A nivel global, un estudio encontró que el 38% de las mujeres habían experimentado personalmente violencia en el ámbito digital. De acuerdo con datos del reporte de ONU Mujeres, “Progreso en los objetivos de desarrollo sostenible. La instantánea de género 2022”, 9 de cada 10 mujeres que experimentaron violencia digital optaron por limitar su actividad en Internet, lo cual aumentó la brecha digital de género. La violencia que se apoya en las tecnologías de la información y la comunicación silencia, excluye y vulnera derechos y libertades de las niñas, adolescentes y mujeres. Por ello, el Día Internacional de la Mujer 2023 centrará sus esfuerzos en el análisis y reflexión del tema: “Por un mundo digital inclusivo: Innovación y Tecnología para la igualdad de género”.
ONU Mujeres ha sostenido que la violencia digital contra mujeres, adolescentes y niñas se articula y forma parte de las violencias específicas que esta población experimenta tanto en los espacios públicos y como en los privados. No obstante, en este fenómeno las agresiones que se comenten y expanden a través de medios digitales se tornan más complejas dadas las características de la virtualidad: la anonimidad, la viralización y la dificultad para eliminar los contenidos. Este organismo internacional ha subrayado que la violencia de género en las tecnologías de la información y la comunicación ha generado nuevas formas de violencia que además de causar daños a la dignidad, integridad y seguridad de las víctimas, también constituyen vulneraciones a otros derechos humanos: pues al restringir la capacidad para lograr la igualdad de las mujeres en el espacio digital también se impide el ejercicio de otros derechos, como el derecho a la educación, a la información, a la no discriminación, a la protección de los datos personales y a la libertad de expresión.
Resulta prioritario tomar medidas para abordar la violencia digital de una manera más integral, pues este fenómeno ha escalado y se ha profundizado a medida que las tecnologías evolucionan y nuestras interacciones se vuelven cada vez más digitales. ONU Mujeres ha estimado que el Internet y la tecnología han facilitado la diversificación y especialización de las violencias en contra de las mujeres, niñas y adolescentes. Por ejemplo, se estima que a partir de la pandemia por Covid-19, la tecnología ha sido cada vez más utilizada en actividades de trata de personas para perfilar, reclutar, controlar y explotar a sus víctimas.
En nuestro país, el INEGI informó que, junto con las mujeres de 20 a 29 años, las niñas y jóvenes mexicanas son el grupo de población más sujeto al acoso en Internet, a situaciones entre las que se encuentran: el contacto mediante identidades falsas, mensajes ofensivos, críticas por apariencia o clase social, insinuaciones y recibir contenido de carácter íntimo no solicitado. Además, debemos considerar que, de acuerdo con el “Informe Violencia Digital, un estudio de los perfiles de agresores y sobrevivientes de violencia sexual digital”, el 84% de las víctimas que buscan ayuda son adultas, el 77% son estudiantes universitarias, lo cual da cuenta de la urgencia para promover estrategias de sensibilización e información que empoderen y proporcionen herramientas para que las mujeres de todas las edades, especialmente las niñas y adolescentes, conozcan cómo deben actuar ante este fenómeno, a qué instancias acudir y qué deben solicitar a las plataformas digitales para detener la propagación de los contenidos, así como para conocer cómo denunciar estos hechos.
Erradicar la impunidad social en esta materia requiere de la suma de los esfuerzos de todas y todos. Rumbo al 8M y durante todo el año, debemos saber que todas y todos somos agentes de cambio en la erradicación de las violencias. En el caso concreto de las agresiones en el ámbito digital, debemos reconocer qué papel podemos desempeñar para proteger a las infancias, a la juventud y a los sectores poblacionales más vulnerables a las agresiones. Nuestras acciones valen y pueden ser detonantes para eliminar las agresiones en línea: desarrollemos un consumo más crítico y responsable de las tecnologías y capacitémonos más en la alfabetización digital. Como sociedad debemos informarnos e involucrarnos más: comencemos identificando y reportando estas conductas, no compartamos contenido que podría vulnerar los derechos de otros y entre nuestra familia y amigos establezcamos medidas para evitar más víctimas de este lamentable fenómeno. No seamos testigos sin voz o acción: todas y todos podemos hacer algo.