La lucha de las mujeres por alcanzar una vida plena libre de violencia ha recorrido un camino muy difícil debido a que existen diversos tipos de violencia que atentan contra los derechos humanos de mujeres y niñas que impiden su crecimiento, su empoderamiento y desenvolvimiento en sociedad, su desarrollo profesional, entre varias metas que todo ser humano tiene derecho.
La violencia de género está originada por la desigualdad prevaleciente entre hombres y mujeres, por los “usos y costumbres” de un Estado patriarcal, por el abuso del poder y hasta por normas imperfectas o limitadas que puedan atender esta problemática social que, al final, impide el desarrollo de una nación, ejemplo de ello, México.
La violencia de género es una afronta para mujeres y niñas. Al respecto, el INEGI a través de la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), con registros de 2021 y publicados en 2022, indicó que en México de los 128 millones de personas registradas en ese año, las mujeres de 15 años y más, en un 70% de ellas, que equivalen a poco más de 50 millones de la población total, “han experimentado al menos un incidente de violencia”, entre las que encontramos la violencia económica, la psicológica, emocional, física, sexual, la llamada violencia de réplica, la violencia digital, entre otras.
Un primer referente para la atención de la violencia contra el género femenino se dio en 2007 cuando se publica la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, lo que propició otras disposiciones como la aprobada por el Congreso de la Unión el 13 de abril de 2020 que incluyó una reforma en materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género que implicó la modificación de 6 leyes generales y 2 federales, cuyo objetivo fundamental fue la de prevenir, atender, sancionar, reparar y erradicar la violencia contra las mujeres.
En el mismo sentido, en 2021 se incorporó a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia dos preceptos de violencia: la digital y la mediática con la intención de abatir este fenómeno que ha crecido en últimas fechas con el uso de la tecnología. Es aquí donde aparece un fenómeno creciente que puede constituir un aspecto más de violencia de género, me refiero al uso mal intencionado de la tecnología deepfake.
Este concepto que proviene de los términos ingleses deep learning (aprendizaje profundo) y fake (falso) que se materializa en la generación de un video o imagen a la que se le puede agregar audio que imita tanto la apariencia como la voz de una persona a través de lo que hoy conocemos como inteligencia artificial.
La Organización de las Naciones Unidas, por conducto de António Guterres, secretario general de dicho organismo, ha hecho énfasis en que el uso de esta tecnología mal empleada pudiera replicar “ideas tóxicas” o desinformación lo que puede provocar distintos comportamientos en una sociedad.
Para las mujeres, esta tecnología puede provocar incluso contenidos de tipo pornográfico que vulneren y violenten a las mujeres por lo que se hace necesario que el Legislativo federal y el correspondiente a los Congresos locales analicen esta problemática y generen la regulación del uso de esta tecnología para no permitir un rubro más que pueda violentar a las mujeres e incluso a las niñas.
El legislativo, federal y local tienen la alta tarea de analizar, vigilar y normar este tipo de conductas que permitan una sociedad armónica, estable, sólida e igualitaria que logre enaltecer los principios democráticos consagrados en nuestra Constitución.