. 

Así, narra la relevancia del traslado de la escritura en piedra al papel, facilitando el trasiego de las obras escritas y la transmisión del conocimiento, del descubrimiento del papiro como un lienzo para dar rienda suelta a la escritura creativa o al registro de datos relevantes, del creciente valor que fueron adquiriendo los rollos de papel escritos al grado de mandarse a construir recintos especiales para su almacenaje. El más famoso de ellos, hasta el día de hoy, la biblioteca de Alejandría. 

De esta última, los vestigios son escasos, pero su leyenda trascendió de tal manera que en su emulación, hay millares de bibliotecas en muchas partes del mundo. El ambicioso proyecto permitió que muchos autores de la Antigüedad sean leídos hasta nuestros días, debido a que sus obras se copiaron y se preservaron. Y en caso particular de la reseña histórica, también de las pocas autoras de las que hay conocimiento como Hipatía. 

El viaje trazado por la autora conduce a saber que las bibliotecas fueron muy socorridas en la Antigüedad, que en ellas había estudiosos de las obras contenidas en sus interiores, que los papiros se fueron transformando en pergaminos, y de a poco, en la forma actual que conocemos del libro. Los cambios que parecen sencillos implicaron una gran transformación social, nuevas formas de organización en torno a los escritos, modificaciones a la vida cotidiana, nuevas perspectivas, e incluso, diferentes formas de aprender. 

El pretexto de dar una breve semblanza del gran ensayo de la narradora española es que, desde 1995, cada 23 de abril, en remembranza al fallecimiento de los escritores William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega, se celebra a los libros y a los autores y fomenta el acceso a la lectura para el mayor número posible de personas. Es una efeméride para recordar al mundo que el libro es una de las invenciones más bellas para compartir ideas y encarna un instrumento eficaz para luchar contra la pobreza y construir una paz sostenible, y fomentar la creatividad, la diversidad y la igualdad de acceso al conocimiento.

Una actividad muy necesaria en un país como el nuestro donde menos del 50 por ciento de la población alfabetizada lee un libro al año, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. 

Este año, la conmemoración está enfocada en las lenguas indígenas con el objetivo de promover la diversidad lingüística y el multilingüismo y la transmisión de la literatura oral, que en muchos de los pueblos que habitan en este planeta, aún persiste. Entre ellos, muchos de los que habitan en los distintos espacios geográficos del territorio mexicano. 

Cabe recordar, a propósito de viajes como el realizado por Irene Vallejo al Mundo Antiguo, que en nuestro país también hubo algunos documentos de gran valía, conocidos como códices, y que han trascendido al paso del tiempo, siendo referentes para la comprensión de diferentes culturas, en su etapa precolombina, y dan pie a la continuidad a través de la oralidad, llegada hasta nuestros días. Alguna de ella, plasmada en las obras literarias publicadas en los años recientes, de diferentes regiones y zonas, ofreciendo un panorama de la gran diversidad cultural existente en nuestro país y la deliciosa musicalidad de las lenguas.

A propósito de la celebración, de la gran fiesta que debe implicar la lectura de un libro, de cierta manera, facilitada hoy en día por la digitalización de muchas obras, es válido recordar la exquisitez de la conformación de una biblioteca personal, y de sumergirse en alguna narrativa, un ensayo, un poema, una historieta, salir de la rutina y dejarnos seducir por el genio creativo de quienes apuestan por la expresión escrita o gráfica para exponer sus dudas, sus pensamientos, sus formas de explicar el mundo e incitar a otras, otros y otres a quien también lo haga. ¡Larga vida a los libros!